
The Last Supper, 1993. (Foto: Cortesía Galería Saatchi)
Hablar de Hermann Nitsch es referirnos de manera inmediata al accionismo vienés, uno de los momentos más controversiales e incomprendidos de la historia del arte del siglo XX. Pero antes de hablar de nuestro artista habrá
Después de la Segunda Guerra Mundial, la faz del mundo cambió y, por ende, el rostro del arte se transformó. Mientras en Estados Unidos el expresionismo abstracto o el pop art ponían de manifiesto una economía en auge, consumista, que catapultaría al arte norteamericano como un referente en el mundo, en una Europa, arrasada por la guerra, se pondrían de manifiesto, tarde o temprano, las protestas y cuestionamientos de una juventud desilusionada y crítica, que buscaba, a través del arte, nuevas formas de expresión para poner en tela de juicio los valores de una sociedad que terminaron conduciéndola irremediablemente a la guerra.
La situación de Austria tras la guerra no había sido alentadora, además de estar en el bloque vencido, tuvo que soportar la ocupación de los aliados diez años más, es decir, hasta 1955, quienes finalmente la desocuparon, con la condición de su transformación en un país totalmente neutral. La Viena de la posguerra era una ciudad dolida, cuya juventud desilusionada e incómoda por la ocupación, sería el fermento que produciría a través del arte una postura rebelde y crítica hacia la sociedad.
Los pilares del accionimso vienés
Hacia 1961 tuvieron lugar las primeras manifestaciones del llamado “accionismo vienés” (wiener aktionismus), por medio de acciones realizadas por Günter Brus y Otto Muehl, que junto con Rudolf Shwarzhogler y Hermann Nitsch, son las cuatro figuras fundamentales de dicho movimiento.
Pero volvamos a una de las preguntas iniciales: ¿Qué es el arte de acción?, la respuesta no es fácil, dada la complejidad y la heterogeneidad de las manifestaciones de esta corriente artística. Pero podemos señalar que dentro del arte de acción se encuentran las acciones, happening y performance, que son acontecimientos efímeros, de duración limitada, donde el artista puede incluir la participación del observador para completar la obra de arte o donde este, es un mudo observador de lo representado. Lo temporal, es decir lo efímero y lo intangible son dos elementos primordiales de estas manifestaciones artísticas, que parecen contradecir la naturaleza y concepción clásica de la obra de arte, es decir un producto tangible, vinculado fuertemente al mercado y al coleccionismo.
El accionismo vienés, como parte del arte de acción, lógicamente centra su atención en manifestaciones efímeras pero de fuerte impacto visual, donde el cuerpo, la sexualidad, la vida y la muerte son temas recurrentes. Estas acciones tremendamente cuestionadoras de la moral burguesa y conservadora, provocaron el escándalo y los artistas llegaron a ser considerados enemigos públicos y condenados a prisión de uno a varios meses.
A pesar de lo temprano de las primeras manifestaciones del accionismo vienés, su momento de consolidación y expresión se ubica entre 1965 y 1970. Las acciones realizadas por sus integrantes fueron registradas y documentadas por medio de fotografías y cámaras de video, para difundirlas una vez terminadas.
ARTE Y MISTICISMO
De los cuatro miembros fundadores y principales exponentes del movimiento es precisamente Hermann Nitsch el único que continúa realizando acciones. Nitsch nació en Viena en 1938 y estudió en una escuela de artes y oficio, pintura y grabado. Fue ahí donde nació su interés por la pintura de los antiguos maestros, como Rembrandt, Tintoretto y el Greco, además de su gusto por el arte religioso, que tanto influiría en su obra posterior.
Sus primera obras se desarrollarían en el campo de la pintura informal desde 1950 hasta principios de los sesenta. Sus lienzos abstractos y expresionistas a la vez, se desarrollaban dentro de las tendencias del tachismo, dejando caer pintura roja sobre grandes superficies verticales y horizontales, donde la acción del artista, tenía fuerte carga psicológica.
Hacia 1957, Nitsch concebiría la creación de un teatro, que por sus representaciones radicales nombraría Orgen Mysterien Theater (Teatro de Orgías y Misterios). En el Teatro de Orgías y Misterios, Nitsch ejecuta representaciones de fuerte carga ritual, en las que mezcla antiguos ritos paganos y dionisíacos, de regeneración de la naturaleza, con escenas y símbolos cristianos, como la crucifixión, los cuales han sido duramente criticados por unos y acusados de blasfemos por otros. Las acciones incluyen procesiones, cadáveres de animales, vísceras y sangre, elementos que evocan los antiguos rituales de fertilidad. Sangre que luego es untada en cuerpos desnudos atados a cruces con bueyes desollados de fondo, que recuerdan una famosa pintura de Rembrandt. A decir del autor, lo que busca es generar en el espectador una experiencia mística total, que involucre todos los sentidos.
En 1971, Nitsch adquirió el castillo Prinzendorf, ubicado en una zona vinícola de Austria, mismo que estableció como el centro de las actividades de su Teatro de Orgias y Misterios. Ahí ejecutó varias acciones, de las cuales destaca la de 1998, desarrollada durante seis días sin interrupciones, de la cual produciría un documental publicado en disco compacto.
SENSIBILIDAD QUE INCOMODA
La obra de Hermann Nitsch es transgresora y violenta, no es fácil de apreciar y no son pocas las personas y organizaciones que lo han acusado de blasfemia, inclusive grupos ecologistas se han manifestado en su contra por la manipulación de los cadáveres de animales utilizados en sus acciones.
Sin embrago, más allá de lo grotescas que puedan parecer sus representaciones, se debe reconocer que tocan temas tabúes como el sexo, la religión o la muerte y ahondan en lo más primitivo del alma humana al retomar temas de la antigüedad pagana y cuestionar los valores de la sociedad burguesa, que se escandaliza con estas acciones de fuerte carga ritual, pero ve con curiosidad y morbo las atrocidades que nuestro mundo globalizado y mediatizado presenta en los diferentes medios de comunicación.
A Nitsch no es fácil comprenderle ni apreciarle y hasta cierto punto es comprensible el escándalo que continuamente ha envuelto su obra. La controversia parece acompañarlo siempre, inclusive en nuestro país, donde precisamente este mes de febrero, se exhibiría una retrospectiva de su obra en el Museo Jumex de la Ciudad de México (probablemente fotografías y filmes, sin la salpicadura de sangre), sin embargo, de último momento, la institución emitió un comunicado para notificar sobre la cancelación de la muestra, sin explicación clara aparente. Hecho que lamentó el mismo artista, quien señala que nunca le habían cancelado una exposición, y la embajada de Austria en México.
Más de uno se ha de sentir aliviado por la cancelación de la exposición de Nitsch en nuestro país, sin embrago queda una reflexión: independientemente del gusto personal y genuinamente respetable de cada persona, debemos tener en cuenta que la función del arte no es solamente decorativa, también es confrontativa, esto quiere decir que el arte comunica y pone de manifiesto los más profundos sentimientos del alma humana, es un espejo del hombre, aunque a este muchas veces no le guste lo que ve.