LA HIGUERA ES ÁRBOL BÍBLICO.
El higo, sin embargo, es fruto lúbrico: partido a lo largo en dos hace surgir en el varón evocaciones de mujer.
Ayer recogimos la cosecha que cada año nos da la higuera del jardín. A veces los pájaros se nos adelantan, y nos quedamos sin higos. Esta vez nosotros llegamos primero. Dejé, sin embargo, algunos para ellos. A nadie le debe faltar el bien de Dios.
Ahora están los higos en un canastillo sobre la mesa del comedor. Cuando me llevo uno a la boca procuro no tener malos pensamientos. Pero -¡ay! - los malos pensamientos son muy buenos, y al igual que los higos son dulces y sabrosos. Así, devoro el higo entre memorias, procurando apartar de mí el remordimiento que me provoca mi formación católica.
Si en el mundo privaran la justicia y la razón todo mundo debería tener higos y nadie debería tener remordimientos. Pero en el mundo faltan las dos cosas.
Que no me falten -gracias a Dios- los higos, no importa que me sobren -a Dios gracias- los remordimientos.
¡Hasta mañana!..