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Niños «llave», un nuevo tipo de infancia

Cambios en la dinámica familiar

Niños «llave», un nuevo tipo de infancia

Niños «llave», un nuevo tipo de infancia

Roberto Iturriaga

Cada vez son más las familias que deben realizar todo tipo de actividades para costear los gastos económicos. El padre y la madre salen a trabajar largas jornadas para contar con una mejor economía, y en estos ambientes es donde crecen los llamados niños «llave», menores que son dejados a su propio cuidado, ya sea dentro o fuera del hogar.

Fernando tiene sólo once años de edad y desde hace varios meses se ha visto en la necesidad de transportarse por cuenta propia, vive en una familia de clase media que solo tiene un automóvil, el cual es utilizado por su padre para fines laborales.

Al salir de la escuela primaria toma dos autobuses que lo llevan hasta su domicilio al otro lado de la ciudad. Luego de caminar varias cuadras, llega a un hogar donde no lo espera ninguno de sus padres, tampoco hay comida caliente o mayor compañía que su teléfono celular, y será hasta después de varias horas que llegue su madre del trabajo para atenderlo antes de ir a dormir.

Al igual que Fernando, cada vez hay más niños y adolescentes que viven una situación similar en todo el mundo, ya que se enfrentan a un ambiente totalmente cambiante a cortas edades, armados únicamente con las llaves de sus casas para entrar y salir a la hora que puedan o quieran (de ahí surge el término para su definición).

Fue gracias a este tipo de fenómenos que los especialistas de diversas naciones comenzaron a acuñar este término, el de los niños «llave», definiendo a los menores que, ya sea por razones culturales o económicas, son dejados solos por sus padres o tutores durante períodos prolongados de tiempo.

Esta situación ha sido justificada por millones de adultos bajo los argumentos de que “no existen suficientes recursos económicos”, de que “los niños ya se pueden cuidar solos” o que simplemente “no hay nadie que los pueda supervisar”.

El proceso de liberación femenina que inició desde hace varias décadas cambió de forma drástica la dinámica de las familias en la cultura occidental, las mujeres ya no cuentan con la obligación de quedarse en casa y criar a los hijos, pues ahora son parte fundamental de la vida comercial, laboral y de servicios, ya que pueden salir a realizarse profesionalmente.

Sin embargo, este cambio en las familias también modificó la forma en que los niños son cuidados y educados en los hogares tradicionales, en el mejor de los casos deben quedarse bajo el resguardo de los abuelos, los tíos o simplemente estar solos dentro de la casa cuando «ya tienen la edad suficiente».

Los psicólogos de todo el mundo han definido algunas edades para poder clasificar a los niños «llave». Los casos más usuales se ubican de los diez a los diecisiete años, es decir, durante la preadolescencia y la adolescencia; no obstante, se pueden llegar a atender algunos casos en edades más tempranas, que oscilan entre los seis y los nueve años, e incluso antes.

En países como Estados Unidos, España y Francia, donde se han empezado a estudiar este tipo de casos, se han registrado aumentos sostenidos de nuevos niños «llave» desde hace varios años. Por ejemplo, en 2012, en Estados Unidos se llegaron a calcular más de setenta mil casos severos de abandono relacionados con este tipo de fenómenos.

En países como México, la problemática ni siquiera cuenta con cifras aproximadas, hecho que no ha permitido iniciar una atención adecuada de parte de las autoridades mediante los sectores de salud o seguridad social.

RIESGOS A LOS QUE SE ENFRENTAN

Físicos: los psicólogos de gran parte del mundo han definido el borde de los dieciocho años como una edad donde los adolescentes pueden comenzar a valerse por sí mismos, cuidarse de manera adecuada y evitar riesgos debido al desarrollo de la lógica y el buen juicio.

Sin embargo, mientras menor sea la edad, el riesgo de sufrir accidentes caseros aumenta, los niños «llave» se verán rodeados de instalaciones eléctricas, gas, el uso de aparatos electrónicos y otros artículos como objetos punzocortantes, herramientas y demás. Sin la vigilancia de una persona mayor, las posibilidades son muy variadas.

En caso de una emergencia, como una fuga de gas, un incendio o un desastre natural, los menores tendrán que resolver su propia seguridad. En caso de que otro menor (hermanos pequeños) se deje a su cuidado, el tema cuenta con un mayor grado de complejidad.

“Aquí hablamos de algo fundamental, los adultos a veces no podemos cuidarnos a nosotros mismos adecuadamente, creer que un niño lo va a hacer es una ilusión, pero creer que un niño puede cuidar a otro más pequeño, es una irresponsabilidad”, asegura el psicólogo Antonio Miranda.

Fuera del hogar, los niños experimentarán los peligros de cualquier persona que se mueva en un ambiente urbano (accidentes del transporte público, atropellos, delincuencia y muchas otras), sólo que no contará con la misma pericia que un adulto.

Riesgos sociales: dentro del hogar el internet se ha convertido en uno de los mayores riesgos sociales para estos menores, ya que el estar solos frente a una computadora representa la posibilidad de poder ver cualquier contenido sin restricción alguna, además de que en casi todos los casos se puede contactar a otras personas -incluyendo a las que tienen intenciones de hacer daño- mediante el uso de redes sociales.

Fuera de casa, los niños «llave» podrán verse sometidos a diversos sentimientos, el más común es el miedo a verse solos; en otros casos, podrá aparecer el sentimiento de libertad y, como consecuencia, una pérdida del sentido de la autoridad.

El especialista Antonio Miranda detalla que entre las consecuencias emocionales más comunes se encuentran las actitudes violentas, la generación de sentimientos de inseguridad, de apatía hacia las actividades grupales y de frustración. “La infancia se ve interrumpida, se obliga a que los niños se conviertan en «adultos» bajo la premisa de que son muy maduros. No hay tal cosa”.

Por otra parte, si no se dejan claros los límites de movilidad en la ciudad, el menor podrá imitar los patrones que le dicten grupos a los que sí se sienta integrado, como los compañeros de su escuela, pandillas o conocidos en sitios que frecuenta. Ante este ambiente podrá realizar cualquier tipo de actividad con tal de ser aceptado, incluyendo actos de delincuencia en casos extremos.

Problemas de salud: al no contar con supervisión y cuidado de los adultos, tampoco existirá una noción de «buena alimentación» de los niños «llave». Generalmente comprarán golosinas, frituras o cualquier tipo de comida que pueda ajustarse a su presupuesto. La probabilidad de contraer enfermedades gastrointestinales y desarrollar padecimientos como la obesidad será una constante.

¿QUÉ SOLUCIONES EXISTEN?

Los especialistas recomiendan que los menores sean vigilados de forma completa por un adulto responsable. Entre las opciones más claras se puede contemplar a los abuelos siempre y cuando se encuentren disponibles. Los hermanos mayores también pueden ser una alternativa sólo si son mayores de edad.

La familia es el principal apoyo para evitar que sigan surgiendo más niños «llave» en el mundo, principalmente entre las clases baja y media. Quienes cuentan con recursos suficientes, pueden contratar los servicios de estancias de medio tiempo o incluso una niñera.

Lo más importante es valorar lo que de verdad importa cuando un hijo llega a la familia. El tema económico y la atención integral sí pueden estar en equilibrio con el apoyo adecuado.

Twitter: @betoiturria

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