Los 43 y la guerra en el paraíso

Razona un general acerca de lo que pasa en Guerrero: “Tenemos el control militar de la zona porque, de hecho, la guerra es contra esa zona. Y desde ese punto de vista cabe la posibilidad de que estemos atacando una lucha del pueblo y no sofocando un alzamiento contra el pueblo […]”.

Son los primeros años de los setenta. El general se llama (¿en la realidad?, ¿en la ficción?, porque habla en la novela Guerra en el paraíso, de Carlos Montemayor), se llama, digo, Rafael Escárcega y se dirige a otros generales y al coronel encargado de la represión en la sierra de Guerrero.

Las palabras del general Rafael Escárcega implican que finalmente el pueblo, de diversas maneras, está al lado de Lucio Cabañas, así que, aunque lo diga con cautela para no escandalizar a sus compañeros, el ejército mexicano está en guerra -una guerra sin duda desigual- contra el pueblo mexicano, está sacrificando al pueblo.

Por la miseria, la injusticia y la sordera gubernamental, Lucio Cabañas inició la guerrilla en la sierra de Guerrero poco después de haber pasado por la Normal Rural de Ayotzinapa, la de los 43. Lo empujó a la lucha armada el sufrimiento popular tras la represión de un mitin el 18 de mayo de 1967, en Atoyac. Lucio empuñó las armas con el respaldo del pueblo pobre y reprimido.

Por eso, en la novela de Montemayor, el general Escárcega compara la situación de los primeros años de los setentas con la acción antiguerrillera de Victoriano Huerta a principios de siglo cuando dice que sus tropas arrasaron poblaciones de Guerrero: “para desactivar todos los canales de suministros de alimentos, de armas, de información a los grupos guerrilleros. Es decir, la historia se repite […]”.

La historia lastimosa se ha repetido lastimosamente en Guerrero. Lo que quiere decir que se reciclan las condiciones para que surjan cada vez nuevos dirigentes populares que ante la ceguera, la incapacidad gubernamental para resolver los problemas y la represión de las justas demandas, se armen y recurran al apoyo del pueblo.

Guerra en el paraíso, novela de Carlos Montemayor rigurosamente nutrida en la historia reciente del estado de Guerrero, ayuda a entender el empeño de los padres de los 43, sus familiares y una parte considerable de la opinión pública en que se ahonde en la investigación del papel actuado por las diversas fuerzas del Estado en el ominoso caso de los normalistas.

Por el mismo rigor histórico pero también por el literario, la novela de Carlos Montemayor reconstruye el personaje de Lucio Cabañas para que se nos aparezca como héroe popular auténtico, y no sólo por su sombrero de palma y sus botas y sus ropas desastradas, ni por encabezar un contingente de guerrilleros en andrajos y huaraches, sino por la fidelidad al compromiso con su origen.

Sin embargo, Lucio es un guerrillero lúcido, con lucidez de ideología revolucionaria que le permite ser efectivo en sus estrategias y en sus tácticas al enfrentar las fuerzas del Estado, tanto como en el esclarecimiento de las situaciones que se presentan en el seno de la guerrilla, entre sus compañeros, y en las que surgen cuando entra en contacto con otros grupos revolucionarios.

Pero no por eso se crea que la de Lucio es una ideología sólo sustentada por libros revolucionarios porque Guerra en el paraíso permite verlo encabezando pacíficamente grupos populares solicitantes y demandantes, en resistencia civil y posteriormente en la guerrilla de la sierra tratando con inteligencia y corazón al pueblo serrano, a prisioneros, a compañeros.

Siguiendo al Lucio Cabañas, personaje histórico, recreado literariamente por Carlos Montemayor en Guerra en el paraíso, se puede seguir la infortunada historia del pueblo de Guerrero que ha sufrido un zarpazo más con la represión de los 43 de Ayotzinapa.