ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI
OCTAGÉSIMA PRIMERA PARTE
Al revisar este tema referente a las parejas en la adolescencia, no es posible dejar a un lado ninguno de los dos modelos de pareja mencionados la semana anterior. Es verdad que cada uno de nosotros somos producto de una pareja, más tradicional, más o menos equilibrada y funcional que puede estar construida a la antigüita, o igualmente producto de cualquiera de los numerosos estilos de pareja que se han ido poniendo de moda en las décadas pertenecientes a los dos últimos siglos, convertidos en los modelos a seguir por los adolescentes y adultos jóvenes de nuestros días. Sin embargo, me parece importante retomar el tema de ambos estilos de pareja que existen abierta y paralelamente, como una parte básica de nuestro desarrollo emocional aun cuando uno de ellos no nos sea muy familiar, ni estemos tan acostumbrados a reconocerlo como tal. El hecho vital de que cada uno de nosotros sea producto de la relación de una pareja hombre-mujer, determina naturalmente que desde niños hayamos formado un vínculo fundamental con dicha pareja primaria, un vínculo que hemos internalizado como parte de nuestra propia armazón psicológica y que a lo largo de nuestro crecimiento, permanecerá ahí y seguirá fortaleciéndose aún a pesar de los cambios que tales imágenes sufran con el tiempo y las circunstancias. Es decir, que estamos marcados con ese modelo de pareja primaria, al que naturalmente se le van añadiendo otras tantas parejas con quienes nos cruzamos en el camino, de mayor o menor fuerza e intimidad, y que obviamente también dejan su marca en nuestro interior. Es así entonces, que en el momento en que nos flechamos con una pareja de ciertas características específicas, sin saberlo, hemos hecho una rápida e inconsciente revisión de todas las parejas internalizadas anteriormente y presentes en nuestros archivos mentales, lo que nos atrae en dirección de esa persona que igualmente simboliza el presente a la vez que el pasado. Es este entonces el modelo original y primario de pareja: hombre-mujer, el modelo del que todos somos producto. Sin embargo, y por otro lado, se puede hablar de otro modelo de pareja, igualmente proveniente de nuestra infancia, pero que no necesariamente posee la misma estructura de la pareja anterior. Se trata de una pareja constituida por la persona del sujeto por un lado, mientras que por el otro, el espacio no está ocupado por otra persona, sino por una actividad. Se trata de un modelo también constituido desde muy temprano en la infancia, por lo que idealmente seguirá un proceso de desarrollo hacia el futuro a través del ciclo de vida y que también puede seguir diferentes y variados cambios y trayectorias. Al igual que el primer modelo, éste tiene asimismo sus cimientos en la pareja de los padres y la perspectiva proyectada en la estructura familiar, en cuanto a los diferentes y variados modelos de intereses, habilidades, actividades y capacidades presentes o sobresalientes en dicho ambiente nuclear, que igualmente serán internalizadas en el armario psicológico del individuo para sumarse y combinarse a lo largo de los años a la variedad de experiencias a las que se haya expuesto. La atracción entonces hacia esta segunda pareja que no es una persona, estará definida asimismo por ese cúmulo de experiencias internalizadas y acumuladas, que le permitirán definir también un compromiso con su vocación, con sus habilidades, con su creatividad, sus intereses, con el estudio, con la investigación, con su trabajo, como una pareja a la que igualmente podrá dedicarle su tiempo, su esfuerzo y su amor, paralelamente a la pareja primaria (continuará).
