
Dermatitis atópica
La piel es una de las primeras líneas de defensa contra las enfermedades, pero, ¿qué sucede cuando deja de ser escudo para convertirse en tormento? He ahí la importancia de entender lo que pasa con ella y prevenir.
La dermatitis atópica es una enfermedad crónica de la piel que puede presentarse a cualquier edad y sin distinción de género o clase social. El padecimiento es “un tipo de piel que se hereda, que se manifiesta y se caracteriza por ser muy reseca, delicada, áspera y escamosa”, según describe el dermatólogo Salvador Morales.
En el 60 por ciento de los casos se suele presentar en el primer año de vida y en un 85 por ciento antes de los cinco años de edad. Llegando a persistir hasta la edad adulta en un porcentaje de 60 a 70 por ciento, de acuerdo con el Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud (CENETEC).
En 2009 el Estudio Internacional del Asma y Alergias en la Infancia (ISAAC, por sus siglas en inglés), estimaba que en Latinoamérica al menos un diez por ciento de la población infantil entre seis y siete años de edad y un 8.3 por ciento de los adolescentes entre 13 y 14 años padecían esta enfermedad crónica.
SÍNTOMAS
De acuerdo con la Guía de práctica clínica para el tratamiento de la Dermatitis Atópica, publicada por el CENETEC, el cuadro clínico de la enfermedad se divide en tres etapas: lactante, infantil y adulta.
La etapa lactante se presenta en los primeros dos meses de vida con una constante comezón o prurito y aparición de eccemas (hinchazón en la piel) en el rostro, aunque también puede extenderse al cuero cabelludo, las orejas, las manos y los pliegues de flexión (mejillas, cuello, codos y rodillas), pudiendo llegar a generalizarse, es decir, cubrir todo el cuerpo.
Se le considera como etapa infantil de los dos años a la adolescencia. Aquí, el eccema aparece en las flexuras (partes donde se dobla la piel), siendo común que también se presenten ampollas llenas de líquido (vesículas).
La etapa adulta ocurre a partir de la pubertad, cuando la dermatitis afecta zonas como la nuca, el dorso de las manos y los pies, la flexión de las muñecas y las piernas, a las que se le pueden sumar lesiones en las partes de las etapas anteriores y el prurito (comezón). En esta etapa, la dermatitis atópica comienza a mostrar placas de liquenificación (engrosamiento de la piel).
La enfermedad no es contagiosa y puede presentarse unilateral y bilateralmente, esto quiere decir, que puede estar afectando solamente al codo izquierdo o ambos.
CAUSAS
Aunque el factor genético (cuando uno o ambos padres sufre el mismo problema) aumenta las posibilidades de que una persona padezca dermatitis atópica, no es el único. Existen agentes y factores predisponentes que pueden desencadenar la afección, los cuales se dividen por sus características en físicos, químicos y mecánicos, explica el médico especialista Salvador Morales.
Agentes físicos: cuando el cuerpo se ve expuesto a un exceso de calor o de frío, a temperaturas extremas; cuando se expone demasiado tiempo al sol y al agua, también puede ocurrir cuando el paciente se expone a un ambiente predominantemente seco.
Agentes químicos: alimentos con tendencia a producir alergias, como el huevo, la nuez, el chocolate, los lácteos o embutidos, entre otros; productos de aseo personal, como jabones, champús, perfumes, desodorantes, etcétera; artículos para la limpieza del hogar, como detergentes, blanqueadores, quitamanchas, lustramuebles y otros más. Aparte de los agentes químicos correspondientes a cada empleo.
Los agentes mecánicos: collares, medallas, cadenas, pendientes, relojes, pulseras, anillos; el níquel y el estaño suelen ser agentes alérgenos, al igual que algunas telas de ropa, como la lana o el casimir.
Aparte de los factores indicados por el dermatólogo, la Fundación para la Dermatitis Atópica de los Laboratorios Pierre Fabre”, incluye otros factores, tales como los ácaros, los hongos, los virus y las bacterias.
En algunos casos de alergia llegan a presentarse los mismos síntomas de la enfermedad, pero las causas son muy distintas. La piel de una persona que no padece dermatitis atópica puede reaccionar de manera agresiva hacia determinado elemento, como el pasto, debido a una alergia, mientras que en el caso de una persona con dermatitis es debido a que su piel es muy sensible y delicada, de modo que alguno de los agentes mencionados anteriormente pueden causar una reacción sin que la persona sea alérgica propiamente. Todo esto genera confusión, es por eso que siempre se recomienda acudir a un especialista que determine la verdadera causa de la respuesta del organismo.
TRATAMIENTO
La base del éxito en la terapia del paciente con dermatitis son los cuidados de la piel en casa. Es necesaria la humectación, hidratación y lubricación del cuerpo, así como evitar el uso de artículos de higiene personal que resequen la piel, como jabones, champús, estropajos, etcétera. Es de gran importancia reducir al mínimo el contacto con agentes químicos que puedan dañar la piel y cuidar o restringir el uso de joyería, ya que son un posible irritante.
Es necesario considerar también que los baños prolongados arrugan la piel y la deshidratan, por lo que es recomendable tomar baños rápidos. Por otra parte, la exposición al sol debe ser mínima y hay que cuidarse de las temperaturas extremas, tanto frías como calientes.
En la fase eccematosa del padecimiento se manejan antihistamínicos y glucocorticoides como antialérgicos y antipruriginosos, que son medicamentos para quitar la comezón (prurito) e antiinflamatorios de la piel. Actualmente existe en el mercado una amplia variedad de artículos para el cuidado de pieles atópicas que ayudan a mantener una piel sana.
La dermatitis atópica es un padecimiento crónico que no tiene cura, pero por fortuna las personas que la sufren pueden seguir sus vidas como cualquier otra persona, sin incomodidades, siempre y cuando observen las debidas medidas de prevención y cuidado que corresponden a la enfermedad.
Twitter: @GenaroCervante2