
Con alguien más en la cabeza
Contrario a lo que pueden creerse, resulta muy común imaginar que se está con alguien distinto a la pareja mientras se tiene con ella un momento de pasión. Sin embargo esto no significa que sea algo inofensivo: si pasa a menudo, puede ser una señal de alarma.
¿Por qué algunos imaginan a otra persona mientras disfrutan con su pareja? ¿Qué tan frecuente suele ser esa conducta? ¿Es sano actuar de esta manera o puede conducir a un problema sexual? El número de individuos que al hallarse en pleno beso, faje, agasajo o cachondeo, se imaginan haciéndolo con alguien más (el instructor del gimnasio, la comadre, el cuñado, la chica del súper o el compañero de trabajo) es mayor de lo que nuestra mente puede suponer y contar. Además dicha reacción no es exclusiva de un sexo, pues hombres y mujeres por igual participan de esta infidelidad no realizada, tan sólo fantaseada.
Proyectarse mentalmente sosteniendo un intercambio de caricias o francamente sexual con alguien que no es el propio amante, tiene origen en la conducta infantil de soñar despierto. Se remonta a la época donde la maestra llamaba la atención de un alumno diciéndole: “Estás en Babia” o “te fuiste al futuro”, al descubrirlo con los ojos abiertos, como prestando atención pero con la mente concentrada en incontables aventuras. Es pues esa forma de evadir la realidad la que da origen a las fantasías eróticas que algunos eligen vivir cuando sienten que para responder sexualmente de manera efectiva requieren pensar en alguien distinto.
UNA REALIDAD INADMISIBLE
Aunque muchísima gente no quiere reconocerlo, abundan los hombres y mujeres que dejan de sentirse excitados con su cónyuge durante el ‘apapacho’ o el coito. Aquellos senos turgentes o esas piernas o nalgas espléndidas ya no despiertan al tigre dormido que lleva el varón dentro de sí. El vientre abultado del marido o su ocasional mal aliento disuaden a la esposa de sentirse atraída por él. En cambio el joven que a menudo saluda fuera del kínder, la colega de la oficina, la vecina de enfrente o el hermano de la amiga, logran despertar las ganas de quienes se sienten hastiados y aburridos en la cama.
El contacto social frecuente favorece la confianza con hombres y mujeres, y la atracción física aparece sin que se le busque. Así, en el escenario de su imaginación, la gente da comienzo a un intercambio carnal integrando a esos actores y actrices ficticios para incrementar el deseo adormecido.
Si usted le pregunta a su novio(a) o esposo(a): “¿Alguna vez te has imaginado con alguien más mientras hacemos el amor?”, seguramente lo negará, porque la franqueza sexual no es lo común. La verdad sólo la conoce uno mismo y cada quien debe preguntarse si fantasear un encuentro con alguien más significará imponer algún tipo de infidelidad. Sin embargo, en honor a la verdad, es necesario decir que imaginar que se está con otra persona involucra perderse de gozar lo que su compañero tenga para entregarle, pues usted se hallará ahí de cuerpo presente pero de mente ausente, lo cual no lleva a ningún lado.
REALIDAD ALTERNA
Hacer el amor pensando en otro puede ser sumamente excitante, de hecho lo es, y por ello es tan común pensar en ello. Algunos individuos expresan que cuando su relación se vuelve predecible, rutinaria, o la comunicación sexual se obstruye o no existe (por ejemplo cuando no se hace caso de lo que se pide, quiere o necesita en la cama), entonces imaginarse fajando o haciendo el amor a alguien más devuelve el ardor al trato aburrido que se tiene con la pareja. He aquí algunos testimonios que ejemplifican lo frecuente de esta situación:
“Tuve un novio en la universidad al que quise mucho. Dejé de verlo y ahora me imagino besándolo mientras estoy con mi marido”, comparte una joven de 35 años.
“Mientras beso los pechos de mi esposa recuerdo los senos de la cajera del banco. Eso me excita en extremo y al evocarlos casi de manera inmediata le respondo con fuerza. No creo que eso afecte nuestro matrimonio”, relata un varón de 45 años.
“Mi cuñada me atrae bastante. Incluso me he masturbado pensando en ella y más de una vez he hecho el amor con mi esposa imaginando que es su hermana”, refiere un ejecutivo de 39 años.
“Internet me ha proporcionado nuevas amistades. Algunas me piden que les platique de mi vida sexual y a su vez me cuentan las suyas; como me enseñan fotos, después las evoco al hacerle el amor a mi mujer. No lo considero infidelidad, más bien lo veo como una forma de mejorar nuestro vínculo. Después de todo ella no tiene idea de lo que pasa por mi mente cuando estamos en el acto”, comenta un caballero de mediana edad.
“Visitar los muros del Facebook de hombres jóvenes me proporciona un ímpetu que después llevo a la cama con mi marido. Traigo a mi memoria los brazos fuertes que vi en alguna imagen, envolviéndome en la cama. Mi esposo no sabe lo excitada que eso me pone. Y siento que me ayuda a mantener mi interés sexual con él, que ya tiene los brazos flacos y el abdomen abultado”, indica Ofelia, 45 años.
PENSAMIENTOS CON ALCANCE
¿Por qué es tan frecuente esta conducta? Existe una crisis sexual que se manifiesta entre los 35 y los 50 años de edad. Tanto el hombre como la mujer experimentan dudas respecto a su atractivo personal y su desempeño en la cama. Imaginarse sosteniendo una relación con otro mientras están con su pareja les brinda la sensación de tener un poder que su ‘media naranja’ desconoce. Es como si ese mundo privado les concediera por arte de magia convertirse en mejores amantes. Es una manera de autoafirmarse sexualmente como alguien de mayor encanto.
Dicha conducta puede limitarse a excitarse mientras se imagina el encuentro con otro; pero también suele convertirse en una reacción repetitiva y compulsiva, capaz de propiciar que si un día no se piensa en alguien distinto, no hay excitación con su pareja. La búsqueda permanente de este tipo de autoengaño puede llegar a provocar alteraciones en la respuesta erótica de varones y mujeres, al punto de inhibir su apetito físico y entonces requerirán de atención psicológica y sexual por parte de un especialista calificado.
Quienes viven con zozobra la incapacidad de excitarse con su propia pareja y necesitan fantasear con otros, deben acudir a atención profesional sexológica.
Hablarlo o no con el amante es una decisión que cada individuo debe valorar, pues en estos casos, con frecuencia sincerarse provoca la ruptura de la relación, ante la incapacidad de comprender lo que está pasando. Por otro lado, si la pareja descubre esta conducta se siente engañada aunque no exista una infidelidad real; su compañero puede asegurarle que toda la situación es ficticia, pero aún así se sentirá echada a un lado, por considerar que se le ve como alguien insuficiente. Tal sentimiento dañará profundamente el vínculo entre ambos.
Cabe decir que una pareja sexualmente compatible y satisfecha no requiere de incluir en su intimidad la fantasía erótica con otro. Esta conducta indica insatisfacción e inmadurez psicológica y sexual por parte de quien la realiza.
Dicho de otro modo, imaginar a un tercero para disfrutar con la pareja encubre una falta de comunicación real que a la larga provocará nuevamente el hastío sexual. En el fondo no es más que una seudosolución y sólo causará mayor insatisfacción.
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