La mística y el catolicismo envuelven la atmósfera literaria de uno de los personajes más importantes del siglo XX, el escritor estadounidense Julien Green, de quien se recuerda hoy el 113 aniversario de su natalicio.
Autor de “Leviatán”, publicación integrada en la prestigiosa colección de “La Pléiade”, Julian Hartridge Green nació el 6 de septiembre de 1900, en París, Francia.
De su abuelo materno Julian Hartridge fue de quien recibió su nombre, mismo que sería modificado por su editor francés por “Julien”.
La familia de Julien Green era protestante, por lo que su madre lo educó con recelo ante el sexo, aunque influido por su narcisismo adolescente y con una sensibilidad replegada sobre sí mismo, se inclinó a la homosexualidad.
En 1916, se convirtió al catolicismo y al años siguiente prestó servicio voluntario en el “American field service”. A los 16 años fue expulsado, pero inmediatamente firmó su alistamiento en la Cruz Roja estadounidense hasta 1918, como parte del ejercito francés, convirtiéndose en segundo teniente de artillería.
A partir de 1919, comenzó sus estudios en la Universidad de Virginia, en Estados Unidos, hasta 1922 cuando viajó a Nueva York para trabajar en la oficina de información bélica estadounidense.
De acuerdo con sus biógrafos, también trabajó en la “Voz de América”, en Francia, junto con el escritor, poeta, ensayista y teórico del Surrealismo, André Breton y el actor de cine estadounidense de origen ruso, Yul Brynner.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), regresó a Francia; se dice que su infancia, adolescencia y juventud conformaron las pautas para que Julien Green se convirtiera en escritor, cita el portal de Internet “elcultural.es”.
Sus memorias sobre el sur de Estados Unidos, su percepción sobre el mundo de la religión y sexualidad, así como su personalidad melancólica y sus decaimientos anímicos van marcando su literatura, que parte de una espiritualidad sincera, asegura la crítica especializada.
Desde el punto de vista estilístico, la obra de Green despliega una gran variedad de recursos, y su prosa ha sido considerada sencillamente como clásica por los propios franceses: al mismo tiempo, fría y cercana, serena y vibrante, dulce y desgarradora.
Sin embargo, su fama no se debe a sus novelas, si no a sus diarios publicados que abarcan los años de 1926 a 1976, donde se aprecia una crónica de su vida literaria y religiosa, una ventana a la escena artística y literaria de París.
El estilo del escritor es austero y emplea el “passé simple”, tiempo literario olvidado por sus contemporáneos, lo cual es reconocido por la academia francesa, organización con la que dimitiera poco antes de su muerte a causa de sus lealtades estadounidenses.
Julien Green escribió en francés e inglés; parte de su colección bilingüe, está publicada en “Le langage et son doublé”, aunque en el mundo angloparlante es desconocido.
Tres de sus libros, hasta el momento cuentan con adaptaciones cinematográficas, “Léviathan”, la más famosa y para la cual Green escribiría el guión, “Adrienne Mesurat” y “La Dame de pique”.
En 1972, el presidente Georges Pompidou le ofreció la nacionalidad francesa, tras haber sido elegido en 1971, miembro de la Academia francesa para ocupar el sillón de François Mauriac, quien había deseado que fuera su sucesor.
No obstante, el escritor rechazó ese ofrecimiento, debido a su espíritu patriótico.
Posteriormente, Julien Green se convirtió en el padre adoptivo de Éric Jourdan, escritor de ficción gay, personaje que recuerda el proyecto fallido de Green de irse a vivir a Forli, Italia, en la que fuera casa de Caterina Sforza, pues su salud no era buena.
A los 97 años, Julien Green murió en París; sus restos reposan en la iglesia de Klagenfurt, Austria, cumpliéndose así uno de los deseos del escritor, quien pidió ser enterrado allí, pues lo había conmovido una imagen de la virgen María durante una visita que realizó en 1990.