
Círculos con ojos, 1976. (Foto: Cortesía Fundación Calder)
Hablar de Alexander Calder, es hablar de uno de los escultores más prolíficos e influyentes del siglo XX. Su obra, extraordinariamente original, ha sido de lo más trascendente y enriquece no sólo el acervo de los principales museos el mundo, sino que además embellece ciudades como Chicago, Estocolmo, Hanóver, París, Montreal y la Ciudad de México, entre otras.
Alexander Calder es un artista que rompió con el paradigma de la escultura al desmaterializarla a través de sus 'móviles', los cuales flotan suspendidos en el aire y modifican sus estructura al merecerse con el viento o moverse con motores. Al introducir por primera vez el movimiento en la escultura origina el “arte cinético”. Es realmente uno de los pocos escultores que origina formas nuevas de expresión, producto de su extraordinaria fantasía y creatividad.
Alexander Calder nació en Lawnton, Pensilvania en 1898, sus padres, escultores y pintores, proveyeron al futuro artista de un ambiente propicio para desarrollar su creatividad. Sin embargo, contra lo que se pudiera pensar, el joven Calder estudió ingeniería mecánica en el Stevens Institute Tecnnology de Hoboken, Nueva Jersey, de donde se graduó en 1919. Preparación científica que más tarde sería determinante en el desarrollo de su obra.
Sus primeros estudios artísticos los realiza tomando clases de dibujo en la escuela nocturna de Nueva York, para, en 1923, inscribirse en el Art Students League. Se inicia en el dibujo comercial realizando ilustraciones de peleas de box y escenas de circo en la National Police Gazette en 1924.
En 1925 pasa dos semanas en el circo Ringling Brothers, ilustrando los diferentes números que ahí se desarrollaban. La fascinación por estos espectáculos se verá reflejada en el fantástico Circo realizado en París, a donde llegó en 1926. Este proyecto nace como un juguete en el cual Calder crea ingeniosos personajes realizados con alambre, madera y tela principalmente. Títeres, que con ingeniosos mecanismos, levantan pesas, bailan, en fin, realizan los más variados números circenses. En esta obra se puede apreciar la parte lúdica de Calder, que lo acompañará siempre en sus posteriores creaciones.
Con la misma temática realiza esculturas como los acróbatas en 1928, realizados con alambre. Estas obras parecieran dibujos trazados en el aire, donde el artista descubre y explora el volumen que generan los vacíos de la obra. Obras como esta, serán expuestas entre 1928 y 1929 en Nueva York, París y Berlín.
ARTE EN MOVIMIENTO
En 1928 Calder visita a Miró en su estudio, provocándole una profunda impresión la obra del pintor surrealista-abstarcto, al que le unirá un nexo de amistad. Pero no será sino hasta 1930, cuando visita el estudio de Mondrian, gran pionero y maestro de la abstracción; que el arte abstracto se le rebelará de manera formidable, lo que hizo que el artista cambiara su estilo, buscando a sus 32 años pintar y trabajar en abstracto.
Comenzó a pintar abstracciones, con colores básicos, además de crear obras escultóricas dentro del espíritu constructivista, movidas por motores. En 1932 en la Galería Vignon de París expondrá sus últimos trabajos entre los cuales destaca su primer artefacto oscilante, realizado con varillas y placas metálicas, recortadas en círculos y cuadrados, que Marcel Duchamp bautzó como “mobiles”. Posteriormente experimentará con grandes esculturas de metal, destinadas a espacios al aire libre, con formas más o menos zoomórficas que anuncian los futuros “stabiles”, como los nombró Jean Arp.
Durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Calder experimentará con pequeñas construcciones en madera, unidas entre sí por hilos de acero, a las que llamó “constelaciones”. A partir de 1923, los mobiles de Calder, ya no tenían motor, el artista buscó que fueran movidas por el aire en un efecto azaroso e imprevisto. Todo esto logrado a través de un complicado sistema de contrapesos entre los diferentes elementos que forman la escultura, que la sostienen en un equilibrio que puede verse modificado, transformado el aspecto de la obra y enriqueciendo su expresión y aspecto. El artista realizó dos tipos de mobiles, uno apoyado en una base que se coloca en el piso y otro que se cuelga en el techo.
Sus mobiles ganarán en monumentalidad como se puede apreciar en La espiral de 10 metros de altura realizada en 1958 para la UNESCO, o La oreja giratoria que hizo para la Exposición Internacional de Bruselas 1958.
Uno de los proyectos más ambiciosos de Calder, fueron las Nubes flotantes, realizadas en 1954 para el Aula Magna de la Universidad de Central de Venezuela. Estas placas de formas orgánicas, están constituidas por armazones de acero recubiertos por madera contrachapada de media pulgada de espesor, el más grande de los cuales tiene un área de 80 metros cuadrados. Veintidós de estos paneles están suspendidos en el techo, mientras otros nueve se distribuyen en las paredes laterales. Las nubes, además de constituir un espectáculo estético extraordinario, contribuyen a la buena acústica del auditorio, que en su momento fue considerado una de las cinco salas con mejor acústica del mundo.
Por otro lado también sus stabiles van ganando en monumentalidad, entre ellos podemos nombrar el magnífico Flamingo (Chicago, 1973), de poco más de 16 metros de altura, realizado en acero y pintado con un brillante color bermellón que contrasta extraordinariamente con los edificios aledaños, grises y negros de líneas rectas, creando un espacio lúdico en la ciudad.
México tiene la fortuna de contar con una de sus obras más ambiciosas y monumentales: Sol Rojo, realizada como culminación de la Ruta de la Amistad, proyecto escultórico al que fueron convocados artistas internacionales para enriquecer el panorama de las Olimpiadas de 1968. Con una altura de 25.8 metros, la escultura de acero se levanta orgullosa frente al Estadio Azteca, como guardiana del mismo, haciendo patente la admiración del artista por el espíritu festivo de nuestro país.
La obra de Calder estuvo siempre en continua evolución, combinó los conceptos con los que venía trabajando anteriormente, para crear los “stabiles-mobiles”, en las que combina la ligereza y lo robusto, las grandes aristas del genio de Calder.
UN ARTISTA POLIFACÉTICO
La obra de nuestro artista no se limita a la parte escultórica únicamente, sino que se desarrolla en los más variados campos: de la pintura a la escultura, de los juguetes a la joyería. Y es que el espíritu inquieto de Calder estaba siempre en la búsqueda de nuevas formas de expresión
La importancia del arte de Alexander Calder en el panorama del arte contemporáneo es indiscutible. Combina la pericia del ingeniero con la sensibilidad del artista y la lucidez del niño. Es uno de los artistas más lúdicos de la historia del arte, sus obras juegan con el viento, con los colores brillantes que las caracterizan, con los espacios donde se encuentran. Invitan a maravillarse con su movimiento sutil y sus trasformaciones espaciales. ¿Cómo clasificar a Calder? Obviamente viene de inmediato a la mente la abstracción, esto por la utilización de colores básicos como el azul, amarillo y rojo, y formas simples donde el circulo, el cuadrado y el triángulo denotan su presencia. Sin embargo emplea también formas orgánicas que sugieren animales, vegetaciones o planetas, formas que invitan a soñar. Tal vez en sus mobiles, que danzan con el aire, transformados al azar, haya un dejo de surrealismo, de fantasía que haga soñar con mundos diferentes.