
Vivir sudando
Algunas personas transpiran de forma exagerada sin razón aparente, es decir aun en las condiciones climatológicas más agradables y sin que sientan tensión de ningún tipo. Estos individuos enfrentan una enfermedad que muchas veces no es diagnosticada: hiperhidrosis.
¿Se imagina estar en un ambiente tranquilo, fresco, tal vez disfrutando de una película en compañía de esa persona que tanto le atrae, totalmente relajado... y que de pronto, sin motivo, las palmas de las manos le comiencen a sudar profusamente? Sin duda resultaría muy molesto. Ahora suponga que no sólo son las manos, sino que también le sudan los pies, las axilas y la cara.
Seguramente coincidirá en que su cita no sería muy grata con una situación así, que además pareciera no tener explicación. De esto trata la hiperhidrosis, un padecimiento que afecta a un porcentaje mínimo de la población pero que puede perjudicar considerablemente el estilo de vida de un individuo, sin que ello tenga que ver con el manejo de sus emociones o nervios.
SUDAR DE LA NADA
El Dermatólogo Ricardo Gómez expone que la hiperhidrosis es un exceso de sudoración que se presenta en las axilas, las palmas de las manos, las plantas de los pies y en el rostro, en otras palabras las zonas que son ‘ventanas’ propias del organismo para el manejo de la transpiración. Los síntomas son mal olor, irritación, piel ardorosa y sobre todo sudor. Se considera que quienes la tienen, poseen en su sistema nervioso una sensibilidad mayor a la mayoría de la gente.
Sabemos que la sudoración es importante porque regula la temperatura del cuerpo; sin embargo no debe ser algo exagerado como pasa con la hiperhidrosis, la cual es padecida por el uno por ciento de la población. Cabe señalar que sólo en algunos casos ésta se manifiesta como secuela en enfermedades de la tiroides o neurológicas, la menopausia, la diabetes o el mal de Parkinson.
Quien sufre hiperhidrosis es remitido al dermatólogo para su control. Y es que el paciente se siente incómodo en la cuestión estética porque mancha su ropa a la altura de las axilas, moja los objetos que toca y por lo mismo rehúye al saludo de los demás para que no noten sus manos mojadas y frías. Lo anterior afecta su calidad de vida, pues es comprensible que se sienta inseguro todo el tiempo. Y en lo físico el problema va más allá, pues la humedad constante puede ocasionar que se le generen hongos y esto deriva en dermatitis por contacto, infecciones y acentuación del olor desagradable. “Como la piel está muy reblandecida, se macera, huele mal y es más fácil que sirva de alimento a las bacterias”, apunta el Doctor Gómez.
EL ORÍGEN
La hiperhidrosis es considerada una de las enfermedades emocionales que más pueden influir en la piel cuando la persona se somete a estrés o tensión nerviosa. La temperatura ambiental es otro factor que puede incrementar la transpiración de quienes tienen este padecimiento.
Aunque puede aparecer en la juventud o en la adultez, en gran parte de los casos se trata de un mal congénito y se manifiesta en la infancia. “Si es una cuestión hereditaria, al paciente le sudan mucho las manos desde que es niño; pero puede surgir a cualquier edad, desencadenándose como consecuencia de algo emocional”, aclara el especialista.
Cabe subrayar que cuando el problema emerge en la niñez, habitualmente pasa desapercibido para los padres de familia, pues al pequeño no le preocupa el hecho de sentir húmedas las manos y no suele comentarlo con ellos.
¿CÓMO COMBATIRLA?
La hiperhidrosis se presenta tanto en varones como en mujeres. No se cura, sólo se controla. Si se origina a raíz de un periodo emocional intenso por el que atraviesa el individuo, al concluir éste desaparece el exceso de transpiración, mientras que si se trata de un factor genético el paciente vivirá permanentemente enfrentando la condición sin importar lo tranquilo que se encuentre.
En sí misma la hiperhidrosis no se considera un problema grave, pero sí incómodo para quien lo sufre. Los tratamientos más convencionales son conservadores a nivel local. El dermatólogo explica que de base se utilizan desodorantes y antitranspirantes especiales, pues los tradicionales son insuficientes para alguien con sudoración extrema. “Se trata de fórmulas especiales como las sales de aluminio a mayor concentración y porcentaje que en los antitranspirantes normales; dichas sustancias tapan el poro por donde emerge el sudor, y su efecto dura de una a dos semanas”. Otros tratamientos incluyen talcos secantes.
Igualmente existe una alternativa quirúrgica pero no es común. Son realmente muy pocos los individuos que recurren a la cirugía de las palmas de las manos, las plantas de los pies o las axilas, la cual consiste en seccionar el área donde predominan las glándulas sudoríparas. Hay asimismo un procedimiento más agresivo; en él se remueven los ganglios de los nervios simpáticos, pero eso implica un considerable riesgo pues el cuerpo requiere transpirar para regular su temperatura. Además, “a los pacientes que se someten a esta operación les puede aparecer en otra zona una hiperhidrosis compensatoria”, advierte el experto.
Finalmente, hay la alternativa de recurrir al Bótox, pues la toxina botulínica frena la sudoración exorbitante durante un promedio de cinco meses; el inconveniente es su alto costo.
Si usted cree que su transpiración es exagerada no dude en consultar a un especialista para que le ayude a definir si padece hiperhidrosis y le recomiende la mejor opción para su tratamiento, de tal forma que no perjudique su calidad de vida.
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