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1928: Muere el escritor colombiano José Eustasio Rivera

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José Eustasio Rivera nació en el 19 de febrero de 1888 en San Mateo, hoy Rivera (Huila). Sus primeros estudios los realizó en su ciudad natal y el bachillerato en la Escuela Normal de Bogotá, para más tarde estudiar Derecho en la Universidad Nacional, de donde se graduó en 1917.

Desde muy joven se sintió atraído por las letras, por lo que influido por el romanticismo y los modernistas, escribió sus primeros poemas, como "Gloria", en el que dice: "yo llevo la cascada que en oscura selva se rompe; y he amoldado a mi cráneo la llanura y se ha encerrado en él la cordillera".

De acuerdo con datos de su vida publicados en “biografiasyvidas.com”, el joven escritor se identificó con la geografía de su país, con lo cual logró una poesía llena de emoción. Otras de sus obras escritas entre 1906 y 1909 son "Tocando diana", "En el ara", "Dúo de flautas" y "Triste".

Su visión de la naturaleza le sirvió para interpretar y fortalecer su propia personalidad. El primer contacto que tuvo con los llanos orientales sucedió en enero de 1916 y el segundo en 1918, cuando como abogado viajó a bongó y donde conoce a Luis Franco Zapata, figura clave en su obra.

En 1912, Zapata se escapó con Alicia Hernández desde Bogotá, juntos llegaron al fondo de la Amazonia, entre Colombia y Venezuela, y se instalaron en el Brazo Casiquiare, cerca de Brasil. En 1921, Rivera de Neira publicó "Tierra de promisión", una serie de sonetos.

Al año siguiente fue nombrado secretario de la Comisión de Límites con Venezuela, según el portal “encolombia.com”. En 1918, en Orocué, Zapata le contó sus historias a Rivera, desde lo íntimo hasta lo social, con lo que escribió y publicó en 1924 “La Vorágine”, su obra más conocida.

Durante una excursión que emprendió con el poeta Alberto Ángel Montoya, cerca de Purificación, sufrió convulsiones y delirios, y tras una recuperación de dos meses regresó a Bogotá y con Antonio Gómez Restrepo en un envío diplomático partió a Perú y México.

Con la celebración de los centenarios de la independencia de ambos países, Rivera conoció a los escritores Amado Nervo, Manuel Gutiérrez Nájera y Juan de Dios Peza, entre otros. Para el “Mundial de Lima”, Rivera dio una polémica entrevista que lo enemistó con su compatriota y también poeta Eduardo Castillo.

En 1928 fue nombrado delegado a la Conferencia Internacional de Emigración de La Habana y se trasladó a Nueva York. Residió en el hotel Le Marquis y luego en un apartamento cerca de Central Park, donde se dedicó a traducir “La vorágine” al inglés y para llevarla al cine.

Además, trabajó en su novela, que "habría de aparecer al marcharse al África, porque allí se sentiría más seguro que en su propia tierra", como dijo a José A. Velasco. Pues develaba algunos de los oscuros manejos del representante de la empresa petrolera Standard Oil, Flanagan.

En su texto, Rivera habló de los tratos secretos e irregulares de altos funcionarios del gobierno, como Carlos Adolfo Urueta, la indelicada actitud del ex ministro Esteban Jaramillo y hasta los sobornos al consejero espiritual del estadista Dr. Zerda.

Aquellos temas eran parte del explosivo material que Rivera se disponía a manejar, con su pulcritud moral, para su nueva obra. De tal modo que después recibió un homenaje en la Universidad de Columbia y dictó algunas conferencias.

Pronunció un discurso en el ágape ofrecido al piloto Benjamín Méndez, dos días antes del histórico vuelo entre Nueva York y Bogotá, y luego de la partida del avión Rivera comenzó a sentirse mal. Lo que en un principio el médico creyó que era una gripe y que finalmente jamás logró diagnosticarse.

Poco a poco el escritor decayó en un grave estado que, tras cuatro días en coma, llevó a la muerte a José Eustasio Rivera, el 1 de diciembre de 1928. Su cuerpo fue repatriado a bordo de un barco de la United Fruit hasta la ciudad de Barranquilla.

En su país le rindieron honores, y, remontando el Magdalena, llegó finalmente a Bogotá el 7 de enero de 1929, donde fue velado en el Capitolio Nacional, al que más de 15 mil personas desfilaron durante su entierro en el Cementerio Central, en medio de discursos y multitudes.

La poética de José Eustasio Rivera es de una lírica que habla del horror y la crueldad, siempre acompañado de una imaginación desbordada y de gran fuerza expresiva. Ahondó psicológicamente en los personajes diversos manejados por medio de simbolismos.

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