EL REY, INCRÉDULO COMO CASI TODOS LOS PODEROSOS, LE PIDIÓ A SAN VIRILA UN MILAGRO PARA PODER CREER
Hizo Virila un ademán. El monarca lanzó un grito y se llevó las manos al trasero.
-¿Qué me sucede? -preguntó asustado.
Le contestó Virila:
-Por un milagro te picó una hormiga.
El pueblo estalló en carcajadas mientras el rey, atribulado, se frotaba la parte dolorida.
Virila le preguntó:
-¿Crees ahora?
-Con el corazón -respondió el rey-. Y con lo demás también.
El frailecito regresó a su convento. Por el camino iba pensando:
-¡Lo que puede hacer una hormiguita!
¡Hasta mañana!...