Siglo Nuevo

Alejandro Aravena

La arquitectura comprometida

Facultad de Matemáticas de la Universidad Católica de Chile
(Santiago, Chile). Foto:Tadeuz Jalocha

Facultad de Matemáticas de la Universidad Católica de Chile (Santiago, Chile). Foto:Tadeuz Jalocha

Hugo Estrada Reyes

Alejandro Aravena es la imagen del arquitecto actual, su arquitectura no inicia en la forma o la función, sus diseños son una respuesta a una necesidad social del entorno.

Alejandro Aravena (Santiago, Chile. 22 de junio de 1967) hijo de padres maestros, aprendió desde su infancia la importancia de ahorrar (recordemos que el país chileno tuvo una economía frágil durante el gobierno de Augusto Pinochet); según el propio Aravena, sus primeros años de vida le enseñaron e influyeron en su etapa profesional. Una de estas enseñanzas es la importancia de administrar los recursos. Ha manifestado en diferentes ocasiones, que cuando existen los recursos también existe el derroche, pero cuando los recursos son escasos aparece la creatividad. Perteneciente a una clase social media, adquirió el hábito de aprovechar cada oportunidad que se le presente.

Su adolescencia transcurre en la década de los ochenta; con un gobierno que otorgaba pocas libertades en general y en particular para las diferentes expresiones y manifestaciones culturales, nunca tuvo claro qué estudiar, pudo haber escogido una carrera como músico o estudiar danza, sin embargo, elige arquitectura e ingresa a la facultad de arquitectura, diseño y estudios urbanos de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Su paso por la universidad es importante para sus futuros proyectos, siempre ha agradecido su formación universitaria y le da el mismo valor tanto a los buenos como a los malos profesores.

Ya que piensa que un buen profesor es aquél que te otorga el conocimiento, en base a su experiencia, te comparte sus puntos de vista siempre basados en una teoría aplicada, quien no se guarda nada, pero un mal profesor te ayuda a completar tu formación, te forja el carácter, te provoca investigar más y buscar argumentos sólidos porque quieres demostrarle que está equivocado.

LA PREGUNTA PERFECTA Y LA RESPUESTA CORRECTA

En palabras de Alejandro, Chile no cuenta con una tradición arquitectónica ni grandes construcciones prehispánicas o de la época de la colonia, esto para un arquitecto o estudiante de arquitectura te da cierta desventaja para el análisis o estudio y a esta situación se suma el período militar en que el intercambio cultural fue escaso y la arquitectura chilena estuvo condenada a un estancamiento.

En medio de estas circunstancias, Aravena, más que reprochar las pocas opciones que tenía para medir, analizar y comparar la arquitectura, agradece que su país no tenga una influencia de estilos y que se haya conservado aislada, por decirlo de una manera, de las modas, como sucedió al final del siglo pasado, cuando el posmodernismo invadió prácticamente todas las ciudades del mundo.

Después de egresar de la facultad de arquitectura se dedicó a viajar, a buscar ese cuerpo de conocimiento que tuvo restringido durante su formación académica, fue a Europa y completó esa formación, cursando posgrado en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia.

A su regreso a Chile, se planteó la pregunta más transcendente, ¿cómo hacer arquitectura? ¿Cómo responder a un desafío donde el cliente no vea más allá de un diseño de una construcción vista como un símbolo o simplemente un edificio bonito?

Ante esta perspectiva, decidió apartarse la arquitectura por dos años. Prefirió no hacer nada, ocupó su tiempo para otras cosas nada relacionadas con la arquitectura. Sentía que después de haber visto arquitectura ancestral y arquitectura de vanguardia, cualquier proyecto que le llegara a sus manos debía de contar con una idea de arquitectura de nivel de exigencia alto. Ofrecer una respuesta sólida, no quería responder de una manera mediocre.

CIMIENTOS SÓLIDOS

La primer gran oportunidad para mostrar su talento fue la Facultad de Matemáticas de la Universidad Católica de Chile (Santiago, Chile; 1999). Es un edificio moderno, donde le da protagonismo a la horizontalidad; no agrede, respeta la escala, la integra muy bien al paisaje pero deja de manifiesto que aún no logra un lenguaje propio como arquitecto. En este edificio podemos ver conceptos que después desarrolla con mayor profundidad en otras construcciones (interacción de las zonas, una arquitectura que se viva hacía adentro del edificio, la convivencia de las personas que ocupan el espacio), es el primer atisbo de la arquitectura que quiere lograr.

El segundo desafío fueron las Torres Siamesas (Macul, Chile; 2005), desde su planeación se nota la madurez y la experiencia adquirida. De manera rápida supo cuál era el método de diseño que tenía que seguir para encontrar su propio lenguaje, el problema a resolver fue: hacer un edificio que le diera identidad a un entorno determinado, albergar una área de trabajo con computadoras de grandes dimensiones para una capacidad considerable de personas, pero sobre todo un edificio innovador.

Hablar de una arquitectura de este tipo es pensar en dos materiales fundamentales que otorgan la personalidad al proyecto: cristal y acero.

Su respuesta fue un par de torres que en la planta baja están unidas y conforme va ganando altura se separan. Lo interesante de este proyecto fue construir un edificio de dos pieles, es decir la primera piel, la interna se conforma de una estructura de un concreto inteligente que permite ser térmico, la segunda piel, la externa, es una estructura de acero cubierta de cristal pero que no llega hasta el suelo esto permite la entrada de aire fresco, el espacio entre ambas pieles es aire.

Con esta solución reduce la radiación solar hacia la estructura de concreto y minimiza el efecto invernadero. Las Torres Siamesas es el principio de las ideas claras que quería explorar y es el primer signo que introduce al lenguaje arquitectónico, su propia forma de resolver las preguntas.

VIVIENDA Y COMPROMISO SOCIAL

Aravena es cofundador de un colectivo de arquitectos llamado ELEMENTAL, el cual se dedica a trabajar en proyectos de vivienda social pero con una superficie que les permita a futuro crecer su vivienda, a este modelo le llaman vivienda incremental. En 2003 el colectivo en una propuesta para vivienda social de bajo costo (Quintas Monroy, Iquique Chile). La propuesta consistió en comprar un terreno de dimensiones más grandes a las de cualquier vivienda de tipo social pero no ocupar todo el terreno con la construcción, solamente construir los básico, lo elemental. Posteriormente la persona que ocupe la vivienda tendrá la posibilidad de crecer su construcción en base a sus necesidades, otorgándole además una especie de personalidad propia y ejercer el sentido de la apropiación. Este modelo ha sido multiplicado en diferentes ciudades de Chile, y en México, en la zona conurbada de Monterrey, se desarrolló un fraccionamiento con estas características.

El pasado mes de abril Alejandro Aravena recibió el premio Pritzker, el máximo premio otorgado en el campo de la arquitectura, sus mejores proyectos aún no los diseña ni construye, es el primer paso para ver una arquitectura de compromiso social, el regreso al origen. El diseño debe de responder preguntas y solucionar necesidades, más allá del discurso estético o de formas, la arquitectura de los años próximos debe de tener capacidad de síntesis, ser incluyente y colaborativo con otras disciplinas, integrar temas sociales, económicos, culturales y políticos, todo esto, por supuesto, es complejo. Las ciudades demandan proyectos comprometidos, esta nueva forma de ver la arquitectura y el urbanismo es necesaria, es totalmente elemental.

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