Punto de vista
El origen de los conflictos y de las posiciones antagónicas en la naturaleza humana, que llegan a enemistar, confundir la lealtades, incluso a la violencia verbal y física; radica, cuando una persona o grupo trata de imponer su mundo, creencias, verdades, sus realidades a otra persona o grupo. Ignorando que los demás, también tienen sus propias convicciones sobre su mundo, verdades, creencias y realidades. Ambos, llevados por la ceguedad de sus pasiones y un orgullo cargado de soberbia; donde se ignora el sagrado derecho de disentir, de respetar y de ser tolerantes con el libre discernimiento y opciones de vida de los demás.
Si se quiere convencer a los otros, entonces, se tendrá, con cierta dosis de humildad, ponerse en los zapatos de los demás para conocer desde dentro, desde las tripas e historia de aquellos con quien discrepa, a lo mejor, no para cambiarlos ni transformarlos, menos juzgarlos o descalificarlos. Por aquello que alguien escribió: “amar al otro es beberse su historia”. Quizá, desde ese espacio, de respeto y tolerancia se pueda ir construyendo relaciones humanas mutuamente incluyentes...
Hace más de dos mil años el Maestro de Galilea creo una Universidad para la vida. Donde sus principales valores y principios son: el respeto, la tolerancia, la justicia y la paz , la verdad, la libertad, el perdón, sobre todo la misericordia. Eso es lo que quiero ver en los caminantes del asfalto. En los pasos marchantes, unas veces conscientes y la mayoría; desgraciadamente, guiados en la euforia de la carencia del sentido crítico que, considero, es de lo que carecemos cierta mayoría en nuestro país. Nos enredamos y peleamos por conceptos como lo es “matrimonio” “reformas” “aborto” “educación” hasta al mismo Cristo lo consideramos como propiedad privada para enarbolarlo ideológica y políticamente. Se llegó el tiempo de negociar o legitimar relaciones, que históricamente, hoy, claman sustento jurídico y socialmente necesario. Por aquello que ese mismo Maestro de Galilea aseveró: “Estar alertas a la manifestación de los signos de los tiempos” no para hacernos de la vista gorda, sino valientemente cambiar nuestras mentalidades atrofiadas y aceptar lo que conlleva esos principios y valores. A lo mejor el rumbo de las callejoneadas y sus gritos flamígeros, acusatorios, de uno y de otro lado, quizá cambien de rumbo.
Fernando Mendoza Castañeda
Zapopan Jal.
