Fotografía tomada el 31 de octubre de 1987 al develarse el busto en bronce del Lic. Salvador Vizcaíno Hernández, en la Calzada de los Escritores Laguneros de Torreón, Coah. De izquierda a derecha: Lic. Jaime Salvador Vizcaíno Pérez, Ma. del Pilar Pérez de Vizcaíno y Coral Vizcaíno Pérez.
VIDA Y OBRA DEL LIC. SALVADOR VIZCAÍNO HERNÁNDEZ, poeta, escritor, maestro y funcionario público.
Vimos en el artículo anterior lo relativo a su libro de poesías "Palabras Inútiles", y ahora me referiré a su segundo librito de poesías titulado: "Apenas un Sueño" y sus poesías inéditas, que fueron recopiladas en un tomo junto con el primero de sus libros, por el Lic. Homero Héctor del Bosque, presidente municipal de Torreón y gran amigo y socio de despacho notarial Lic. Salvador Vizcaíno Hernández. Esta recopilación se hizo en 1979, coordinada por el Lic. Fernando Martínez Sánchez, jefe de cultura en esa fecha.
El libro "Apenas un Sueño", contiene las siguientes poesías: 1.- Fuerzas. 2.- Cuantos. 3.- Cuando te miro. 4.- Dormido. 5.- Bajo. 6.- Hoy. 7.- Estoy sin ti. 8.- No. y 9.- Evoco. Y las poesías inéditas son:
1.- Anticipación (a la muerte). 2.- Tal vez. 3.- Capital impresiones. 4.- Reflexiones. 5.- Canción. 6.- Entre mis brazos. 7.- Sí. 8.- Porque hubo otras horas y otros días. 9.- A veces. 10.- Así. 11.- Hoy camina conmigo tu recuerdo.
De sus poesías inéditas es muy importante el poema que escribió Anticipación a la muerte y que no quiso publicar, pero fue incluido en el librito que menciono editado en 1979 con el título de "Obra poética de Salvador Vizcaíno Hernández".
De ese poema, transcribo a continuación dos estrofas, como sigue:
ANTICIPACIÓN PARA FERNANDO
"¡Qué feliz el minuto del viaje sin regreso!
Las sábanas, cuan frescas, para el último sueño.
Blancor inmaculado de la estrecha mortaja.
Bellísimas las flores en la mortal estancia.
Sobre mi rostro inmóvil, que fiel serenidad:
Lejano del dolor; limpio de todo mal.
Y seré sepultado cuando la tarde muera...
Al besar la montaña la simbólica estrella.
Descansaré en la tierra, como en propicio tálamo.
Sin más otro discurso que el trino de los pájaros.
Pero una amable brisa llorará en los cipreses.
En tanto mis amigos inclinarán sus frentes.
Como hemos visto, la obra poética de Vizcaíno Fernández es reducida a sólo 54 creaciones, pero de muy alta calidad.
SU MUERTE
Este exquisito poeta, serio, formal y de una gran calidad como maestro, y no menos como ser humano, entregó tributo a la madre tierra cuando apenas contaba con 62 años de edad, a las tres de la madrugada del día 17 de junio de 1977, y después de su velación partió el cortejo fúnebre a las 10:00 a.m. del siguiente día para ocupar su última morada en el Panteón Torreón de esta ciudad.
A su muerte varios periodistas y amigos publicaron artículos muy sentidos recordando al gran amigo que partió al más allá.
El licenciado Germán Froto y Madariaga, escribió el 26 de junio de 1977, en un periódico local, en parte lo que sigue:
"El maestro no es aquél que esconde la luz de la cultura tan sólo para iluminar sus ideas; sino el que la coloca en alto para iluminar a la vez, las propias y las de sus alumnos.
"Tuve la oportunidad de acudir a sus cátedras en dos cursos de Filosofía, uno en la preparatoria, sobre la introducción a dicha ciencia y otro el presente año en la Cátedra de Filosofía del Derecho. Debo confesar, que no fue sino en este último curso, cuando pude apreciar lo basto de su cultura, su amor a la enseñanza y su apertura al diálogo maestro-alumno. Es por ello, que me enorgullece el poder afirmar que su alumno...".
"...Era un hombre que cumplía con todos sus deberes de maestro. Siempre puntual en su cátedra, la cual impartía a las siete de la mañana y era más fácil que en determinado día faltáramos algunos de nosotros que faltara él. 27 años impartiendo clases en la Universidad no me dejan mentir, ni tampoco me lo permitirían los miles de alumnos que pasaron por su cátedra.
"De trato sencillo y amable, justo en sus apreciaciones, característicos en sus facciones: La ceja izquierda arqueada casi en forma permanente, la sonrisa dibujada en sus labios, su andar pausado y, sobre todo, sus conocimientos vertidos en la cátedra, marcan la huella que deja el maestro en esta tierra.
No fácilmente, se encuentran reunidas en una sola persona todas las virtudes que ostentaba el licenciado Vizcaíno, pues se requieren muchos años de estudios, de profundizar en los campos de la cultura, de acrecentar el amor al derecho y a la enseñanza, se requiere, en suma, dedicar cuerpo y alma a la tarea que se haya uno propuesto...".
