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En cuestión de placer anal

SEXUALIDAD

En cuestión de placer anal

En cuestión de placer anal

Psicólogo Sexólogo Silvestre Faya

Conforme los tabúes van perdiendo fuerza, el ser humano se expresa más libremente en todas las formas posibles, incluyendo el ejercicio de su sexualidad. Así, hoy muchas personas se animan a admitir su gusto por practicar el sexo anal, que contrario a lo que se cree no es exclusivo del erotismo gay.

Aunque para muchos hablar de sexo con su pareja es todavía difícil, cada vez más gente se anima a expresar lo que le gustaría probar en la recámara.

La vida sexual tiene muchas variantes y el sexo anal es una de ellas. A muchos el ano, ese pequeño orificio del cuerpo, les produce curiosidad, deseo de exploración. Más hombres y mujeres de los que se piensa disfrutan de este tipo de contacto íntimo que por ningún motivo debe considerarse propio de la comunidad gay.

PREFERENCIA, NO ORIENTACIÓN

El ano está lleno de terminales nerviosas sensitivas. Tanto así que se puede sentir placer al defecar. También al tocarlo o ser tocado por otro. Las fuentes de deleite sexual, individual o en pareja, dan un lugar importante a las características únicas que el ano tiene en cada persona.

Por su función excretora se le ha catalogado como una zona sucia del cuerpo, extendiéndose así la idea de considerar antihigiénico todo lo relacionado a él, y rechazando la idea de tocarlo. No obstante, mantenerlo limpio es una tarea incluida en el baño diario, no requiere un cuidado diferente o especial más allá de la correcta higiene.

Entre heterosexuales, experimentar el goce anal puede ofrecer nuevas sensaciones que incrementen la satisfacción del contacto íntimo, considerando que su práctica sea agradable para ambos, aceptada entre sí y con el sincero deseo de sacar el máximo partido a esta caricia.

En parejas homosexuales hombre-hombre, tocar y penetrar el ano es algo común. Pero también parejas mujer-mujer hay quienes disfrutan de esta alternativa.

Complacerse con el roce, la estimulación o penetración anal no es exclusivo de un grupo en particular ni mucho menos convierte a los hombres en homosexuales. Es una elección personal y de ninguna manera define ni cambia la orientación sexual de quien la lleva a cabo.

PREPARANDO EL MOMENTO

La práctica del sexo anal debe resultar cómoda y agradable para ambos. Si la sola idea no resulta atractiva o causa preocupación, es importante ser honesto con la pareja.

Una vez que ambos están de acuerdo en explorar dicha zona lo mejor es hacerlo propiciando un ambiente tranquilo, de total confianza, pactando de antemano que en caso de sentir cualquier grado de molestia, lo expresarán y suspenderán esta práctica.

Como toda forma de ejercer la sexualidad, el contacto anal puede ser tan seguro como así lo procure cada par de amantes. Hay algunos puntos básicos a aprender. El primero de ellos es que el ano posee una musculatura poderosa que suele apretarse al momento de sentir la entrada del miembro, pudiendo provocar dolor e incluso desgarraduras si se le fuerza. Para modificar esa respuesta se aconseja relajarlo, usando un lubricante a base de agua y dar un suave masaje circular con la parte carnosa del dedo, hasta que éste pueda ser introducido. Una vez aceptada esa maniobra, y si la persona la considerada agradable, su ano cederá para ser penetrado. El placer derivado de esa primera experiencia será decisivo para los próximos contactos.

El uso de condón es muy importante ya que dentro de esta región corporal habitan bacterias que pueden ser nocivas, sobre todo si después se penetra la vagina o se tiene sexo oral. Asimismo, de no usarse preservativo existe la posibilidad de contraer enfermedades venéreas, entre ellas el virus del papiloma humano (VPH) y el VIH.

OPCIONES, PRECAUCIONES

Como ya se dijo, toda caricia anal suele iniciar con la incitación dactilar y ésta es en sí misma una manera de disfrutar un encuentro (uno o varios dedos). Pero además de ésta y del pene, el sexo anal tiene varias maneras de concretarse.

En ese contexto hay quienes prefieren el annilingus, término que se refiere al contacto que se hace mediante la lengua. Sin embargo, esta práctica conlleva el riesgo de adquirir enfermedades como hepatitis A, B, C, clamidia, VPH, gonorrea, herpes, lombriz intestinal y otros padecimientos. Una medida para prevenir ese tipo de infecciones es utilizar una barrera plástica similar a las que usan los dentistas o bien un condón abierto, colocándolo sobre el ano. Pocos adoptan esta medida porque resta sensibilidad, pero si se elige la lengua es esencial para preservar la salud.

Muchas parejas utilizan dilatadores anales o juguetes sexuales. Los primeros se ofrecen en variedad de tamaños (grosor), materiales y texturas, algunos vienen en forma de pene con una apariencia muy real. Cada par de amantes elegirá el que despierte mayormente su fantasía. No está de más subrayar que la prevención de enfermedades venéreas y otro tipo de malestares exige la limpieza y cuidado de estos objetos, así como el uso exclusivo de los mismos, evitando intercambiarlos o usarlos con otras personas. La confianza excesiva es causa de muchos dolores de cabeza que se evaden no prestando estos artículos.

La variedad de caricias anales solamente es conocida por la pareja y forma parte de su exclusivo bagaje erótico. La búsqueda constante de estímulos les lleva a probar con su compañera/o:

1. De manera alternada. Se goza viendo el placer que el amante obtiene mientras toca y alternadamente se deja tocar, logrando de esta manera un deleite compartido.

2. Al mismo tiempo. A través de la posición llamada 69, la cual les permite actuar simultáneamente, usando los dedos e incluso la lengua.

3. Observando al otro mientras él o ella se estimula el ano. Mirar a la pareja en un proceso de autocomplacencia puede proporcionar una fuente de excitación extraordinaria para ambos.

Existen otras variables que implican oler, lamer y escuchar los sonidos del chasqueo durante la penetración, intensificando las sensaciones y favoreciendo el orgasmo.

QUÉ SÍ Y QUÉ NO

A lo largo de la relación, los amantes desarrollan un repertorio de posiciones y variantes sexuales que les satisfacen. Algunas de estas acciones son más atrevidas y otras permiten un reposo previo a la intensidad del acto. Cada pareja requiere hacer un inventario del grado de mayor o menor satisfacción sexual que disfrutan. Lo importante es no caer en la idea de que inevitablemente se estacionarán en la rutina, la cual se instala justo cuando llegan al convencimiento de que ya no existe oportunidad de renovarse en la cama.

El sexo anal es una parte del concierto erótico que se puede compartir. La intensidad y periodicidad con que experimenten los sucesivos encuentros darán la tónica de satisfacción y plenitud de la pareja. Quienes establecen una buena comunicación verbal y física se conducirán seguros y agradecidos en todo momento, porque se sentirán complementados, plenos y felices.

Los espasmos orgásmicos serán frecuentes y la relajación posterior al encuentro producirá una nueva necesidad de futuros momentos íntimos. La elección de esta práctica es sólo de dos.

www.sexologosilvestrefaya.com

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