Trepada sobre un andamio, la restauradora Carola Sánchez limpia el mural del artista José Chávez Morado que se ubica al principiar el bulevar Independencia. En una de sus manos, porta un pincel remojado en tiner con el que cuidadosamente intenta remover la suciedad y el sarro que durante años se ha adherido a la obra.
Trepada sobre un andamio, la restauradora Carola Sánchez limpia el mural del artista José Chávez Morado que se ubica al principiar el bulevar Independencia. En una de sus manos, porta un pincel remojado en tiner con el que cuidadosamente intenta remover la suciedad y el sarro que durante años se ha adherido a la obra.
Inaugurado el 16 de septiembre de 1956, este mural, realizado bajo la técnica de mosaico bizantino, es patrimonio invaluable de la ciudad. José Chávez Morado (1909-2002) fue uno de los grandes pintores y muralistas mexicanos, perteneciente a la corriente nacionalista. En vida llegó a declarar que la máxima cualidad del muralismo era su contacto con el espectador.
Pero el mural de Chávez Morado que se ubica en Torreón, en una plazoleta donde también existe una fuente y la escultura de Miguel Hidalgo realizada por Jorge Tovar, poco a poco fue cayendo en olvido como la mayoría del patrimonio cultural material en La Laguna.
Con el paso de los años, la plazoleta donde se ubica comenzó a usarse en algunas ocasiones como basurero, área de juegos, fue invadida por un tianguis, pintada con graffiti e incluso empleada como baño público, pues la escultura de Miguel Hidalgo muestra algunas partes ennegrecidas por orina humana.
En cuanto al mural, el marco comenzó a ser afectado por las vibraciones causadas por el tráfico del bulevar Independencia y calle Múzquiz, algunos de sus mosaicos se llenaron de sarro debido al agua que solía salpicar de la fuente y un área tiene pintura oscura de aceite, de la cual Carola Sánchez no se explica su presencia.
“Tenía cuatro grietas muy profundas que llegaban hasta el fondo, hasta la estructura. Yo pensé que incluso la estructura estaba dañada. Afortunadamente sólo está dañado en esta parte y en la parte exterior. Nos pusimos a limpiarla muy bien y a resanar las grietas, a afianzarse bien y a reponer los faltantes”, comenta Carola Sánchez, quien desde hace tres semanas se encuentra trabajando en la restauración de la obra.
El mural habla de la Independencia mexicana en diversas aristas, mostrando los grandes momentos en la historia del país. La primera escena arroja a unos niños aprendiendo a leer. También muestra a los hombres dominando el fuego como símbolo de civilización. Enseguida aparecen el Águila Nacional y Benito Juárez como representante de la Reforma. Para finalizar la narrativa con Venustiano Carranza y el cadáver de Francisco I. Madero sosteniendo el Plan de San Luis.
Recuperación de patrimonio
“Lo tenemos que hacer con pincelitos. Sí es tardado, pero quitamos todo el sarro”, indica la restauradora tras comentar que no puede usar herramientas abrasivas que dañarían más al mural. Los mosaicos contienen cristal, piso, cerámica de Cuernavaca, ónix y piedra. Para esta restauración, Casa Montaña donó vidrio para reponer los pedazos originales que faltan gracias a un material que lleva resina, tipo pegapiso con colorante rojo.
“Este lo hizo José Chávez Morado. Lo entregó en 1956. Lo hizo por encargo para el aniversario de la Independencia y, como remate al bulevar Independencia, decidieron ponerlo aquí. Chávez Morado no pudo venir a instalarlo, lo mandó en tráileres por cuadros numerados para que lo armaran aquí. Él en ese momento ya era muy famoso y se fue a Nueva York y a varios lugares donde anduvo trabajando murales”.
La restauración del mural y la plazoleta corre a cargo de la Dirección de Centro Histórico. Forma parte de un proyecto de restauración que también incluye al Edificio Málaga, la Torre Dodson y el edificio de la Antigua Presidencia Municipal con una inversión de 1.2 millones de pesos. Luis Reyes, titular de la dependencia, informó que el objetivo de este proyecto es retirar todos los elementos que no son propios de los inmuebles para recuperar su cualidad histórica y arquitectónica, además de dotarlos de iluminación.
La primera acción fue acortar la fuente, pues el agua era la gran causante del deterioro del mural y cubría de sarro las imágenes de Benito Juárez o de Venustiano Carranza.
Mientras tanto, Carola Sánchez asegura que a este tipo de obras hay que darles mantenimiento mínimo cada año o año y medio, pues más vale reponer “un cuadrito” que toda una grieta grande. “Hay que darle su mantenimiento de vez en cuando y no permitir que se destruya. Son piezas ya irrepetibles. ¿De dónde sacamos a Chávez Morado para que la vuelva a hacer?”.
En el lapso que lleva trabajando en la restauración, Carola Sánchez se ha percatado de que algunos vecinos tienen la costumbre de golpear el mural con un balón, además la obra registra marcas hechas con otros proyectiles. También denuncia que hay quienes trepan por la figura de Miguel Hidalgo (cuya bota también será restaurada por Sánchez) para caminar sobre el marco del mural y así realizar una apuesta, por lo que añadió que habría que darle más vigilancia al mural por parte de las autoridades para prevenir esta situación.
“Todo eso hace que se deteriore. Claro que eso echa a perder el mural. Evidentemente hay que cuidarlo más”.
El autor
José Chávez Morado nació el 4 de enero de 1909 en Silao, Guanajuato. Como artista perteneció a la tercera generación de la llamada Escuela Mexicana de la Pintura, donde también incursionaron pintores como Juan O’Gorman, Raúl Anguiano y Alfredo Zalce.
Sus obras se caracterizan por abordar la problemática social desde la perspectiva campesina y obrera, de los sectores más olvidados. En ellas se lee su preocupación por la justicia social, el amor que le profesaba a la cultura y el orgullo nacional que ostentaba en su semblante.
Además del mural de Torreón, su legado es conformado por los murales de la escalera principal de la Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato), los relieves en la fachada de la Cámara de Diputados y la columna de 11 metros de altura y tres de diámetro que sostiene el gran paraguas del patio central del Museo Nacional de Antropología, además del mural titulado La conquista de la energía, que se encuentra en Ciudad Universitaria (Ciudad de México), entre otras obras.
Murió el 1 de diciembre de 2002, a los 93 años, meses después de haber recibido un homenaje en vida por su carrera en el Festival Internacional Cervantino.
