
Don Silvestre Faya, su esposa e hijos.
Gómez Palacio fue una ciudad, que al igual que la de Torreón, fue tomada varias veces por revolucionarios y gobiernistas. Los niños Faya, como Jacinto y Hermelinda fueron testigos de muchas acciones que los impactaron, como el ver y percibir olores de individuos colgando de los postes, cuerpos deshidratados, pestilentes, con la lengua de fuera, etcétera.
Don Jacinto, que entonces tendría entre 6 o 7 años, en su inocencia convivía con los militares, ya fueran carrancistas o villistas, pues los tenía muy cerca, la familia Faya llegó a habitar un cuarto del segundo piso de su casa "como atención especial del general Villa", esto en la época en que don Silvestre estaba todavía expulsado. Aunque muchos años después don Jacinto dijo no acordarse, el general Elpidio G. Velázquez le recordó que él le ordenaba: "Chinto, tenga cinco centavos y miéntele la madre aquí al general zutano", obediente e interesado por la paga, el pequeño acataba la orden, pero no paraba ahí la cosa, el "dizque agraviado" le pedía que hiciera lo mismo, ahora contra quien le había ordenado lo hiciera, claro, a cambio de otros cinco centavos, así es que el niño obtenía cinco centavos por cada mentada de madre y a veces la "mentadera" duraba bastante, ante las risotadas de los militares. Buenas regañadas se llevaba el pequeño cuando tenía que explicar de dónde había obtenido tanto dinero y por qué había ido y llevado a su hermana Hermelinda a presenciar fusilamientos y colgados.
Poco después del mes de junio de 1915 con Villa huyendo de los ataques, primero del gobierno de Carranza y después de los norteamericanos por el ataque a Columbus, las familias ibéricas tuvieron un respiro, muchos de ellos habían vuelto a La Laguna, aquí tenían sus intereses y parecía que la paz estaba de vuelta. No era así completamente, muchos seguidores del general estaban al acecho en forma de gavillas que azotaban al campo en busca de subsistir, por eso muchos agricultores preferían no vivir en los ranchos, los secuestros y sobornos estaban presentes en todo momento. Es probable que fuera la época en que don Silvestre haya establecido un negocio donde se expendían vinos y licores en Gómez Palacio, pero al mismo tiempo compró en 1917 la hacienda llamada Cuba Libre, muy cerca del centro urbano gomezpalatino, lo que le permitió estar atento a lo que pasaba en su entorno y poder brindar atención a su familia.
Desde 1915 el gobierno mexicano representado por Venustiano Carranza había sido reconocido por el de Estados Unidos, el Barón de Cuatro Ciénegas optó por apoyar a los agricultores de algodón, pues a raíz de la gran avenida de los ríos laguneros, el Nazas y el Aguanaval, en el mes de septiembre de 1917, las expectativas de una buena cosecha alentaron a la inversión, el gobierno permitió la importación de maquinaria agrícola y todos contentos, hubo mucho trabajo al año siguiente, todas las tierras se habían regado y sembrado, la cosecha fue abundante, el precio de la fibra de algodón en 1919 excelente, Europa se reconstruía después de la Primera Guerra, los inversionistas vivieron su Jauja.
Pero, don Silvestre seguía acosado por las exigencias del Centauro, quien a través de sus seguidores como Juan Ríos le solicitó, el 28 de marzo de 1919, le enviara 19 mil pesos ¿A cambio de qué?, pues de seguridad para él y sus negocios; de no obedecer, el general no respondería por los daños que sufriera. La petición firmada por Villa está en el expediente de don Jacinto Faya (expediente 017) fondo Papeles de Familia en la UIA-Torreón. Todo parece indicar que don Silvestre hizo caso omiso a esa petición, Villa andaba ya de capa caída y el asturiano, ya era tanto lo que le había aportado desde 1914, que no creyó cabalmente en las amenazas.
Ahora la hacienda Cuba Libre con sus 1,100 hectáreas tenía toda su atención, aprovechó los permisos de importación para comprar bombas y así extraer agua del subsuelo, una planta para la producción de energía eléctrica, tractores para la preparación de la tierra, asimismo entre 1923-1924 adquirió del Banco, que llamaban La Monetaria, dos camiones Forth Well Drive que tenían tracción en las cuatro ruedas, seguramente para trabajar los ranchos que había adquirido en la región de Matamoros de La Laguna: El Refugio (1,000 hectáreas) y San Isidro (600 hectáreas), estos en la parte lagunera que riega el Aguanaval. Sobre el sistema de irrigación de la hacienda Cuba Libre El Siglo de Torreón publicó el 10 de febrero de 1924 un artículo de V. Villalva con el título de "Curiosidades de un periodista" ahí se describen las características del citado sistema, Villalva asegura que eran perforaciones que llegaban a un inmenso caudal que brotaba desde 30 pies elevándose hasta unos cinco metros de la superficie, todo el año. La hacienda Cuba Libre tenía seis pozos que extraían 100 litros por segundo y eran utilizados para cultivar 800 hectáreas. La fuente de energía eléctrica para el funcionamiento de las bombas era producida por un motor de 400 caballos de fuerza.
Don Silvestre fue carnicero, arrendatario, comerciante en vinos y propietario de tierras, toda una vida dedicada al trabajo y en condiciones adversas como la incomunicación y el acoso militar revolucionario. Esas no mermaron su carácter y espíritu de superación, no llegó rico a La Laguna, aquí logró casi todo a lo que aspiraba. Pero es de considerar que un hombre acosado por los líderes sociales y sus seguidores genera repudio hacia quienes lo quisieron sobajar. Con don Silvestre no pasó eso, él siempre colaboró con los habitantes de la ciudad de diversas formas, fue miembro de la Junta de Mejoras Materiales, estuvo atento y formaba parte del patronato que construyó el puente (hoy llamado Puente Plateado) Torreón-Gómez Palacio, ahora colaborando en efectivo, ahora supervisando la obra dirigida por su amigo el ingeniero Francisco Allen, obra que visitaba hasta dos veces por semana. Socialmente se identificó con la clase pudiente llegando a ser considerado como pilar en la Junta de Mejoras Materiales, en la Cámara de Comercio y la de Propietarios
Pero la vida es corta y don Silvestre empezó a sufrir los acosos físicos, tenía casi 59 años cuando sufrió un ataque cardíaco y tuvo que bajar el ritmo a sus actividades como empresario, solo atendía en su oficina de Gómez Palacio. La muerte lo sorprendió el 3 de junio de 1932 arriba de su automóvil, sus restos descansan en el Panteón Español. Los integrantes de la comunidad ibérica en La Laguna ese día suspendieron la realización de la tertulia que se iba a efectuar en el Parque España, por la pérdida tan sentida de uno de sus más distinguidos miembros.
Ahora, parte del esfuerzo del asturiano, me refiero a la casa que con tanto amor construyó, está siendo restaurada por el gobierno municipal con el fin de darle utilidad cultural, la finca fue adquirida con fondos públicos y la progresista Gómez Palacio merece un lugar digno para contarnos su historia, por lo pronto, el actual gobierno municipal tiene esa tarea como uno de sus más caros proyectos y a la Dirección Municipal de Cultura como su brazo derecho para lograrlo. Seguramente hombres, empresas, habitantes gomezpalatinos y laguneros en general, sabremos apoyar esa obra tan necesaria.?