
Sphere Packing (2013). Foto: Rafael Lozano Hemmer Studio
Diversos creadores se han montado en las herramientas de la innovación científica para desarrollar un discurso que sea legible dentro del mundo contemporáneo. Otros persiguen la participación activa del público. Un artista mexicano lleva tiempo incursionando en esos dos territorios a la vez.
Rafael Lozano-Hemmer transita por las disciplinas de la arquitectura y del performance para construir obras de arte donde el público se convierte en parte integral del montaje.
Nacido en el espectro urbano de la Ciudad de México en 1967, se mudó al viejo continente en la adolescencia debido a que su madre contrajo matrimonio con un español. Desde tierras ibéricas llegó a Canadá, donde estudió la carrera de Física y Química en la Universidad de Montreal. Desde entonces radica en ese país.
Ejerció la profesión científica durante bastante tiempo aunque siempre estuvo interesado en las artes. Perteneció a un círculo de amistades del que tomaban parte coreógrafos, compositores, escritores actores y bailarines. En ese momento las musas lo abrazaron incitándolo a utilizar sus conocimientos para traer a la luz expresiones de un talento singular.
En sus inicios, su principal tarea era programar y dirigir las obras. Pronto, se dio cuenta de que su forma de cumplir con sus funciones, además del trato con los bailarines y actores, también le facilitaba interactuar con el público, al grado de convertir a la audiencia en un elemento más de la obra.
CARACTERÍSTICA
El trabajo de Rafael apunta hacia la homogenización de las ciudades. Tiene la experiencia de haber intervenido artísticamente centros urbanos en países como Canadá, Japón, Holanda, Francia y Emiratos Árabes Unidos. El artista es consciente de que la 'estandarización' influye en que se pierda la especificidad local.
Para este creador mexicano, un nuevo edificio en cualquier ciudad del mundo va a ser muy parecido al que se construya sobre los suelos de otra urbe. Considera que los arquitectos, desarrolladores y urbanistas no buscan representar al público o a la ciudadanía, sino que representan el capital. Buscan el modo de construir más óptimo desde el punto de vista financiero, de manera que consigan la máxima retribución posible.
La homogenización de la que Lozano-Hemmer tanto promotor como asistente parte de la máxima de Cicerón que decía: “Nosotros hacemos a los edificios y los edificios nos hacen a nosotros”. Su percepción es que el sentido de la frase se ha extraviado debido a la influencia de un modelo económico que se enfoca en las ganancias.
El discurso de Rafael es también un llamado a que los artistas contemporáneos compartan el reto de intervenir los espacios públicos y cortar la narrativa del poder. La cuestión, entonces, sería establecer una especie de paréntesis en los espacios públicos, construir situaciones excéntricas, lugares de reflexión que se opongan, respondan y critiquen a la homogenización capitalista.
La mayor parte del arte público de Lozano se ha ejecutado por encargo gracias a una proclama extendida entre los políticos a lo largo del planeta: “revitalizar sus ciudades”.
Para cumplir el cometido, el artista mexicano plantea que, en tiempos no muy lejanos, la sociedad interactuaba a través de una economía industrial mientras que hoy día se ha mudado a una postindustrial o de servicios. Con esto como base, el mexicano se pregunta cómo atraer a la población a la zona céntrica de los asentamientos.
Los políticos, comparte, deducen que revitalizar una ciudad significa colocar, por ejemplo, lámparas del Siglo XIX, empedrados y tiendas de conveniencia. El objetivo de su especialidad es muy distinto.
Una obra emblemática de este creador es la intervención denominada Body Movies (2002) que consistió en colocar reflectores de grandes dimensiones en una plaza pública. Las luces iluminaban un lienzo donde se reflejaban las siluetas de los transeúntes.
Otro ejemplo se concretó en marzo pasado en la Ciudad de México, el encuentro Mextrópoli. Una reunión de arquitectura y ciudad diseñada con el fin de mostrar la realidad que comparten los habitantes de la mancha urbana. Se reunieron proyectos cuyo común denominador era la inquietud por generar una reflexión sobre la ciudad. La cita tuvo el plus de compartir experiencias internacionales respecto a este tema.
Rafael Lozano-Hemmer, conocido por sus instalaciones interactivas, ofreció una presentación en torno a la remediación del espacio público a través del arte. Presentó doce propuestas en video, tres de ellas para la ciudad de México, instalaciones novedosas que se ejecutaran en 2019.
Respecto a su participación en este evento, Lozano-Hemmer compartió al sitio web huffingtonpost.com.mex su postura. Los espacios, indicó, son ahora privados en lugar de públicos. Un centro comercial, explicó, tiene un régimen de conducta. Los diseños urbanos que separan las distintas funciones de la ciudad roban la pluralidad y la diversidad que hacen que una ciudad sea vibrante.
Para Rafael, trabajar en espacio público es una cuestión preventiva, es decir "no perdamos este espacio, ocupémoslo”.
La misión entonces es idear la manera en que la gente acuda y participe en actividades más allá de la compra, que encuentre un atractivo que lo motive a interrumpir la dinámica que lo traslada del trabajo a la casa.
TECNOLOGÍA
El trabajo del mexicano radicado en Canadá está sustentado en el uso de nuevas tecnologías. El artista posee una postura definida sobre ese tema: en lugar de que el espectador busque algo en la obra, la obra debe buscar algo en el público para así obtener un desarrollo que no esté bajo el control del creador.
Invitar a la interacción es una herramienta que le sirve a Rafael para crear intimidad, para forjar una relación de complicidad con el público. De entrada, establece una plataforma incompleta; la integración con el asistente es necesaria para interpretar y resaltar aspectos y extraer una conclusión.
Es la retroalimentación un elemento muy buscado por Lozano-Hemmer porque la experiencia ajena es la construcción que está fuera del control del artista. El autor, señala, no puede ser prescriptivo sobre la obra, no debe preocuparse por identificar cuál es el desenlace, cómo va a verse, qué es lo que la gente va a hacer o no va a hacer.
Esa libertad está presente aunque él está consiente de que sus obras seducen al espectador para que participe y, al mismo tiempo, lo vigilan. Hay una vocación de control, de supervisión, que se presenta y es problemática. Considera que existe una cierta violencia en sus obras debido a la interactividad, un lenguaje que está ahí para asegurarse que el contenido de sus obras se encuentra en la periferia del control del autor.
Por esa vía, su acercamiento con la tecnología se vuelve poco menos que inevitable. No emplea la tecnología porque sea algo 'original', 'nuevo', 'rompedor' o 'futurista', asegura que trabaja con ella por coherencia.
Si nuestra economía se basa totalmente en intercambios virtuales de información en redes globalizadas. si nuestra política funciona por medio de estas mismas redes, si el medio ambiente se deteriora gracias a procesos innovadores de transformar la naturaleza por más que alguien habite en una región donde no exista ni televisión ni teléfono, ya forma parte de una cultura tecnológica. El idioma, ha llegado a dilucidar, puede desaparecer porque todos los medios de información se están concentrando en grupos mainstream (corriente principal). Si en los años setenta existían 73 empresas que manejaban las redes de información, hoy día son sólo cinco, por tanto, hay una concentración de la globalización tecnológica.
Rafael piensa que si el publico está expuesto, en promedio, a ocho horas diarias de medios de información (como la televisión o el celular), simplemente no puede imaginarse cómo sería el mundo sin la tecnología que lo hace posible. Para comprender a las personas hay que tener en cuenta que su identidad ya está tecnológicamente mediatizada.
Lozano-Hemmer habla sobre tecnología dependiendo de quién sea el sujeto con el que se encuentre intercambiando información. Si su diálogo es con personas del mundo del arte, donde las humanidades tienen una visión muy utilitaria de la ciencia y la tecnología, comparte una versión positivista de sus percepciones. También comenta que la ciencia contemporánea es un lugar de inmensa incertidumbre, donde lo que sucede es muchísimo menos lineal de lo que se pretende en las humanidades.
Twitter: @BeatsoulRdz