Para los más fetichistas de los pies, el halo erótico de esta parte del cuerpo se disfruta más por la vista y el olor que no tanto por el tacto y el gusto. INGIMAGE
Desde ser repelentes a ser un fetiche erótico hay toda una jerarquía de consideraciones sobre los pies. Sobre esto último, de hecho, existe un glosario de prácticas sexuales que destacan alguna particularidad de los pies, como el solejob –sexo con los dedos de los pies–, trampling –pisadas sobre el cuerpo–, heeljob –sexo con tacones– o sockjob –sexo con medias.
Para los menos apasionados de este símbolo erótico, los pies se relacionan con algo que huele mal, que es feo y que está constantemente cerca del suelo, por lo que lo tapamos. En cambio, según los psicólogos, para aquellas personas que pueden encontrar erótico sentir el tacto de alguien en sus pies o palpar los de otras personas, tiene que ver con que sea algo exclusivo y especial, y no algo que pueda constituir una práctica rutinaria en los encuentros íntimos. Así, mucha gente disfrutaría un masaje de pies o un contacto oral, siempre visto como algo único y casi irrepetible.
Para los más fetichistas de los pies, el halo erótico de esta parte del cuerpo se disfruta más por la vista y el olor que no tanto por el tacto y el gusto. Por ejemplo, muchos pueden deleitarse con un striptease de pies, si están cubiertos de prendas curiosas o si se destapan de manera erótica. Freud dio una posible explicación de este fenómeno, ya que señaló que cuando una persona se siente atraída por otra y disfruta de su contemplación, se encuentra con los pies si rápidamente tiene que dejar de mirar el rostro de la persona si se siente intimidado. En ese momento, el cerebro atribuye al pie todas las sensaciones que la persona experimentaba al mirar a la persona amada, por lo que de algún modo empieza una sensación de adoración. Otros estudiosos de esta práctica tan especial han determinado que nos sentimos atraídos por los pies porque sus formas curvas son similares a las del cuerpo.
Por otro lado, la pedicura es mucho más que un simple cuidado de las uñas y las pieles de los dedos del pie, y más que por higiene puede constituir un verdadero valor añadido a un look. Unos pies con las uñas pintadas pueden ser objeto de culto, como en las protagonistas de las películas de Quentin Tarantino, un director del que se destaca en todos los análisis de su obra su obsesión y fetichismo por los pies. Además, el cineasta ya veneraba los pies como actor en ‘Abierto hasta el amanecer’, donde no dudó en meterse el pie derecho de Salma Hayeck en la boca. Al igual que el director, los cantantes Carlos Baute, Madonna o Marilyn Manson han manifestado en algún momento su predilección por los pies.
