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Niños tranquilos y felices

El yoga para niños aumenta su creatividad y los ayuda a relajarse

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Ximena Martínez González

La vida acelerada de hoy en día no afecta únicamente a los adultos, sino también a sus hijos, y ellos se ven perjudicados en mayor medida debido a que su capacidad de espontaneidad, imaginación, creatividad y tranquilidad se ve truncada ante tantas obligaciones de la vida diaria. María Cristina Rodríguez Nava, instructora de yoga infantil y quien ha trabajado durante 20 años con niños, explica cómo técnicas como el yoga pueden beneficiar en gran medida a los pequeños a llevar una vida más relajada, aprender a tomar sus propias decisiones y a lograr generar nuevas y mejores ideas para su vida diaria.

Una motivación sana

Los beneficios de la yoga tienden a ser los mismos en los niños y adultos, donde incrementa la concentración, la flexibilidad, mejora la respiración, brinda paz, tranquilidad, etcétera. Rodríguez explica que la yoga tiene cinco bases: el control de movimientos, la conciencia corporal, la alimentación, la relajación y los pensamientos positivos (meditación), y en los pequeños son lo mismos, solamente que a otro nivel, ya que son más abiertos, divertidos, no están tan rígidos aún, son más espontáneos, etcétera.

La maestra platica que una clase de yoga infantil comienza con una apertura, un momento de calentamiento, con ‘asanas’ que son las posturas, y la principal diferencia entre esta práctica con la de un grupo de adultos es que viene con un extra integral de aprendizaje, donde también se practica la lectura de cuento, el canto y cosas más dinámicas y divertidas que en el yoga convencional de un adulto. Durante el cierre, poco a poco los niños van conociendo y entrando en un estado meditativo al igual que los mayores. Se trata de que los pequeños sepan que su cuerpo les refleja o indica algo, que reconozcan porqué les duele alguna extremidad, que sepan que son parte importante de todo, aprender a pedir por los demás y poner una intensión a cada clase.

Cuando los padres tienen la intensión de incorporar a su hijo en nuevas y diferentes actividades, hay que evitar hacer comentarios como “te va a hacer bien a tu salud, a tu cuerpo”, ya que todavía no están en una edad donde eso realmente les importe y les va a parecer inmediatamente algo aburrido; los pequeños lo único que quieren es jugar. La mejor manera de impulsarlos es diciéndoles que se van a divertir, van a jugar, a hacer nuevos amigos, etcétera.

Mejoras en el futuro

Los beneficios que obtienen los niños a través del yoga son muy diversos, consiguen más equilibrio, elasticidad, comienzan a conocer y comprender su cuerpo, ganan coordinación, etcétera. Cada postura tiene un objetivo que va desde la concentración, para ser más flexible, otras para tranquilizarse, meditar, etcétera, cada una tiene un propósito.

La inseguridad de un niño se puede observar de diversas maneras a través de una clase de yoga; una de ellas es en la toma de decisiones, al tener que, por ejemplo, elegir un dibujo o actividad y donde algunos prefieren esperar o estar atentos a lo que los demás niños elijan para ellos tomar el mismo. “Este tipo de cosas son las que yo observo durante todo el semestre y que puedo informar a los padres y brindarle al pequeño las herramientas necesarias para la formación de su propia persona y seguridad”, comenta la instructora.

La maestra comenta que ha notado diversos cambios en sus propios alumnos durante su experiencia, en donde por ejemplo, chicos que tomaron yoga hace cuatro años actualmente siguen utilizando las diferentes técnicas y herramientas brindadas durante la práctica, como la tranquilidad a través de la respiración o simplemente salir a caminar un rato en situaciones de estrés, “técnicas de este tipo te hacen un ser humano más consciente de tus emociones”, comenta Rodríguez. Los pequeños tienen más conocimientos de su cuerpo, más consciencia, y poco a poco el cuerpo les va indicando ciertas molestias que ellos deben de saber inmediatamente que deben tomar en cuenta y atenderlas, no dejarlas para después.

El papel de los padres

Durante la clase de yoga como tal no interviene la participación de los padres, sin embargo, es necesario crear una comunicación entre el niño, sus papás y la maestra, ya que a través del yoga es posible observar cómo el movimiento va reflejando todo lo que es una persona y los estados de ánimo, lo cual debe ser informado a los adultos. “Yo veo la evolución de los niños, verlos si comparten con los demás o son más ajenos al trabajo, se resisten, etcétera, lo que ellos me van diciendo y yo observando sin juzgar, se lo puedo transmitir a sus padres como conocimiento de sus pequeños, porque todos estamos en aprendizaje”, comenta Rodríguez.

Las actitudes y el carácter de un niño se forja principalmente en el hogar, y es ahí donde también aprenden las neurosis del día a día de sus padres, aunque éstos intenten evitarlo. El tener a los pequeños de una clase a otra, les va generando neurosis ya desde chicos, “antes era común ver personas neuróticas en la edad adulta, hoy este factor se observa desde niños”, comenta Rodríguez. En la actualidad, se ha observado cómo los pequeños ahora viven mucho más estresados que antes, y esto se debe a la vida tan acelerada que llevan tanto ellos como sus padres, y que no les permite tener un momento de paz y tranquilidad con ellos mismos. Incluso, en ocasiones los padres tienen la definición equivocada de que mientras más tiempo permanezcan con sus hijos físicamente aunque no haya palabras o comunicación de por medio, ellos están mejor. “Lo ideal es que los padres hagan sus cosas personales por su parte y dejen a sus hijos descubrir el mundo y a donde los puede llevar su mente, y al momento de regresar y ya no tener pendientes, ahora si escucharlos. Los niños tienen una necesidad enorme de ser escuchados, de que a los padres les interesen sus cosas”, comenta la instructora.

¡Juego con posturas!

Dentro del yoga, las posturas son las mismas tanto para los niños como adultos, incluso, para algunos pequeños resultará muy sencillo hacer algunas que a un adulto novato se le complique. Sin embargo, la maestra explica que hay posturas específicas idóneas a realizar con los niños y que además de brindar beneficios, con cada una los pequeños observan y descubren las diferentes habilidades que poseen, como fuerza, flexibilidad, concentración, etcétera.

Por ejemplo, la postura del ‘árbol’ brinda equilibrio y concentración; otras que provienen de formas de animales como águila, serpiente, perro, el ´chaturanga´ o lagartija que implica más fuerza en los brazos y abdomen, entre otras; cada postura tiene algo en particular y para los niños es importante realizarlo con movimiento y sonido para que ellos se integren y lo asocien con la naturaleza y los animales.

Sobre todo en los más pequeños, niños de entre tres y seis años, la clase de yoga debe ser más interactuada, con sonidos, representaciones, ya que se encuentran en una etapa de desarrollo donde relacionan los objetos y figuras, a diferencia de aquellos que tienen entre seis y nueve años que ya ven el trabajo de los más chicos como algo aburrido.

A pesar de que el yoga para niños se intenta hacer de una manera más dinámica y divertida, esto no quiere decir que implique únicamente juegos, pues si debe haber reglas. “La primera regla es no interrumpir a los demás, respetarlos y tener límites. Los niños tienen su espacio, que es su tapete, y deben aprender a no abandonarlo a menos que se les indique y obedecer en ir al baño o tomar agua antes de la clase”, explica la maestra. Dichos límites les dan seguridad al niño para que pueda haber un equipo de trabajo y la clase fluya, los chicos aprendan y no se convierta en un área únicamente de juego.

Cualquier niño puede tomar una clase de yoga, independientemente de si tiene algún tipo de capacidad diferente “tengo niños con déficit de atención, síndrome de Down incluso tuve uno con una deficiencia visual y fue increíble trabajar con él porque entienden perfecto la clase y conforme los acomodas tu, ellos se aprenden las posturas sin necesidad de verlas. Te comprenden muy bien y observas excelentes resultados”, comenta la instructora. Lo importante es integrar a todos los niños, independientemente de sus problemas.

En el caso de los niños hiperactivos, Rodríguez comenta que a través del yoga aprenden a tranquilizarse y a ser conscientes de sus reacciones, “cuando comienzan a sentirse inquietos con su cuerpo, ellos mismos ya lo reconocen y yo les digo que en ese momento, mejor salgan al patio a dar una vuelta para no interrumpir la clase y regresen cuando estén más tranquilos”, explica.

Un plus a la creatividad

La creatividad e imaginación de los pequeños se ve altamente beneficiada gracias al yoga, ya que su mundo está más centrado en ellos mismos sin tantos estímulos, donde empiezan a partir de la naturaleza y a hacer conexiones. “Por ejemplo, les puedo contar un cuento donde ellos tienen que participar haciendo las posturas que mencione, como árbol, entonces tenemos que desarrollar el cuerpo. De igual modo, ellos mismos inventan historias divertidas con las posturas que se han aprendido”, explica la maestra. Leer, cantar y contar cuentos, son sólo algunas de las actividades que estimulan la creatividad de los pequeños en las clases de yoga y en la vida diaria.

La vida saturada de los niños no les permite desarrollar sus propios conocimientos y en algunas ocasiones, tampoco los adultos les brindan las herramientas necesarias para ello. Sin embargo, es a partir del propio conocimiento como puedes comenzar a ver la vida, actuar y responder de forma diferente, y lo ideal es darle a los pequeños las herramientas para que perciban la vida fuera de los ojos de sus padres, que viven en un acelere constante. “La idea de este tipo de técnicas y actividades para niños es que ellos mismos vean que es cierto que tienen cosas que hacer, pero también deben buscar momentos para ellos mismos, para conocerse y saber cómo reaccionar ante diversas situaciones, y no de manera mecánica como están tan acostumbrados. Que no pierdan ese poder de espontaneidad y observen que tienen la posibilidad de decidir”, comenta la maestra.

Gran cantidad de niños y jóvenes hoy en día no saben que hacer en su tiempo de ocio, porque ni ese espacio les brindan sus papás. Si los adultos les remueven la tecnología y todo lo que están acostumbrados a hacer con los aparatos electrónicos y las clases extracurriculares, a los chicos no se les ocurren nuevas ideas para innovar y divertirse. Los pequeños se ven limitados en su vida y esto puede llevarlos a una adultez sin decisiones propias. Es ahí donde uno como padre debe intervenir para enseñarle a los hijos que su creatividad e imaginación no tiene límite, y que pueden llegar y explorar hasta donde ellos quieran.

La vida acelerada de los padres afecta en gran medida al bienestar y tranquilidad de los hijos

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