
Todo cae por su propio peso
Entre todas las cosas que deberíamos conocer sobre la vagina, uno de los datos más importantes es que en algún momento de la vida de la mujer, ésta puede llegar a salirse de su cuerpo. Así como lo lees, y no es un relato sacado de algún programa de casos médicos inusuales, por el contrario es un padecimiento que afecta a un gran número de mujeres, pero del que raramente se habla.
Así como la vagina puede sufrir de un prolapso, también los otros órganos que se encuentran alojados en la zona pélvica de la mujer están en peligro de descender.
A nivel mundial los porcentajes de incidencia del prolapso pélvico son altos, en Estados Unidos un 44 por ciento de las mujeres lo padecen en alguno de sus grados, y particularmente en México 5.7 millones de mujeres de entre 40 y 60 años tendrían un diagnóstico de incontinencia urinaria de esfuerzo de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas.
Se calcula que el riesgo de que una mujer sea operada por un caso de prolapso es del 11 por ciento y un tercio de esa población requerirá una re intervención en el futuro.
El doctor Francisco Javier Fraire González, especialista en urología ginecológica, asegura que aproximadamente un 70 por ciento de la población de mujeres va a tener esta patología, independientemente de la edad de su vida. En el lapso de los 50 a los 60 años, las probabilidades aumentan, sin embargo no todas las mujeres van a tener un prolapso grave.
Para entender cuales son las causas de este padecimiento y cómo llegan a afectar la calidad de vida de las mujeres, el especialista en urología nos explicó detalladamente qué sucede cuando estas estructuras van en declive.
¿Algo se cayó?
El área pélvica de la mujer está compuesta de tejidos, mismos que ayudan a soportar el peso y mantener en su sitio a la vejiga, la uretra, el recto, el útero y el intestino. Debido a múltiples factores y a el envejecimiento, estas estructuras van perdiendo fuerza, se debilitan y terminan por caer.
El término para esta problemática es prolapso de órganos pélvicos y se define como la pérdida de la función de la estructura del suelo pélvico.
Muchas veces se piensa que los partos son una predisposición al prolapso, pero de acuerdo al doctor Fraire González, las causas son multifactoriales. “Mientras más avance tu edad, pues estás más propenso por el hecho de que se pierde elasticidad, como en la piel o en alguna estructura de nuestro cuerpo, va envejeciendo con nosotros”, comenta el especialista.
Los embarazos son otro factor de riesgo independientemente de como se realice el parto, esto debido a que aumenta el tamaño del útero, la presión y se tiende a cargar las estructuras hacia abajo. Entre más embarazos se tengan, aumenta el riesgo. “El parto en si también es un factor, pero sin decir que la cesárea es protectora”, aclara el doctor Fraire González.
La menopausia es otra condicionante para que se empiece a manifestar un problema de prolapso, esto a causa del déficit de estrógenos que afecta a la mujer y por el cual las estructuras resultan más afectadas.
Entre los agravantes se pueden mencionar los que responden directamente al estilo de vida que lleva la paciente como la obesidad y el tabaquismo, pero la tos crónica también entra en esta categoría.
No es una molestia normal
Todo puede comenzar con pequeñas fugas de orina que la paciente considera normales, pero el doctor Francisco Javier Fraire González sostiene que no debe de ser así. “Hay infinidad de pacientes que usan protectores y piensan que eso es normal, no lo es porque así no naciste”, puntualiza el especialista.
La mayor parte de las pacientes dicen sentir un bulto en su vía vaginal, pero también pueden experimentar incontinencia fecal, dolor o molestia durante las relaciones sexuales, micción involuntaria o chorro de orina inestable, dificultad en los movimientos intestinales e infecciones urinarias recurrentes.
“La tasa es muy alta y desgraciadamente hoy muchas personas se quedan con el tabú de la pena de atenderse y el padecimiento se va agravando”, agrega Fraire González.
Si el prolapso no se atiende de manera oportuna, puede avanzar y llegar hasta una intervención quirúrgica. La cirugía tiene una efectividad del 90 por ciento a los 5 años, pero los problemas después del procedimiento van a depender de la paciente.
“La mujer ya no va a levantar objetos de más de 5 kilos, tiene que controlar su peso (…) y muchas veces damos un aporte estrogénico para ayudar a los tejidos a que tengan fuerza”, puntualiza Fraire González.
Del síntoma a la emergencia
De acuerdo al sitio web ThedoctorOZ, se han presentado casos severos en los que el útero sale de la vagina. “Uno de mis pacientes me hablo desde su bañera llorando y diciendo que algo flotaba fuera de su vagina”, ralata la doctora autora del artículo, en uno de los testimonios que recoge.
No todos los prolapsos tienen el mismo grado e incluso son catalogados por la estructura anatómica de la pelvis que ha descendido.
Cuando la vejiga cae dentro de la vagina se trata del tipo cistocele; el tejido conectivo de la pared delantera de la vagina se debilita, pierde su adherencia a la pelvis y cae. Es el más frecuente de los prolapsos y en ocasiones se pueden referir a el como el de “vejiga caída”.
El rectocele sucede cuando el recto cae dentro de la vagina, de una manera similar al cistocele pero en este caso el recto se abulta dentro o incluso dentro de la vagina. La paciente presenta dificultad o dolor durante los movimientos intestinales con este prolapso.
Si hablamos de que el intestino está relacionado, entonces es de tipo enterocele. Aquí el intestino delgado empuja la parte posterior de la vagina hacia la apertura. Generalmente ocurre acompañado de otro tipo de prolapso y ambos se reparan durante el mismo procedimiento.
En caso de que a la mujer se le haya realizado la histerectomía, las estructuras naturales de soporte proporcionadas por el útero ya no existen. Aquí la complicación se puede presentar cuando la parte superior de la vagina se empuja y cae sobre la parte baja de la vagina, causándole así un prolapso de cúpula vaginal.
Finalmente para las mujeres que aún tienen útero, los tejidos que lo sostienen también pueden encontrarse dañados, permitiendo que el útero caiga dentro de la vagina; a esto se le llama prolapso uterino.
En cuanto a la gravedad del prolapso puede medirse desde un grado 1 y 2 que no se operan, hasta un grado 3 y 4 que generalmente se resuelven mediante intervención quirúrgica.
¿Tengo un problema?
El diagnóstico del prolapso se hace por medio de la consulta, al tener alguno de los síntomas que ya se mencionaban, la paciente tiene que acudir a la brevedad posible con el médico para que este la revise.
Los expertos en el tema son los uroginecólogos, pero los ginecólogos también reciben entrenamiento en el tema, así que pueden detectarlo de manera inicial.
Para llegar saber la gravedad de su caso, es necesario clasificar el prolapso mediante la escala propuesta por Bump, durante la maniobra de Valsava.
En ella se determina el alcance del prolapso del útero y de la vagina, su posición en reposo y con presión. De forma adicional se realiza una exploración mediante la palpación y visión con espéculo en la que el suelo pélvico será analizado.
También se puede llegar a emplear un análisis de orina, una ecografía de la vejiga y riñones y un estudio urodinámico, cuando ya se ha presentado incontinencia urinaria asociada.
¿Cómo se actúa?
Cuando los síntomas son leves, el especialista recomienda cambios en el estilo de vida que pueden llegar a aminorar el padecimiento. El primer tratamiento que se indica son los ejercicios de Kegel para fortalecer la musculatura pélvica; estos consisten en contracciones repetidas de los músculos del piso pélvico y se reconocen porque son los encargados de retener el flujo de orina. Una rutina de ejercicios Kegel ayuda a fortalecer y mantener la elasticidad de la pelvis.
En la categoría de los tratamientos no quirúrgicos también se prescribe el uso de un pesario, un dispositivo que se utiliza en la parte superior de la vagina y que está diseñado para sostener el tejido que lo rodea. El médico especialista será el encargado de determinar cuál es el mejor diseño y tamaño para el caso.
En el caso de los tratamientos quirúrgicos hay cirugías en las que se usa el mismo tejido de la paciente y hay otras opciones en las que se emplea instrumental especial para fijar de nuevo las estructuras.
También se puede optar por las mallas, para contrarrestar lo caído y la incontinencia.
La finalidad de cualquier intervención quirúrgica debe de ser una cirugía de mínima invasión, en la que la paciente pueda salir caminando en dos días. Hay cirugías más difíciles pero hay que darle a la paciente opciones.
“Generalmente las pacientes que se someten a esta cirugía, duran dos días internadas. Si son trabajadoras, después de la alta, se les da una incapacidad de 21 días y durante mes y medio les pido que no hagan actividad física importante”, señala Fraire González.
Su vida laboral después de la cirugía tiene que ser de lo más tranquila posible, la mujer se irá incorporando de nueva cuenta a su vida y finalmente al mes y medio puede reactivar su actividad sexual.
Todos estos pasos condicionarán su total recuperación, además de que ya no podrá levantar objetos de más de 5 kilos, tendrá que controlar su peso y deberá practicar los ejercicios de piso pélvico para prevenir un descenso posterior.
La vida después del prolapso
De acuerdo al especialista Francisco Javier Fraire González, muchas pacientes piensan que llevan una vida normal, pero cuando van con el ginecólogo y siguen el tratamiento, vuelve su calidad de vida inicial y mejorada.
“Se acaba la sensación de molestia, ya pueden integrarse a su vida sexual, ya no presentan incontinencia, entonces es una mejoría impresionante”, comenta Fraire González.
Hay quienes tienen dudas de como será su vida después de haber pasado por un prolapso, particularmente hablando de la actividad que pueden realizar.
Lo primero que se debe de tomar en cuenta es que no se debe dejar de practicar ejercicio, no obstante esta actividad física tendrá que ser con la menor cantidad de presión abdominal.
El médico Fraire González recomienda a todas las mujeres practicar yoga y pilates, los cuales son efectivos para fortalecer de forma indirecta la musculatura pélvica.
También es recomendable realizar ejercicios de bajo impacto como la bicicleta estacionaria, la caminata, el baile, la natación o escalar.
En el tema de la maternidad, el prolapso no representa peligro para que una mujer se convierta o no en madre. Las pacientes que presentan prolapso generalmente pueden tener bebés.
“Hemos tenido pacientes que llegan a una edad de 35-38 años, que no han tenido bebés y que con el prolapso se conserva el útero (…) hay técnicas en las cuales se repara el prolapso, sin necesidad de realizar una histeroctomía”, señala Fraire González.
La alimentación y el control del peso también serán condicionantes para que la paciente no tenga una recaída de su prolapso, y otra herramienta efectiva es la rehabilitación del piso pélvico.
Toda paciente que sea diagnosticada en consulta, es candidata a someterse a rehabilitación. Inclusive en los países de primer mundo las mujeres que tienen un embarazo y parto, acuden a rehabilitación para evitar la aparición de este tipo de problemas.
Aún existen pacientes que no se atienden por falta de información y pena, pero conforme el estilo de vida va cambiando, las tasas de obesidad aumentan, al igual que otros factores que predisponen este padecimiento. Hoy en día hay muchas técnicas y tratamientos, pero es necesario tener una valoración profesional y con ello evitar que el día a día se convierta en un peso en nuestras caderas.
Si tengo incontinencia, ¿Tengo un prolapso?
Al ser uno de los síntomas más recurrentes del prolapso se puede llegar a pensar que la incontinencia urinaria es un factor para el diagnóstico de este padecimiento, sin embargo, es posible que la incontinencia presente su sintomatología específica.
Esta puede deberse a dos causas principales, la hipermovilidad uretral y la deficiencia del esfínter uretral.
Para llegar a su diagnóstico en necesario revisar la salida de orina durante la maniobra de esfuerzo Valsava con la vejiga llena. El examen se complementa con una prueba Q-tip y con la medición del volumen de orina residual postmiccional.
Una de las herramientas más efectivas para prevenir y combatir la incontinencia son los ejercicios Kegel, que también previenen el desarrollo de un prolapso.
Fuentes: Entrevista con doctor Francisco Javier Fraire González, www.bardmedical.com, www.cenetec.salud.gob.mx