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El camino del futbolista en México

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El camino del futbolista en México

El camino del futbolista en México

Carlos Pacheco Blanco

Es difícil llegar al fútbol profesional, pero más aún resulta mantenerse. No existe una fórmula concreta que garantice a alguien convertirse en un ‘grande’ del balompié, aunque sin duda se requiere de talento, trabajo y disciplina. En nuestro país el camino es largo e inicia a edad temprana.

El mundo del fútbol profesional puede parecernos glamoroso, lleno de facilidades y recompensas. No obstante, conquistar ese estatus implica un arduo camino y conservarlo también.

No existe una edad exacta para empezar a practicar, pero los expertos coinciden en que entre más pronto, mejor. La mayoría de los grandes jugadores patearon balones casi a la par que daban sus primeros pasos. Puede decirse que en la ruta hacia el profesionalismo, el niño tendría que comenzar a practicar desde los cuatro años de edad, y a los seis entrenar formalmente esta disciplina, pues en los primeros años se desarrollan las habilidades como el toque de balón, el pase y la técnica de disparo.

En la adolescencia, entre los 13 y los 16 años, el futuro jugador podría buscar una oportunidad en las fuerzas inferiores de un club. Los equipos tienen visores o scouts que recorren el país en busca de nuevos talentos. Esta es la primera prueba a la que se enfrentan millones de jovencitos que desean cumplir el sueño de alcanzar la Primera División.

Los visores tienen diferentes criterios pero coinciden en observar técnica, condición física y mentalidad. De esos factores el más importante suele ser el aspecto mental ya que, dicen, éste no se puede corregir; en cambio la técnica sí, mientras que el físico se puede desarrollar.

Por otro lado, una de las características que a menudo se detectan en las leyendas del soccer es el hambre: de triunfo y de alimento, que es la que finalmente los mueve. Por eso se dice que los grandes salen del potrero, de los barrios pobres, de las favelas, de las vecindades. No obstante, además del talento natural con el que cuentan muy pocos (los que llegan a convertirse en los cracks del balompié) hace falta algo más que quizá podríamos llamar “suerte” . Cuántas veces hemos oído en un partido de barrio o de ligas locales que tal o cual elemento debería jugar profesionalmente, pero o no ha sido observado por un visor, o no ha contado con una ‘palanca’, lo cual nos dice que el fútbol no se libra de la corrupción.

EL PASO PROFESIONAL

Una vez que alguien tiene la fortuna de engrosar las fuerzas juveniles de un club de Primera División, recibe la oportunidad de poder prepararse en el alto rendimiento para desenvolver sus habilidades al máximo, y además llevar un seguimiento en su proceso de formación. Pero aún le falta un largo por tramo por recorrer. El siguiente paso es debutar.

A diferencia de las ligas de primer mundo o de países que son potencias del fútbol como Brasil y Argentina, donde la edad promedio para debutar ronda entre los 17 y los 18 años, en México el margen está entre los 21 y los 22. Pocos son los estrategas que se enfocan en formar juveniles. Esto se ve muy influido porque en el balompié mexicano, sobre los directores técnicos impera un condicionamiento por parte de los dueños de los clubes: dar prioridad a los resultados inmediatos. Por eso los entrenadores prefieren apostar a jugadores “ya hechos” que les garanticen un buen marcador, antes que al desarrollo de prospectos, quienes por su inexperiencia pueden acarrear derrotas.

Además los futbolistas en México tienen carreras bastante longevas, permanecen durante más años ocupando las plazas que podrían llenar los jóvenes, restándoles oportunidad de arrancar a temprana edad su andar profesional.

Así, si un jugador entra a las juveniles de un equipo a los 15 años debe pasar por lo menos cinco o seis ‘picando piedra’ antes de llegar al primer circuito; o incluso ser cedido a escuadras con menos presupuesto a fin de tener mayores oportunidades de debutar o para adquirir fogueo. Lo cierto es que muchos se quedan sin pisar el césped en un encuentro profesional y acaban dedicándose a otras actividades o yéndose a divisiones inferiores. Un caso excepcional es el de Carlos Vela, que nunca jugó en Primera División en México; estuvo como juvenil en Chivas y tras el Mundial Sub 17 de 2005 fue firmado por el Arsenal de Inglaterra.

Nuevamente se ve el contraste de México con países europeos: en sus equipos fuertes o en los que por tradición se dedican al desarrollo de talentos como Manchester United de Inglaterra, Barcelona de España, Ajax de Holanda o Porto de Portugal, se busca que los jugadores debuten lo antes posible y esto es favorecido porque en el Viejo Continente los clubes compiten por lo menos en dos torneos (la Copa y la Liga), lo que les permite tener más opciones.

Vale la pena mencionar que a menudo la gente piensa que para dedicarse al fútbol es preciso renunciar a la escuela, pero en realidad los futbolistas pueden seguir con su formación académica, terminar la educación media e incluso comenzar una carrera profesional, ajustándose a los horarios de entrenamientos y partidos. Equipos como Chivas de Guadalajara no permiten que sus elementos juveniles abandonen los estudios; así, una nueva constante en los clubes es el desarrollo integral de sus miembros, no sólo en el aspecto deportivo.

LA VIDA DEL PROFESIONAL

En México, cuando un jugador debuta como profesional la mayoría piensa: “Ya la hizo”. La verdad es que apenas empieza para él lo verdaderamente difícil.

Lo primero a lo que se enfrenta es a la fama y el dinero. Estos dos factores han acabado con lo que pudieron haber sido carreras deslumbrantes, y han tumbado a los más grandes de los más altos pedestales. Celebridad y dinero acarrean numerosos beneficios, pero también fuertes responsabilidades y tentaciones; fiestas, alcohol, mujeres, drogas: la mesa está servida y son muchos los que no pueden lidiar con ello y finalmente acaba afectándoles en el terreno de juego.

Además dentro de la cancha las exigencias son mayores y deben lidiar con los aficionados y la prensa, ya que como figuras públicas cada uno de sus pasos estará expuesto al escrutinio. Asimismo, en todo momento son vulnerables a cambios abruptos:

-Tienen una mala actuación: se les pierde la confianza.

-El equipo cambia de entrenador: al nuevo puede no gustarle su estilo y destinarlos a la banca.

-Son vendidos o cambiados a otros equipos: dependiendo de la situación, pueden tener menos oportunidades.

-Su escuadra desciende a una categoría inferior: uno de los mayores temores para los futbolistas.

No obstante, con algo de experiencia y madurez casi todos estos factores pueden ser usados a favor del jugador. Por ejemplo si aprovecha la fama puede convertirse en alguien querido por la afición. Y el dinero bien invertido y administrado le garantizará un sustento al concluir su trayectoria.

Algo fundamental es que para mantenerse en el máximo circuito, el futbolista debe cuidar y desarrollar su físico a todo su potencial. El trabajo de alto rendimiento a veces no basta para estar en la élite mundial, hay que esforzarse más, siempre, y no cualquiera está dispuesto a hacerlo, pero quienes se empeñan obtienen recompensas. Beckham, uno de los mejores cobradores de tiros libres, practica diariamente alrededor de 200 disparos, aparte de entrenar con su equipo. Cristiano Ronaldo dedica cuatro horas al gimnasio y acondicionamiento físico, lo que le ha valido ser el jugador más rápido del orbe.

Todo esto es a lo que se enfrenta un futbolista profesional en México, una carrera que para muchos es un sueño pero, ya lo vemos, muy pocos logran hacer realidad por lo que implica conquistar la cima y sobre todo mantenerse en ella.

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