
El fotógrafo no ha respondido de manera directa a ninguna de las acusaciones que se le han hecho. (Archivo)
Madonna, Rihanna, Lady Gaga, Miley Cyrus, Lindsay Lohan, James Franco, Kate Moss, David Gandy, Kate Upton y Candice Swanepoel son algunas de las personalidades que han sido capturadas por la lente del estadounidense Terry Richardson.
La confianza que numerosos personajes han depositado en este fotógrafo se debe a una trayectoria de dos décadas, en las que ha consolidado un estilo dominado por la provocación y el contenido sexualmente explícito.
Nacido en 1965, Richardson comenzó a tomar imágenes a los 18 años, edad en la que también empezó a inyectarse heroína. Fue siete años después cuando su carrera despegó en Nueva York, al realizar una serie de tomas al lado de su padre, quien también era fotógrafo.
En su trayectoria se incluyen campañas publicitarias para firmas como Gucci, Diesel, H&M, Tom Ford, Valentino, Hugo Boss, Jimmy Choo e Yves Saint Laurent, entre otras. Su trabajo ha aparecido en títulos como Vogue y Harper's Bazaar, cuya portada de la edición norteamericana del próximo mes estuvo a su cargo, y fue protagonizada por Madonna.
Hoy, la polémica iniciada en 2010 vuelve a arder. Hace tres años, la modelo Rie Rasmussen declaró al New York Post haber visto imágenes tomadas por Richardson que resultaban denigrantes para las mujeres. También confesó a una revista haberlo confrontado en un bar, además de que lo llamó cobarde y acosador sexual.
Poco después, otra maniquí, Jamie Peck, estremeció al campo de la moda con sus declaraciones, las cuales señalaban a Richardson como un ser degenerado y repugnante.
Peck describió como extraña la segunda vez que posó para él, ya que el ‘Tío Terry', como le hizo llamarle, le preguntó si le gustaría fotografiarlo desnudo. Ella accedió a hacerlo, pero confesó que no se sintió cómoda y que se arrepintió de tal acción. Sobre el caso, otros medios revelaron que el fotógrafo le pidió a Peck que lo masturbara.
Recientemente, la top model Coco Rocha declaró que no volvería a trabajar nunca más con Richardson; sin embargo, no ha querido ahondar en la razón de esta decisión.
El fotógrafo, por su parte, no ha respondido de manera directa a ninguna de estas acusaciones, limitándose a declarar: "Mi lema es no pedirle a nadie que haga algo que yo mismo no haría". Al parecer, sus atrevidas peticiones se encuentran peligrosamente cerca de los límites.