32 años después, México se volverá a levantar
Un nuevo 19 de septiembre se mete a la historia de nuestro país y nos pone a prueba como pueblo. De nuevo el terror se apoderó por unos momentos de la Ciudad de México como hace 32 años. Un temblor sacudió a millones de personas no sólo en la capital, sino también en los estados cercanos, dejando más de un centenar de muertos.
Pero a diferencia de hace más de treinta años, cientos de usurarios compartieron sus videos y fotos de momentos escalofriantes, muy diferente a la famosa narración de Jacobo Zabludovsky vía teléfono hizo de los momentos posteriores al temblor.
Ahora fuimos testigos de la catástrofe y nos volvimos a quedar sin palabras ante la fuerza indomable de la naturaleza, así como el alto costo de la corrupción que hizo que se vinieran abajo edificios con personas adentro.
Pero de nueva cuenta y ahora con una respuesta casi inmediata, los ciudadanos salieron de sus oficinas, trabajos y escuelas para ofrecer sus manos, su fuerza y su solidaridad con el que está atrapado, con el desaparecido, con el angustiado, con el que llora y sufre.
De nuevo surgió nuestro rostro de pueblo, con el interés de ayudar de manera más organizada y con un sentido de que el tiempo es esencial para salvar más vidas.
El corazón de todo un país de nuevo fue golpeado, pero éste mismo late fuerte en cada uno de nosotros que queremos ayudar, pero no desde ayer, sino desde el primer sismo de este mes y no sólo a la Ciudad de México, sino también a Oaxaca y a Chiapas.
Cuando el pueblo deja afuera las diferencias entonces nos volvemos más fuertes. No nos crucemos de brazos, sino que demos en lo que podamos para las personas que necesitan en este momento.
Nos volveremos a levantar, con una fuerza más grande, nos levantaremos para ya no dejarnos dividir. Esperemos que los políticos hagan su labor de trabajo, no para verlo como un botín, sino para dejar un poco atrás el cinismo y dar una cara más solidaria con su pueblo.
Que la solidaridad no sea por unos días, hasta que se nos olvide lo que pasó. Tenemos que abrirnos al otro para poder decir nosotros. Compatir lo que se tenga, pero también ser atentos a que lo que se done llegue a las manos indicadas y no sólo se queden en las bodegas o aparezcan en otros sitios.
Si el sismo del 85 trajó consigo cambios en muchos aspectos (organización civil, transición a la democracia, ser más críticos y más activos ante las tragedias) y marcó a varias generaciones, este nuevo temblor será un parteaguas en la sociedad mexicana.
A nosotros nos queda educar y animar a que este espíritu mexicano aparezca en cada momento. Este sismo nos unirá de nuevo, pero también debemos no esperar a otro fenómeno para hacerlo. No debemos de doblarnos más.
Alberto Flores
Torreón, Coah.
