Se dice que "el que perdona pierde", y Santos perdió dos puntos que parecía ya tener en la bolsa. Frío ambiente se presentó en el TSM en cuanto a la temperatura, pero los espectadores lograron vencerlo en un horario que fue el original del TSM, y que parece ser extrañado por los laguneros.
Desde antes del inicio del partido los aficionados volteaban de vez en vez al cielo para observar los llamativos relámpagos que hacía predecir la lluvia, invitada incómoda y poco frecuente en los estadios torreonenses. Buen número de camisetas rojas desfilaban por las explanadas del TSM, repletas de los tradicionales juegos y activaciones de las marcas patrocinadoras que hacen su lucha por llamar la atención.
Parecía que había quedado en "finta" la caída de lluvia, sin embargo Tláloc esperó hasta que faltasen pocos minutos al silbatazo inicial para hacer su travesura, y quienes ya estaban ubicados en sus butacas recularon buscando las zonas techadas para resguardarse de la lluvia y de paso del frío aire que soplaba. Los equipos saltaron a la cancha encontrando menos gente en la tribuna que la que habían visto al momento de terminar de calentar.
No tardaron en aparecer en la grada los impermeables amarillos que quién sabe dónde los guardan todo el año los laguneros, pero que siempre salen en el momento más oportuno.
Con su contención, su goleador, los Guerreros aplacaron la bravura de los Xolos, que habían tenido un par de claros chances, pero hicieron realidad el dicho de que "perro que ladra, no muerde".
Había demasiada sangre caliente en ambas bancas, por lo que temprano en el juego se generó el primer conato que no pasó a mayores, ya para ese momento los aficionados lo vieron de cerca al haber regresado a sus lugares pues la lluvia cesó. Un disparo al palo por Dayro Moreno y una falla clara de Carlos Izquierdoz despidieron el primer tiempo, con los dueños de casa teniendo ventaja mínima, pero ventaja al fin.
Los espectadores finalmente pudieron entrar en calor durante el segundo tiempo, donde sus Guerreros tuvieron sus oportunidades para liquidar la situación, pero el grito de "gol" se quedó ahogado ante fallas reiteradas de la delantera santista. En cambio el arquero Marchesín se ganó la ovación con una atajada monumental cuando le remataron a quemaropa y restaban pocos minutos en el cronómetro.
El nervio de la grada verde y blanca creció al anunciar que se agregarían cuatro minutos, y la angustia cobró justificación cuando los fronterizos lograron empatar con doble remate en el área santista. Marchesín tuvo la gloria en sus pies, pero la gloria recaería en su contraparte, quien paradójicamente inició su carrera defendiendo la camiseta de Santos. "Portero, portero" fue el grito de la grada reconociendo el gran esfuerzo y pundonor de su guardameta argentino.
Los aficionados encontraron formas para que la lluvia no fuera impedimento para disfrutar el partido de su equipo. (Ramón Sotomayor y Jesús Galindo)
