
Personas que evaden socializar
En algunos individuos podemos observar una especie de desajuste de la personalidad, caracterizado por el temor de no ser aceptados, de ser humillados o sentir vergüenza -a veces un gran temor; lo experimentan quienes son exageradamente sensibles ante cualquier posibilidad de rechazo. De tal manera que estas personas no realizan intentos para relacionarse con otros. Tienen un amigo o dos como máximo, siempre y cuando les den garantías incondicionales de aceptación.
Sin embargo, sienten al mismo tiempo una gran necesidad de afecto y aceptación. Si se retraen es porque tienen una baja autoestima, una mala imagen de sí mismos. Les preocupa mucho la forma en que serán evaluados por los demás. Y frente a cualquier muestra de desaprobación, por pequeña que sea, se sienten literalmente aplastados.
Por un lado evitan los contactos, pero al mismo tiempo sufren por su incapacidad para vincularse adecuadamente con otros. De esta manera forman un doble candado emocional que los mantiene atorados.
Los niños suelen ‘aferrarse’ a quienes los cuidan (padres, abuelos, empleadas), manteniendo con ellos una estrecha relación. Sin embargo, cuando deben hablar con gente desconocida reaccionan con miedo y ansiedad, inhibiendo las iniciativas o la actividad motora. Aunque no hay deterioro en la comunicación, parecen ‘poco habladores’ o incluso silenciosos, manejan una especie de mutismo selectivo.
Normalmente estos niños no son asertivos. Han perdido la confianza en sí mismos. Es algo que puede llegar a ser grave, ya que interfiere en las relaciones con los compañeros.
Cuando el problema se presenta en la adolescencia puede apreciarse una inhibición de la actividad, una timidez persistente y excesiva frente a las personas desconocidas. En la edad adulta este trastorno parece ser bastante común, aunque no se cuenta con estadísticas que nos revelen el alcance de dicho desajuste de la personalidad.
Generalmente en los adultos tal problema se asocia a la depresión, a la ansiedad y a la ira contra sí mismos, por la incapacidad de desarrollar relaciones sociales. Incluso el funcionamiento laboral puede verse afectado y la persona suele desarrollar lo que modernamente se llama ‘problemas de soledad’.
Es importante realizar un esfuerzo oportuno para enfrentar los problemas de soledad, ya que muchas depresiones crónicas son consecuencia de esa evitación social.
En la mayoría de los individuos existe un convencimiento de que no son atractivos ni dignos de ser amados. Suponiendo de antemano que serán despreciados, se mantienen a distancia y nunca permiten un contacto más estrecho con otros. Como tienen miedo de ‘abrirse’, las relaciones nunca pasan de un nivel superficial.
Es común observar que los ‘evitadores sociales’ han sufrido un rechazo temprano por parte de sus padres o compañeros. Pero además pueden ser capaces de identificar las conductas que mantienen el aislamiento, en ocasiones pueden aparecer como ‘invulnerables’, no mostrar debilidad ante nada, o desestiman hablar de temas personales. Todo ello mantiene a la gente a distancia. No son antisociales, más bien son aislados.
Qué importante es para todos, pero especialmente para los evitadores sociales, pertenecer a un grupo o tener un grupo de pertenencia.
Aunque ahora se cuenta con tecnologías y terapéuticas de apoyo cuya eficacia se ha comprobado, el éxito siempre va a depender del interés y el esfuerzo que la persona efectúe para ‘dejar de evitar’. En otras palabras, para que se arriesgue y compruebe que sus temores son infundados. La conversación, un círculo con las personas cercanas, es una vía para posteriormente ir ampliando dicho grupo e integrar en las conversaciones a gente poco menos conocida, ir adquiriendo seguridad y confianza individual en los ambientes sociales en donde los seres humanos se desempeñan.
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