Don Juan entró en el Cielo.
El Señor tuvo compasión de él porque sabía que el pobre infeliz había sido víctima del poder de seducción de las mujeres. Eso no lo sabía Don Juan, pero lo sabían Dios y las mujeres.
Cierto día, al hacer su inspección rutinaria de la mansión celeste, San Pedro vio dos grupos de personas que se habían congregado para oír algo. En el primer grupo los oyentes eran pocos, muy pocos. En el segundo, en cambio, quienes oían al que hablaba formaban una verdadera multitud.
El apóstol llamó a uno de sus asistentes y le preguntó quiénes estaban hablando. Dijo el ángel:
-Ante el pequeño grupo un santo varón está predicando acerca de las venturas que se disfrutan en el Cielo. Ante esa multitud Don Juan está narrando las venturas de que gozó en la Tierra.
¡Hasta mañana!...