El Papa Francisco advirtió ayer que el peor pecado que se puede cometer contra los pobres es la indiferencia y, aclaró, es un "pecado de omisión" que cierra la puerta a quien está "sediento de amor". El Papa hizo estas reflexiones en el sermón de una misa que celebró, la mañana de ayer domingo, en la Basílica de San Pedro del Vaticano para unas cuatro mil personas, la mayor parte de las cuales son personas sin hogar o con dificultades económicas.
"Nadie puede considerarse inútil, ninguno puede creerse tan pobre que no pueda dar algo a los demás", afirmó, en la celebración con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres que él mismo instituyó.
"No busquemos lo superfluo para nosotros, sino el bien para los demás, y nada de lo que vale nos faltará. Amar al pobre significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales", dijo