Una tradición en la laguna son las peregrinaciones y con ello las danzas que caracterizan fuertemente a la región. Cayetano, un danzante azteca platicó un poco a cerca de este ritual que año con año ofrece a la Virgen de Guadalupe.
El danzante expresó que danzar es algo indescriptible, pues aparte de hacerlo por devoción y por ser católico, lo hace porque le gusta, como al jugador que le gusta el futbol.
Para Cayetano no hay descanso, es un compromiso que en general se tiene todo el año, pues hay otros patronos a los que se les danza, pero el ensayo principal, dice, comienza dos meses previo al doce de diciembre.
No todo es miel sobre hojuelas, el trabajo final es siempre admirado por los espectadores fieles a la Virgen de Guadalupe, pero se necesita de mucha disciplina para no perder la condición de bailar como lo hacían los antepasados prehispánicos.
Un traje de danzante azteca puede ascender hasta los 24 mil pesos, pues ellos son quienes llegan a invertir miles de pesos en adquirir solamente las plumas que portan en su peregrinar, mismas que son de aves exóticas como pavorreal o faisán.
Cayetano dijo que para conservar su buen estado, el vestuario lo desmonta cada vez que termina de danzar, pues por ser materia natural, las plumas pueden llegar a quebrarse con un brusco maniobrar en ellas.
Detrás de ese danzante, hay un lagunero que día a día busca el trabajo. Cayetano es ingeniero en sistemas, quien además tiene un café internet y una vidriería que atiende personalmente.
Aparte de hacerlo por devoción y por ser católico, Cayetano danza porque le gusta. (EL SIGLO DE TORREÓN)