
México también fabrica Metal
El inicio de una era
Contagiados por la energía que emerge del Heavy Metal, los latinos saltaron a la escena tras la aparición anglosajona de lo que se conoció como “NWOBHM" (New Wave Of British Heavy Metal); y el mundo ya nunca fue igual. El movimiento que vio su primera luz en Inglaterra y que pronto traspasó la frontera del Atlántico, no pasó de noche por el continente americano. En la década de los 70, el rock & roll se transformó para siempre. Las guitarras tomaron una velocidad inusitada. Adiós al blues; llegó la distorsión, los solos prolongados, la batería endemoniada y el potente bajo, siempre fiel. El legado que habían dejado Deep Purple, Led Zeppelin y Black Sabbath había tomado una nueva forma.
Judas Priest irrumpió en la escena y quebró las reglas para crear las propias. Latinoamérica respondió al llamado del nuevo Metal. En España, Argentina, Bolivia, Colombia, Venezuela y México surgieron grupos influenciados por sus antecesores europeos y estadounidenses. En nuestro país, se habla de grupos como El Ritual y Los Dug Dugs (de Durango) como precursores del movimiento. Sin embargo, fue hasta los 80 cuando surgieron agrupaciones más representativas, que marcaron el paso de lo que vendría.
Se recuerda a Luzbel como una banda pionera del heavy metal en español. Comandados por Raúl Fernández “Greñas” y Arturo Huízar, alcanzaron fama entre los 80 y 90. Canciones como Por Piedad, La Gran Ciudad y Pasaporte al Infierno son ya unos clásicos. Desde Michoacán, apareció Transmetal, grupo que brincó fronteras y puso a México a la vista de todos. Influenciados por el Thrash de la época (Nuclear Assault, D.R.I., Sepultura y Metallica), esta banda logró fama en prácticamente todo el continente. El Infierno de Dante, su gran obra, representó un parteaguas en la vida del Metal en México. Se vendieron alrededor de 10 mil playeras con su imagen y el álbum se editó en el territorio nacional así como en los Estados Unidos de manera simultánea (inglés y español). Bajo el sello de Discos Denver, Transmetal grabó en 1993 en los reconocidos estudios Morrisound Recording, en Tampa, Florida, acompañado de figuras de la talla de Glen Benton (Deicide), bajo la dirección de la máxima figura de la época en ese género: Scott Burns. Transmetal acompañó en giras a grupos tan famosos como Kreator y Overkill.
Por esos años, aparecieron también Shub Niggurath y Cenotaph, que a la postre se convertirían leyendas. Los primeros se llamaron en sus inicios Tormentor, luego cambiaron su nombre, el cual tomaron de los mitos de Cthulhu, obra del escritor de terror H. P. Lovecraft. Cenotaph, a su vez, es un referente obligado de la escena metalera del país. Llegó alternar con bandas como Carcass, Incantation y Slayer. Cabe mencionar que algunos miembros pasaron de un grupo a otro. La semilla estaba sembrada.
La diversificación de géneros
Luego de que los mexicanos se ponían a la par con los anglosajones en cuestiones metálicas, en los 90 toman poder el Death y Black Metal, además que la música se expandía a géneros como el grind, doom y gótico. Y llegó el turno para Under Moonlight Sadness, Buried Dreams, Disgorge, Brujería y Anabantha, entre otros. Aunque en un principio se intentó respetar el español como lengua materna, la mayoría de los grupos optaron por el idioma universal del rock, el inglés, para entonar sus creaciones. Sobre este tema, el lagunero Eduardo Barajas comenta que puede ser parte de la globalización, pero rescata que además hay menos problemas con la métrica y la rima. “Se puede decir lo que sea”, apunta.
Por aquellos años, Georgi Lazarov aparece como gran promotor de los géneros pesados. Con su disquera Avanzada Metálica, se encarga de apoyar a cuanto grupo ve con futuro (como Transmetal). Incluso, bajo su sello se editan en México los primeros discos de los suecos de Therion; comienza la era transnacional del Metal. Lazarov era además coeditor de la revista Conecte, que más tarde se llamó Heavy Metal Subterráneo.
Brujería es la punta de la irreverencia en el país. Con sus identidades ocultas, miembros también de otras bandas reconocidas, luchan en sus letras obscenas contra el racismo, la política y la injustica social. Su primer cd, Matando Güeros, despierta polémica por lo explícito de su portada, donde aparece una cabeza quemada sin cuerpo. Luego vinieron La Raza Odiada y Brujerizmo, materiales que los posicionaron en la escena mundial y que incluso les valieron para ser tomados en cuenta en recopilaciones y nominaciones de corte comercial.
Disgorge irrumpe en 1993 con la rudeza tipo Carcass; brutal death metal y grindcore de Querétaro que llega a casi todos los países de Centroamérica, así como a Eslovenia, Francia, Alemania, Austria, España e Italia en el Viejo Continente. Primero con Antimo y luego con Édgar en la voz, estos maestros han dejado una huella imborrable. Under Moonlight Sadness surgen de la capital del país. Con un sonido entre death, doom y progresivo, alcanzan reconocimiento que les vale para hacer gira por Europa, donde se rozarían con el legendario King Diamond. Su disco After the Cosmic Gates es un material de culto en el underground y se ganó un lugar Europa y Estados Unidos. Mientras, Buried Dreams grabó su álbum Perceptions (2000) en los estudios Fredman, bajo la tutela de Fredrik Nordstrom, productor de la crema innata del melódico sueco: At the Gates, Arch Enemy, Dark Tranquillity, In Flames, Soilwork y Opeth.
Anabantha, un caso más reciente, es la reinvención del gótico en idioma castellano. Junto con El Cuervo de Poé, buscan llevar sus temas oscuros a la inmortalidad. A la vez que los regiomontanos de Maligno se encargan de abrir los conciertos de Metallica e Iron Maiden en su paso por México. Otros grupos como Striker Master, que ponen en práctica el resurgimiento del Thrash, o Denial, firmados por un sello australiano y cuyos discos son difíciles de conseguir, son dignos representantes del Metal azteca. Sin olvidarnos del clásico Anarchus, que han sido estelares en conciertos en Japón.
Así, el Metal mexicano da la batalla sin achicarse ante los grandes, donde Leprosy se distingue como otro precursor de la música pesada en nuestro país.
Obligados a ser subterráneos
Lalo Barajas se inició en el Metal como cualquier otro fan. A sus 13 años de edad, la música de quienes en ese momento se escuchaban lo sedujeron. Metallica, White Zombie, Pantera y hasta Guns N’ Roses lo metieron al movimiento, pero pronto encontró su camino a lo subterráneo. “En sí el término ya no aplica, queda como un ‘filtro’. Antes la distribución de los fanzines era por correo, pero ya no se defiende ser subterráneo. Aunque el hecho de cantar gutural, de tener un logotipo inentendible o que la portada de un disco sea molesta para algunas personas, ya son filtros que va teniendo el material”, dice Barajas. Su afición pronto se convirtió en forma de vida. En 1999, empezó con su fan zine. Hoy, tiene una tienda de ropa y música del movimiento que hace casi 20 años lo atrapó. Barajas lucha contra la adversidad. Además de mantener contacto con los distintos editores de revistas y fan zines del país, se ha dedicado a realizar eventos en vivo, a pesar de que se le arriesga mucho dinero. El primero fue en 2002, donde pudo traer a La Laguna a una banda de Ciudad Juárez y otra de Monterrey. Del material impreso, explica que realizan intercambios con otras plazas. Metal Comando, en Tampico; Paraíso Perdido, de Hidalgo; Sabbath Zine, Militia (Cd. Madero, Tamaulipas), Toxic Magazine de Yucatán y Generis Underground (Torreón) son algunas de las publicaciones que existen actualmente para estar al tanto de las novedades. “Siempre me he considerado un fan, desde que empecé”. Hoy, Lalo defiende la causa con orgullo. “El subterráneo es a donde siempre quisimos pertenecer; es elitista y es excluyente”.
La realidad es que si en México el Metal no ocupa un primer plano, en La Laguna está obligadamente en un panorama “underground”. Pocos grupos han dejado huella, entre ellos están Fragua e Infestation; el paso de un gran número de bandas de la región ha sido efímero. “Hay que trabajar, porque de la música no se vive”, reconoce Barajas. “Es más amor al arte”. Los mismos integrantes de Disgorge intercalan sus giras con sus quehaceres cotidianos, de donde obtienen dinero para seguir tocando. Pero a pesar del poco apoyo, la idea de los grupos es no gastar cuando salen de gira. “No está mal visto cobrar por un show. Hay muchos grupos en México que tienen la calidad para hacerlo”. Recientemente, Lalo y su banda grabaron un demo. In Belica espera ahora hacer un E.P., y de ahí continuar la lucha hasta donde dé. En esta primera muestra auditiva, Barajas y sus secuaces se presentan como Guerreros egresados del Calmécac (escuela donde se preparaba a los guerreros aztecas).
Bajista y vocal de su propio agrupación, Eduardo habla de que actualmente ya “no hay escena, cada quien hace su propia lucha. Entre los fanzineros mantenemos comunicación, pero ya casi no hay público consumiendo”. Y aún más, reconoce que “en el underground no hay fama, se gana el respeto”.