
Arzach y Buba.
El artista mexicano José Quintero lleva más de 20 años dedicándose profesionalmente a la ilustración, pero toda una vida desarrollando una identidad gráfica que ayuda a definirme como persona a través del dibujo.
El artista gráfico mexicano José Quintero (Ciudad de México, 1971) tiene una trayectoria profesional de más de 20 años. Su trabajo, que abarca la ilustración y la historieta, ha poblado las páginas de diversas publicaciones de circulación nacional, como La Jornada, Milenio, El Universal y El Financiero, Quo, Mad En México, Expansión, Milenio Semanal, LaRevista, Emeequis, Contralinea, La Mosca en la Pared, El Chamuco, Gatopardo, Chilango, Variopinto y Emeequis. Y entre los medios internacionales que han albergado su creaciones están el Monográfico de España, la Beaux Arts Magazine de Francia, el Cómic’s Journal de Estados Unidos y Acme de Colombia.
Fue fundador y colaborador en la revista Gallito Cómics (1992-2000). Ha participado en la antología de historieta contemporánea Sensacional de Chilangos (2001) y en el compendio de historieta mexicana ConSecuencias (Madrid, 2005). Es autor del fanzine Planeta Dios, Planeta Buba, Planeta Muerte (2002); y bajo su sello, Ediciones Mono Barroco, ha publicado los libros Buba Volumen 1 (2000-2014), El Pote, un bohemio ya sin fe (2011), Flor de Adrenalina (2012), 13 Muertes de Buba (2013) y Buba Volumen 2 (2014).
DE DIBUJANTE A ILUSTRADOR PROFESIONAL
De formación autodidacta, José Quintero reconoce entre sus influencias estilísticas a “una legión de autores”, como Quino, Rius, Jodorowsky (con sus Fábulas pánicas), Jack Kirby, Mike Mignola, Jim Woodring y Daniel Clowes, “Pero a quienes he estudiado a detalle y por quienes guardo un cariño particular son Robert Crumb, Moebius y José Guadalupe Posada”, confiesa.
José Quintero cuenta en entrevista exclusiva con Siglo Nuevo que su primer acercamiento con el dibujo ocurrió cuando contaba con apenas cuatro o cinco años de edad; desde entonces “he venido desarrollando no sólo mis habilidades como dibujante, sino una identidad gráfica que ayuda a definirme como persona”, afirma.
En esos años pueriles, señala, la actividad gráfica tuvo un papel determinante en su vida porque le permitió pasar muchas horas conociéndose y dialogando consigo mismo a través del dibujo.
Posteriormente, “del impulso lúdico que duró toda mi infancia, pasé -ya en la adolescencia- a tomar una consciencia vaga de su importancia para comunicar ideas. Creo que conocer el trabajo de Rius fue lo que me hizo entender que el dibujo no importa sólo por sus valores estéticos, sino por la forma en que ‘viste’ una serie de ideas subyacentes”.
No obstante este descubrimiento, asegura que nunca se propuso ser ilustrador, sino que las circunstancias lo fueron llevando.
“Debuté profesionalmente como historietista y durante algunos años anduve publicando felizmente en un suplemento de historietas y alguna que otra revista cultural. Cuando se cerraron esos espacios, las únicas opciones laborales remuneradas estaban en la industria editorial o bien en la publicidad, así que me vi obligado (como todos los dibujantes de mi generación) a profesionalizarme como ilustrador, que es una forma totalmente distinta de ejercer el dibujo. No quisiera dar una idea equivocada, la ilustración me ha representado los retos profesionales más importantes -tanto discursivos como estéticos y técnicos- pero ha sido gratificante en la misma medida”, relata.
La calidad técnica de José Quintero es pasmosa, la maestría con que maneja las técnicas digitales se manifiesta en cada una de sus ilustraciones y viñetas, todo en ellas es un deleite visual, la composición, el detalle y cuidado de los trazos, las paletas de colores que emplea. Pero más allá del lenguaje estético, Quintero cautiva por el discurso crítico y humano que subyace en toda su obra, así sean las ilustraciones de corte político, social, cultural o de entretenimiento que realiza por encargo, como en su propuesta artística. Y es que aunque en cuanto a la técnica tengan elementos comunes, el artista separa de manera muy tajante su trabajo comercial de su trabajo personal, el primero, según ha comentado, sigue ciertos parámetros que califica como rutinarios, mientras que el segundo es más intuitivo, emocional, está más relacionado con la improvisación.
“Hay algo que muy probablemente no se note en las ilustraciones publicadas y por eso me parece pertinente comentarlo: nunca abordo una historieta, ilustración o dibujo de manera automática o burocrática (salvo en el trabajo comercial, pero esa es otra historia). Cada dibujo representa una oportunidad irremplazable de avanzar en mi exploración personal y creativa. Tengo que decir también que aunque casi nunca consigo logros notables, la intención de ir más allá es una constante”, detalla.
Quizá para quienes sigan su labor, el sello estilístico de José Quintero sea reconocible en cada una de sus creaciones, pero para él resulta difícil definir su estilo, “y no porque no sea consciente de mis méritos gráficos. Claro que puedo ver en mi trabajo algunas virtudes, algunas innovaciones técnicas e incluso aportaciones estilísticas; pero me rehúso a definirme porque creo que es un juicio que corresponde más bien al lector”, explica.
Sobre sus obsesiones temáticas señala que le han interesado sistemáticamente aquellos “que el poeta Miguel Hernández resumió a manera de verso: 'llegó con tres heridas, la del amor, la de la muerte y la de la vida'. El resto de los temas (o subtemas) son variantes de estos tres pilares de la psique humana”
BUBA, UNA PEQUEÑA EXISTENCIALISTA
Al igual que el trilobite, que de ser se desespera / Con el alma bocabajo voy besando las aceras / Largamente fatigada por el cáncer de la pena / Fatalmente sepultado por el polvo y la tristeza / Otrora blando peluche, luego piel, luego madera / luego sal que se endurece, luego fósil, luego piedra / Apenado de mi muerte, esculpido en la vergüenza / ¿No deduces de mi muerte, que es la vida quien me entierra?
Este es uno de los versos que acompaña una de las tiras de Buba Comix, la historieta que ha convertido a José Quintero en un autor de culto.
Corría el mes de agosto de 1989 cuando José Quintero, por la imperiosa necesidad de entregar una historieta para el diario La jornada, y ante la momentánea de carencia de ideas, se vio en la penosa necesidad de plagiar a Buba, el personaje autobiográfico creado por su pequeña hermana Ceci.
Buba es un personaje de siete años de edad, sumamente introspectiva, que transmite sus ideas y reflexiones a través de versos o poemas. La estructura de esta historieta obedece al interés particular de Quintero por ofrecer un cómic completamente diferente a lo que se puede encontrar en los puestos, con temáticas y formato completamente originales. Buba no sigue una trama todo lo que ocurre son reflexiones.
“Otros autores ya han combinado versos e historieta (por ejemplo en los llamados cómic clips, que ilustran letras de canciones), pero lo característico en Buba es la forma orgánica en la que se integran todos esos elementos y en la fidelidad a ese formato. En las páginas más afortunadas de Buba, las palabras y las imágenes se funden hasta crear un tercer elemento poético que ya no es letras ni dibujos, sino algo distinto y casi indefinible. El verso, la metáfora, la melodía e incluso el humor son juguetes naturales para Buba”.
Buba se ha convertido en una especie de álter ego del autor, quien parafraseando al cantautor Javier Krahe, ha dicho que él sólo habla de su vida privada en sus cómics.
“Buba es un personaje valioso y entrañable, pero sobre todo útil. Es un vehículo que me permite comunicar ideas y emociones íntimas sin sentirme expuesto o avergonzado ante el ojo público. Hay una transferencia emocional del autor hacia el personaje que ayuda no sólo a focalizar la atención en este último, sino a darle vida. Creo -inmodestamente- que Buba es un personaje muy sólido justamente porque los sentimientos que la animan son absolutamente reales, no ficcionados en el mismo sentido que la gran mayoría de los personajes imaginarios”, comparte.
A pesar de que los temas que presenta son más complejos de lo que el público puede encontrar en los cómics tradicionales, Buba es un personaje que ha logrado cautivar a un buen número de lectores de todos lo géneros y edades, “me conmueve mucho la manera en la que Buba se ha ganado su derecho a existir independientemente del autor. En alguna época en la que llegué a considerar mi renuncia al cómic e incluso al trabajo autoral, fueron los lectores quienes mantuvieron con vida al personaje, haciéndome llegar mensajes, poemas, fotos de tatuajes, pintas, stickers, esculturas, dibujos propios de Buba etcétera, hasta que me convencí de que todo eso no eran sino manifestaciones del deseo de vivir de la propia Buba, que ya es un ente colectivo por derecho propio. Y heme aquí, dibujando historietas nuevamente”.
José Quintero tiene una visión muy crítica con respecto al panorama actual de la gráfica a nivel mundial y nacional, y si bien concuerda con que en términos de proyección el internet es una heramienta valiosa, se muestra escéptico con respecto a las 'bondades' que este ofrece en cuanto al intercambio de ideas que enriquezcan a la ilustración, pues opina que la viralización de ideas y trabajos a través de la red de redes sólo nutre una visión hegemónica del la ilustración y del mundo.
“El mal llamado proceso de globalización consiste justamente en eso, estandarizar los criterios hegemónicos occidentales y hacerlos pasar por universales, ocultando las diferencias de facto entre 'el norte opulento' y las periferias culiempinadas. (...) Echo de menos un carácter nacional en la gráfica mexicana (dicho esto en el sentido original de el lugar de los nacimientos y no en el sentido peyorativo) o, para decirlo sin dar lugar a malas interpretaciones, creo que hace falta desarrollar un estilo auténtico, no sometido ideológica y estéticamente a los cánones occidentales. Diré también que el nivel técnico de los dibujantes me parece muy notable y creo que no hay mucho más que destacar”, concluye.
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