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Sobre la crisis ‘pre boda’

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Sobre la crisis ‘pre boda’

Sobre la crisis ‘pre boda’

Leonor Domínguez Valdés

Para una pareja enamorada planear su boda, alistar lo concerniente a la ceremonia, la fiesta, y esperar la llegada del gran día, suele ser motivo de alegría. No obstante los preparativos también suelen acarrear tensión y ello menudo da pie a discusiones de diversos tipos entre los novios, a lo cual hay que saberle dar lugar.

Hace apenas un par de décadas cuando una pareja decidía casarse eran los padres de ambos quienes se ocupaban de atender los preparativos de la boda. Los novios sólo se encargaban de buscar el espacio que sería su nuevo hogar y de comprar lo requerido para acondicionarlo. Entonces la prometida emocionada solía ir acompañada de la madre a adquirir su vestido, el ajuar para la luna de miel, etcétera. Hoy en día las cosas han cambiado y por lo general son los futuros esposos quienes se hacen cargo por completo del proceso de organización de los múltiples aspectos que constituyen la base del rito del matrimonio civil y religioso. En ocasiones son ellos también quienes asumen gran parte (a veces la totalidad) de los gastos, cuando los padres no pueden contribuir.

Así, aunque ambos esperen con entusiasmo que llegue la fecha del casamiento para celebrar y comenzar juntos una vida en común, el cúmulo de presiones que pesa sobre ellos va colocándolos en una posición susceptible a la irritabilidad, siendo habitual que conforme el gran día se acerca uno u otro tiende a reaccionar de forma alterada ante la menor provocación, mostrándose exaltando por detalles sin importancia. El panorama suele ser normal, mas habrá que evitar que el conflicto crezca de manera innecesaria.

ANTE TODO: REALISMO

Es posible organizar un matrimonio como una experiencia altamente gratificante y gozosa, siempre y cuando la pareja mantenga el enfoque en el motivo primordial de toda acción preparatoria al gran evento, y no abandone en su lugar la emoción e inspiración del proyecto para depositarse en el agobio y angustia constantes. Pero también resulta vital que los dos miembros de la relación actúen de manera consciente y honesta respecto a lo que en el fondo desean, con el fin de no sembrar resentimientos o ejercer sacrificios que en un futuro puedan proyectarse en alguna manera inconsciente que lastime el matrimonio.

Hay una serie de temas a considerar antes de verse inmersos en la lista de pendientes:

-Primeramente, habrá que sostener una posición realista en sus expectativas hacia el tipo de ceremonia civil y religiosa que los dos desean.

-Asimismo, los novios requieren ajustarse al ahorro del que disponen para la contratación de la innumerable cantidad de bienes y servicios que serán necesarios para concretar cada una de las etapas del evento que demanda el contexto del cual proceden; en algunas ocasiones la relación está compuesta por personas que provienen de medios socioculturales y económicos muy diferentes y esa situación puede complicar las cosas. También es posible que surjan conflictos entre los prometidos y las familias de ambos en lo concerniente a los usos y costumbres en los que han sido formados respectivamente. Empero, en la mayoría de los casos suele ocurrir que la parte que posee el poder financiero se encarga de resolver los asuntos relacionados con el casamiento, mientras que la familia cuyo contrayente ascenderá en la escala de estratificación social se limita a jugar un rol prácticamente pasivo, como espectadora. Entonces las cosas marchan sin que ocurra la menor dificultad, ya que desde ese momento han quedado establecidas las reglas del juego.

-Es de suma importancia que los novios estén totalmente de acuerdo con el presupuesto del que dispondrán para el pago del alquiler de la casa en la que vivirán, o para las aportaciones que habrán de hacer al adquirir una propiedad (en teoría, este paso debería ir antes que el anterior). Cuando tienen plena claridad acerca de cuáles son sus expectativas respecto a aquello que en realidad desean y lo que pueden obtener, las tensiones tienden a disiparse e incluso es posible que ni siquiera aparezcan.

EMOCIÓN - ESTRÉS - EMOCIÓN

Tramitar lo concerniente al enlace civil. Escoger la iglesia, el salón para la recepción, la decoración de ambos espacios, el tipo de flores que se utilizarán. Definir la lista de invitados (frecuente generador e conflictos). Seleccionar a los testigos, los padrinos. Elegir el diseño de las invitaciones, el menú de la comida o cena, el tipo de música que se contratará para la ocasión. Acordar el destino del viaje de bodas, el medio de traslado hasta él, el hotel en el cual habrán de hospedarse, la duración de la estancia. Afinar todo lo necesario a fin de que la nueva residencia esté lista para ser habitada al momento de retornar... Normalmente los jóvenes cubren todos esos preparativos durante el tiempo que les queda libre, ya que actualmente lo común es que ambos trabajen todo el día. Esto suele agregar un alto componente de agotamiento y preocupación (a veces angustia) en sus vidas.

A lo anterior hay que agregarle el factor económico que produce en los enamorados una fuente adicional de estrés, pues los gastos de los eventos suelen exceder de por sí el presupuesto regular, pero además muchas veces el monto que demandan los planes rebasa el capital previamente fijado para la celebración.

Mientras tanto, los padres de los contrayentes viven una especie de tristeza oculta y un cierto sentimiento de exclusión y marginación respecto a los proyectos que han hecho sus hijos, lo cual también hace que tanto en casa de ella como de él se viva un ambiente de tensión que se suma a la ya existente.

Por otro lado, cuando dos personas se alistan para casarse es perfectamente normal que surjan sentimientos como el miedo al compromiso, a un posible fracaso, a no encontrar en la relación aquello que se esperaba e incluso un dejo de desánimo ante la certeza de que la libertad que ofrece la soltería está por llegar a su fin. En algunos casos los novios sienten asimismo un profundo temor ante la eventual imposibilidad de concebir hijos o el posible nacimiento de un pequeño con discapacidad.

Así como los ejemplos mencionados, un sinnúmero de luces y sombras asaltan las mentes y los corazones del varón y de la mujer que en breve formarán un hogar propio. En suma, el conjunto de preparativos constituye una coyuntura que altera el ritmo ordinario y la funcionalidad de cada uno de los futuros esposos.

El hecho de que se generen discusiones, enojos, conflictos, lapsos de tensión y crisis entre los próximos cónyuges es algo bastante frecuente, pero también es normal y natural que eso suceda pues ya desde ese momento la pareja se está poniendo a prueba y el verdadero yo de cada uno de los jóvenes ha empezado a emerger. No obstante, en virtud de que están aún en la fase de enamoramiento y/o de que no pierden de vista el objetivo en común, estar juntos, la ilusión y el deseo de compartir una vida la gran mayoría de las veces les permiten superar una a una las dificultades que se les presenten.

Es fundamental que la pareja tenga presente en todo momento que en esencia los ritos y las celebraciones son meros actos escenográficos y lo realmente trascendente es el compromiso que han decidido contraer y el proyecto de vida que se han propuesto llevar al cabo juntos.

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