Afecto. El Papa Francisco abraza a dos fieles durante el encuentro con jóvenes realizado en Morelia, Michoacán. (EFE)
En un emotivo discurso, entre leído e improvisado, el Papa Francisco advirtió ayer a los jóvenes mexicanos de las mentiras y los riesgos del narcotráfico y les dijo: "Jesús nunca nos invitaría a ser sicarios, sino que nos llama a ser discípulos".
El Sumo Pontífice celebró ayer en el estadio José María Morelos y Pavón de Morelia un encuentro multitudinario, con cerca 100,000 jóvenes, en la cuarta jornada de su viaje a México.
Con un lenguaje directo y coloquial, Jorge Mario Bergoglio les animó a no caer en las tentaciones del dinero fácil que llega del narcotráfico o de la criminalidad.
"Es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte", enfatizó.
"Es mentira que la única forma que tienen de vivir los jóvenes aquí es en la pobreza y en la marginación", agregó.
Y les invitó a seguir a Jesús, porque "es Jesucristo el que desmiente todos los intentos de hacerlos inútiles, o meros mercenarios de ambiciones ajenas".
Luego de escuchar los mensajes de Daniela, Rosario, Roberto y Alberto, jóvenes que denunciaron ante el Obispo de Roma la exclusión y la falta de oportunidades que padece la población juvenil en México, Francisco les dijo: "no se dejen excluir, no se dejen desvalorizar, no se dejen tratar como mercancía".
Les advirtió de la amenaza de creer "que empiezas a ser valioso cuando te disfrazas de ropas, marcas, del último grito de la moda, o cuando te vuelves prestigioso, importante por tener dinero pero, en el fondo, tu corazón no cree que seas digno de cariño, digno de amor".
De forma insistente, el Papa dijo a los jóvenes: "ustedes son la riqueza de México". Pero admitió que es difícil "sentirse la riqueza (del país) cuando nos vemos expuestos continuamente a la pérdida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror".
Y los convocó: "para que esta riqueza movida por la esperanza vaya adelante hay que caminar juntos, hay que encontrarse, hay que soñar. ¡No pierdan el encanto de soñar! ¡Atrévanse a soñar!".
Para concluir, Francisco les comentó que si siguen sus consejos "no tendrán el último gran carro en la puerta, no tendrán los bolsillos llenos de plata, pero tendrán algo que nadie nunca podrá sacarles, que es la experiencia de sentirse amados, abrazados y acompañados".