En el año 46 antes de Cristo, Julio César puso fin al calendario lunar e instituyó el uso del calendario juliano. Este es un calendario solar que establecía que el año dura 365.25 días, conteniendo meses de 30 y 31 días, a excepción de febrero, que tenía 28 días o 29 en los años bisiestos.
Según algunos historiadores y especialistas en la materia, el astrónomo a quien se encomendó la tarea de calcular la duración del año tuvo un error, pues la duración se excedió por 11 minutos y 14 segundos.
En el momento no fueron evidentes las consecuencias de la falla, sin embargo para el siglo XVI el calendario iba ya diez días adelantado a las estaciones.
Ante tal situación, el papa Gregorio ordenó en el año 1582 que el calendario fuera revisado y rediseñado en algunas partes, instituyéndose el calendario gregoriano.
Debido a la falta de sincronía por el adelanto en los días se tomó la decisión de eliminar los días comprendidos entre el 5 y el 15 de octubre, que fueron suprimidos durante ese año, es decir, en el calendario gregoriano, un día como hoy pero del año 1582 no existió en España, Italia, Portugal y Polonia.
Lo anterior se evidencia en la historia, por ejemplo, en el caso de la muerte de Teresa de Jesús, quien falleció el 4 de octubre de 1582 pero que, debido a la eliminación de los días mencionados, fue enterrada hasta el día 15, aunque en realidad fue al día siguiente de su muerte.