Plática. Ayer, María Guadalupe (izquierda) y Julia charlaron frente de auditorio repleto de estudiantes en la Ibero Torreón. (EL SIGLO DE TORREÓN)
Cientos de centroamericanos han encontrado en la comunidad de La Patrona, un "respiro" en su largo andar para llegar a los Estados Unidos en busca de una vida mejor. Y es ahí en donde un grupo de mujeres han dedicado 20 años de sus vidas, para apoyarlos con agua y comida para aligerar su travesía.
María Guadalupe González y Julia Ramírez, forman parte de "Las Patronas", nombre que adoptaron por su comunidad, en el municipio de Amatlán de los Reyes, en el estado de Veracruz.
Ayer ofrecieron una charla a los estudiantes de la Universidad Iberoamericana unidad Laguna en el auditorio San Ignacio de Loyola, el cual lució repleto.
En su charla, Julia contó que hace 17 años inició su misión dentro del grupo conformado por 12 mujeres. Relató que en una ocasión, un joven de escasos 16 a 17 años, tocó a su puerta para pedirle una tortilla dura o algo de comer, para poder seguir con su camino. Sin dudarlo, le abrió las puertas de su humilde hogar para ofrecerle unos frijoles refritos y unos huevos revueltos, a aquel joven de la misma edad que su hijo.
Al terminar, el joven hizo una última petición, "que me des tu bendición, es que me siento muy solo y como usted es madre, nada me haría más feliz", dijo. De inmediato Julia se acercó lo persignó, y le dio su bendición "qué Dios te bendiga y la Virgen Santísima te cuide y te acompañe", y el joven siguió su camino.
Fue entonces que Julia comprendió su misión. Ahora, aunque su especialidad no era el arroz, cada lunes debe poner en la lumbre 20 kilogramos para después ofrecerlo a los migrantes que viajan a bordo del tren, muchos arriesgando sus vidas.
Cuenta que son 12 mujeres las que han dedicado sus días sin descanso en apoyo a estos jóvenes que únicamente dicen, buscan una vida mejor. "Ahí pasamos las navidades, Año Nuevo, nosotros no tenemos vacaciones", dice.
María Guadalupe, por su parte, contó que también hace 17 años inició su labor. Contó que fue entregando agua como se dio cuenta de la necesidad que enfrentan los migrantes que a diario pasan por su comunidad.
"Al dar la primera botella, eso me cambió muchísimo", dice emocionada, "y dije, desde este momento me responsabilizo a darles el agua que necesiten".
En la bolsa que entregan en las manos de los migrantes mientras "La Bestia" avanza, se encuentra frijol, arroz, atún, una pieza de pan y en ocasiones tortillas, además de pasteles y botellas de agua. "El pan se avienta para que aquellos que viajan en la parte más alta, puedan disfrutar de él", dice Julia, de baja estatura, quien con los años, ha mejorado sus lanzamientos.
A estas mujeres sólo les basta escuchar "Gracias madre, que Dios te bendiga", de esos jóvenes que no volverán a ver en sus vidas, pero que los sienten "como si fueran de nuestra familia".
"Las Patronas" aseguran que mientras tengan vida, salud y fuerza, seguirán con su misión de ayudar a los cientos de migrantes que buscan el llamado "sueño americano" padeciendo hambre, sed, frío, calor, lluvia, pero que en esta comunidad toman "aliento" para enfrentar un largo camino hacia el norte para intentar cruzar la frontera.
DE FEBRERO
De 1995 inició su labor a favor de miles de migrantes que están de paso