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Mamá… ¡Me voy de la casa!

El reto de vivir solo

Mamá… ¡Me voy de la casa!

Mamá… ¡Me voy de la casa!

Por Genesis Prezas

¿Te ha pasado? Tú en la soledad de tu habitación, disfrutando de tu música favorita que, para variar, está a todo volumen. De pronto, la voz irritante de tu mamá: “¡Bájale a esa cosa! ¿Qué crees? ¿Qué vives solo, o qué?” Tu instinto de rebeldía no se hace esperar, hasta que te aplican la clásica de los papás: “Mientras vivas en esta casa…” Es ahí cuando te das cuenta que tu espacio no es tan tuyo como quisieras, y empiezas a considerar seriamente la idea de volar fuera del nido hacia una vida independiente. Tu casa, tus reglas.

Y de verdad: vivir solo es el sueño de cualquier joven que desea dar el arriesgado, pero muy excitante salto hacia la independencia. Sin embargo, esta decisión debe ser meditada a consciencia. Si bien, vivir solo puede traerte enormes beneficios y aprendizajes, también significa decirle adiós a todas las comodidades a las que tus padres te habían tenido acostumbrado hasta entonces. ¿Crees que estás preparado para continuar con el ciclo natural de la vida? O, ¿aún temes que algo salga terriblemente mal y no haya pasado ni una semana cuando ya estés de vuelta en casa de tus papás, exigiendo el caldito de pollo que prepara tu mamá? No te angusties. Respira y considera la siguiente información. Posiblemente tu tiempo de vivir solo haya llegado finalmente, o bien, aún te falta esperar un poco más.

¡Adiós, papá y mamá!

Empieza considerando tus razones para querer vivir solo. Posiblemente, la relación con tu familia no es del todo agradable y no estás dispuesto a seguir viviendo bajo sus reglas. Tal vez sea que te sientas incómodo en tu casa porque supones que necesitas más espacio, o bien, piensas que has llegado a la edad en que te toca vivir solo.

Cualquiera que sea la razón que te mueva a buscar tu independencia, es importante que sepas que el apoyo de tu familia es vital para dar este paso. La psicóloga Chela de Lara Jaymes asegura: “La peor manera de irte a vivir solo es enojado con tu familia o huyendo de ella. Tienes que platicarlo con tus padres y ponerte de acuerdo con ellos, de tal manera que se conviertan en tus aliados y te apoyen en tu retirada.”

Cuando Carlos –“Kachuy” para los amigos– tomó su maleta y abandonó la casa de sus padres para iniciar una vida independiente, supo que aquello no iba a ser cosa fácil. “Tratábamos de hacernos los fuertes y fingir que todo estaba muy padre, que iba a ser una experiencia increíble y que ya era el momento de que sucediera, pero lo cierto era que en el fondo todos estábamos muriéndonos de tristeza.”

“Kachuy” se vio en la necesidad de iniciar una nueva vida lejos de su casa y de sus padres porque en su ciudad natal no existía la carrera que él deseaba estudiar. Posiblemente este también sea tu caso y la decisión de irte a vivir solo no represente únicamente casa nueva, sino también ciudad nueva y escuela nueva. Es aquí donde las cosas pueden tornarse un poco más complicadas de lo estimado.

Antes de lanzarte a la aventura, deberás tomar en cuenta el factor económico, es decir, cómo te vas a mantener de ahora en adelante. Ya sea con tus propios recursos o con el apoyo de tus papás, es importante que aprendas a administrarte y a gastar de manera consciente, no vaya a ser que se te acabe el dinero y ahí sí que no se vale estar pidiéndole a papá y mamá cada fin de semana para que te saquen del apuro.

La casa o el “depa” también deben estar contemplados en tu lista de prioridades. Antes de abandonar tu casa, debes buscar un buen sitio para vivir, que se ajuste a tus posibilidades económicas y sobre todo, que sea seguro y esté cerca de tu escuela o trabajo. Por supuesto, debes asegurarte de equiparla al menos con lo más básico (refrigerados, estufa, comedor, cama, etcétera) mientras te vas aclimatando a tu vida en solitario.

Por último, debes revisar el medio de transporte en el cual te vas a estar moviendo. Puede que cuentes con automóvil propio (que también va a representar un gasto, por eso de la gasolina) o bien, te muevas en transporte público. Si hasta aquí no has cambiado de opinión, puedes seguir leyendo, porque quedan muchas cosas que aún debes tomar en cuenta.

Libertad y libertinaje se escriben diferente

Cuando des el primer pasito fuera de la que hasta ese momento había sido tu casa, posiblemente la única palabra que resuene una y otra vez en tu cabecita sea “¡¡¡LIBERTAD!!!”. Así es: eres completamente libre. A partir de ese momento, el único responsable de tu persona eres precisamente tú. No hay reglas, ni regaños, ni horarios; únicamente los que tú quieras establecer para ti.

Es aquí donde valdría la pena que te preguntaras: ¿realmente estoy preparado para asumir mi propia libertad? La independencia es algo maravilloso si es que sabes aprovechar sus beneficios. De acuerdo con Chela, “puede suceder que la gente joven piense que vivir sola es permiso para cometer todo tipo de libertinajes. No se trata de eso. Vivir solo significa hacerse cargo de la vida propia. Sin embargo, hay jóvenes que al poco tiempo de sentir esta 'libertad', transforman su casa en un centro de reunión, en donde no existe respeto alguno por el espacio.”

Por supuesto que en un inicio habrá una etapa de júbilo y fiesta por la recién adquirida libertad y es natural que hagas reuniones en las que seguramente todo mundo terminará alocándose. Pero es importante que después del período de juerga, comiences a tomar muy en serio el hecho de que ahora sólo tú estás a cargo de tu persona.

“Sí, tenemos muchas libertades: podemos hacer lo que se nos dé la gana, meter a quien sea a la casa, tomar, comer lo que se nos dé la gana. Pero vivir solo no es el pretexto para caer en el “libertinaje”. La experiencia nos enseña a ser equilibrados, porque finalmente los afectados por nuestras malas decisiones somos nosotros mismos. He aprendido a valorar mi libertad y a aprovecharla para mi beneficio”, comenta “Kachuy”.

Chela remata lo anterior con una frase simple y contundente: “El reto de vivir solo es hacer un hogar, un verdadero hogar, para tu persona.” Y esto requiere de consciencia y responsabilidad para conducir tu libertad hacia hábitos que te permitan vivir y ser mejor en todos los aspectos.

Los pros y los contras

Son muy fáciles de intuir, y es que en realidad todo parte de una misma aseveración: “No dependes de nadie más que de ti mismo”, y esto es “bueno” y “malo” a la vez. Es “bueno” en el sentido de que aprendes a ser autosuficiente, lo que te conduce a la madurez. Ahora estás a cargo de tu persona y solamente tú eres responsable de tus acciones.

“Aprendes a auto-regularte. Te conviertes en tu propia autoridad y es ahí donde comienzas a tomar decisiones y a ponderar las consecuencias de tus actos. Vivir solo te permite echar a andar muchas habilidades que tal vez has adquirido, pero que no habías tenido la necesidad de demostrar. Todo esto desemboca en un fortalecimiento del carácter”, declara Chela.

Lo “malo” parte también de esta nueva independencia, porque ahora tú tienes que encárgate de muchas tareas que antes le correspondían a tus padres. Debes aprender a hacer las compras, a cocinar, a lavar y planchar, a hacer trámites burocráticos que antes ni sabías que existían, a mantener en orden tu espacio y cuidar de ti mismo cuando te enfermes.

Como ves, vivir solo no es una tarea sencilla. Tampoco significa ausencia de reglas y responsabilidades, al contrario, representan muchas más de las que tienes en estos momentos. Sin embargo, la experiencia puede ser algo maravilloso que bien vale la pena vivir. Si consideras que no te hace falta nada para dar el salto a la aventura, estira las alas y aviéntate del nido. Todas las buenas historias comienzan de ese modo.

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