¿Qué necesitaba un camino, para ser llamado "Camino Real" en la Nueva España?¿Cuántos de estos caminos había en México colonial? Según nuestro diccionario del castellano del siglo XVIII, un camino real era "el camino público y más frecuentado, por donde se va a las principales ciudades del Reino".
Entonces, un camino, para ser considerado como camino real, debía ser público, transitado y enlazar las principales ciudades del "reino" o nación. Así que los caminos entre destinos puramente locales, sin mayor extensión ni comunicación, no podían recibir ese calificativo.
Esto significa que un camino real era, en realidad, no uno solo, sino una compleja red de caminos que enlazaban con sus rutas, comercio y transeúntes, las ciudades que componían la Nueva España.
Esto explica el por qué, en los pueblos del centro y sur de México, sus calles principales siempre eran designadas como "el camino real" o "calle real", por pequeñas que fueran. No eran caminos reales por sí, individuales y diferentes, ni lo eran tampoco por su magnitud o riqueza, sino porque efectivamente enlazaban con las "rutas nacionales", con la "red caminera novohispana".
En el País de La Laguna, existió una extensa red de caminos reales, que conectaban con los más importantes de la Nueva España. Desde el siglo XVII existe testimonio histórico de que había una red caminera, como lo manifiesta la carta de Simón de Echeverría a don Diego Cuechale, escrita en Parras en mayo 18 de 1692:
"…ten mucho cuidado con las gentes porque las muertes de Cristianos que hazen los Yndios en los Caminos dicen que no son Thobozos sino es otra gentte. No se ofreze mas, sino que te guarde Dios muchos años".
Una de estas vías, el Camino Real de la Tierra Adentro o del Nuevo México, cruzaba el Río Nazas muy cerca del Cañón de Fernandez y de la población de "Cinco Señores" (hoy Nazas, Durango) como veremos en seguida.
Una de las razones del éxito económico del pueblo de Santa María de las Parras, es que se encontraba bastante bien situado sobre la ruta transversal Durango- San Pedro del Gallo-Saltillo que corriendo el tiempo llegó a conectar las rutas Luisiana-México y el viejo Camino Real de la Tierra Adentro, denominado a veces "Ruta de la Plata." Esta situación estratégica del pueblo permitió que los arrieros y sus recuas de mulas pudiesen ser el factor decisivo en la distribución de los vinos y aguardientes de Santa María de las Parras hacia un extenso mercado ubicado a lo largo de tan importantes rutas. De acuerdo a Balbi (Nuevo curso completo de Geografía Universal física, histórica, comercial, industrial y militar, Librería de Rosa. París, 1844, Segundo Tomo, PP. 186-187) el Camino Real de la Tierra Adentro iniciaba en México y seguía hacia el norte por Tula, San Juan del Río, Querétaro, Celaya, Salamanca, Guanajuato, Silao, villa de León, Lagos, Aguascalientes, Zacatecas, Fresnillo, Sombrerete, Nombre de Dios, Cerro de la Breña, Durango, río Nazas, San Antonio, Sierra de la Cadena, San José del Parral, río Conchos, Chihuahua, lago de San Martín, Ojo Caliente, laguna de la Candelaria, Río Grande o Paso del Norte, desierto y lago del Muerto, Alamillo, Santo Domingo y Santa Fe.
¿Existe evidencia histórica que apoye la afirmación de Balbi, de que el Camino Real de la Tierra Adentro pasaba por Nazas, o "Río de Nazas"?
Un viejo mapa que se conserva en el Archivo General de la Nación (AGN), de principios del siglo XIX, muestra un tramo del "Camino Real tierras de Chihuahua a México", el cual baja de San Pedro del Gallo al Pueblo del Río de Nazas (Cinco Señores). Pasa por un lado del Real de la Boca, entonces propiedad del padre Joaquín Méndez, en la jurisdicción de La Zarca. Se mencionan como referencias orográficas la "Sierra Pelona", el "Cerro Prieto" y la "Sierra de Barraza". El mapa trataba de mostrar gráficamente el punto de construcción de una noria, en una propiedad de tres y media leguas cuadradas, cuyo límite oriental era precisamente, el Camino Real.
Para que no quedaran dudas sobre la ubicación de la propiedad, los autores del mapa nos dejan la posición exacta del predio. Estaba a 4 leguas al sur de San Pedro del Gallo (16 kilómetros); 22 leguas al sur de Mapimí (88 kilómetros); 7 ½leguas al norte del Río de las Nazas (32 kilómetros)¼; de legua del Real de la Boca (1 kilómetro), 14 leguas de la Hacienda de San Antonio (56 kilómetros).
El padre Morfi usó esta misma ruta al acompañar al Comandante de las Provincias Internas, Teodoro de Croix, en 1777. Al llegar el momento de cruzar el Río Nazas (venía de la ciudad de Durango) Morfi dice sobre el río:
"El río de las Nasas es hermoso, de suficiente caudal y perenne; sus orillas están pobladas de álamos y otros árboles que, sin ser de la mejor madera, hacen una agradable perspectiva y buena sombra, tanto más deseada, cuanto es rara en estos desolados países".
El padre cita la misma Hacienda de San Antonio, mencionada por Balbi y por el mapa del AGN, y dice que don Vicente Olaño, vecino de Cuencamé, era el propietario de dicha finca. La Hacienda se encontraba apenas a un kilómetro de distancia de la margen derecha del río. La caravana lo vadeó en un sitio que llamaban la "plazuela de los arrieros", seguramente porque era un punto común de paso de las caravanas mercantiles que iban hacia el norte o hacia el sur. Y esto era así, porque la tierra ahí era muy arcillosa, y el río se había creado un cauce de más de un kilómetro de ancho, por lo cual era un buen punto para vadearlo, ya que las aguas, extendidas un kilómetro o más, eran muy poco profundas.
Siguiendo su ruta, la caravana de Teodoro de Croix y del padre Morfi llegó cerca del sitio que nos refiere el mapa del AGN, entre San Pedro del Gallo y Nazas. Dice el padre "A las once llegamos a un cerrito de corta elevación con dos peñascos, entre los cuales se forma un puerto que llaman "La Vaquilla" y que hace la mediación del camino, de Nasas al Gallo". No deja de mencionar el padre que toda la región estaba habitada por muchísimos cenzontles.
El mapa glosado de Melchor Núñez de Esquivel, de 1787, muestra con toda claridad el camino real que iba de Cuencamé al pueblo del Álamo de Parras (Viesca) a través del Paso de Guadalupe. Y del Álamo de Parras a Parras, entre las sierras de Santa Rosa, y la de Parras. Sabemos que existía el "camino real" de Parras a Saltillo. Este camino es mencionado en el expediente de 1733 sobre el indio Gerónimo Camargo. Así se completaba el circuito transversal de caminos reales del País de La Laguna.
Y para volver a nuestro tema, la red caminera de La Laguna colonial, señalaremos aquéllas que son mencionadas en el Censo de Parras y su jurisdicción en 1825. Entre ellas están el "camino nacional de caballería" que iba de Parras a Saltillo, vía la Palma Gorda, hasta el centro del Paso del Río de Guan[ab]al, en la Estancia de Guadalupe, sobre el "camino real" que se dirige a Cuencamé. Se mencionaba también el "camino real" que se dirigía a Monclova.
Otra ruta colonial del septentrión era la que "bajaba" de la Luisiana por el camino entre Natchitoches y Nagcodochez hasta San Antonio de Béjar. Continuaba cruzando el río de las Nueces, Laredo, cruzaba el Río Grande, Monterrey, Saltillo, Santa María de las Charcas, San Luis Potosí, Querétaro y llegaba a México. Desde luego, de estos caminos o rutas principales se desprendían muchos otros secundarios que iban a villas, pueblos, reales de minas y lugares, caminos de arrieros cuyo surgimiento había dependido de la importancia de la producción y comercio de dichas poblaciones.
Para dar la vuelta a la hoja temática, diremos que siempre existen sorpresas cuando uno se da a la tarea de efectuar recorridos de investigación documental por los archivos históricos, civiles, estatales o parroquiales. Uno encuentra los testimonios fundamentales que permiten la construcción de múltiples historias.
En este caso, se trata de la notaría parroquial del Santuario de Guadalupe de Torreón, en Juárez y Ramos Arizpe.
Su primer libro de matrimonios data de 1893, año en que Torreón fue elevado a la categoría de Villa con municipio y gobierno propios, y que en lo eclesiástico se correspondió con la creación de la parroquia.
El acta de matrimonio número dos, de fecha del 25 de agosto de 1893 (el domingo pasado cumplió 119 años) corresponde al enlace entre Felipe Castañeda Sifuentes, originario "de aquí mismo", de 33 años de edad. Esto significa que Felipe era un torreonense nacido en 1860, apenas a diez años de creado el Rancho del Torreón. Para 1893, llevaba algunos pocos años viviendo en El Tajito. La novia era María Ignacia Chavarría Olguín, también originaria y vecina de Torreón, de 18 años de edad. Su acta de bautismo se encuentra en Matamoros, Coahuila, como la de todos los torreonenses que tenían que acudir por los sacramentos a la cabecera parroquial, Nuestra Señora del Refugio, en Matamoros, población que fue la sede del poder municipal hasta 1893.
Por el acta de matrimonio, sabemos que los padres del novio eran Sóstenes Castañeda Martínez y María Maximiana Sifuentes, y los de la novia, Cruz Chavarría y Apolonia Olguín.
Precisamente la existencia de otros archivos, nos ha permitido rastrear la genealogía y procedencia de los padres de la pareja contrayente. En el caso del novio, su padre, Sóstenes Castañeda Martínez, había nacido en Mapimí en 1825, y era hijo de Salomé Castañeda y María Marcelina Martínez. La madre del novio, María Maximiana Sifuentes, nació en Avilés (frente a Lerdo, río Nazas de por medio, en la antigua Villa Juárez) en 1832.
En el caso de la novia, su padre era Cruz Chavarría, nacido en 1824 en La Concepción (ahora municipio de Torreón) y era hijo de Eustaquio Chavarría y Martha Josefa Banderas, según el acta matrimonial de 1893. Estaba casado con Apolonia Olguín, nacida en 1836 en La Concepción, hija de Victoriano Olguín y María Isidora Lomas. Cruz y Apolonia se habían casado el 24 de abril de 1854 en Viesca.
La casa y familia de Eustaquio Chavarría, abuelo paterno de la novia, aparecen empadronados en La Concepción, en el Censo de 1848. En dicho documento menciona que tiene 60 años de edad (nació en 1788, un año antes del inicio de la Revolución Francesa) y su esposa, abuela de la novia, aparece como Josefa Balderas, de 50 años de edad (nació en 1798).
Hemos encontrado en la pareja formada por Felipe Castañeda Sifuentes y María Ignacia Chavarría Olguín, un claro ejemplo de familias laguneras de vieja prosapia. Los padres y los abuelos de este matrimonio de torreonenses, eran gente originaria de diversos sitios de la Comarca, gentes de vieja cultura del País de La Laguna.