
Un tiro de Omar Arellano, de rutina, dirían los expertos en la materia. Se fue raso, fuerte, pero nada que no fuera atajable. Palacios no pudo.(EFE)
Error inconmensurable, quizá peor que los del arbitraje de anoche. Alejandro Palacios devolvió la vida al Guadalajara; se comió un gol enorme, que deja a Chivas con la motivación para ganar en CU, después del 1-1.
El Pikolín portero ha sido uno de los puntos débiles de los Pumas. Con una aciaga tarde suya, los felinos perdieron el invicto ante Chiapas. En el estadio Omnilife, ayer, volvió a perder la concentración que se combinó con su falta de técnica para dejar escapar la ventaja de 0-1 que les había dejado a los universitarios Efraín Velarde.
Un tiro de Omar Arellano, de rutina, dirían los expertos en la materia. Se fue raso, fuerte, pero nada que no fuera atajable. Palacios no pudo, lo traicionó el campo sintético de la casa tapatía. También se volvió a manifestar su impericia como atajador y dejó pasar la pelota ante el beneplácito de la fanaticada local.
“Chivas... Chivas”, retumbó la casa del Rebaño tras el gol de La Pina. La confianza regresó a los dirigidos por José Luis Real, después de haber batallado contra el cerrojo de Pumas, las pifias del silbante Paul Delgadillo y la desesperación de no saber cómo desmoronar la pared de Memo Vázquez.
Pero el grito del tanto chiva no fue tan grande como el “Ratero... Ratero”, que surgió de los presentes en el estadio Omnilife hacia la persona de Paul Delgadillo en el primer tiempo. Y mucho menos el “goya” opacaron el descontento del público por la aciaga labor del juez central.
Nadie en el coso tapatío logró entender la expulsión de Héctor Reynoso, mucho menos la de David Cabrera. Ambos se fueron, uno por presuntamente insultar y otro por presuntamente entrar con violencia. Entre presunciones se enredó el silbante hasta salir al mediotiempo protegido por granaderos para dirigirse a su vestidor ante la lluvia de líquidos que le caían de la tribuna enfurecida.
Quizá, como cuenta la leyenda en la Perla de Occidente, el juez decidió “ocultar” su afición al Rebaño perjudicándolo al mostrarle la roja a su capitán y recomponer el rumbo haciendo lo propio con el mediocampista de Pumas. Compensación, dicta la negra regla del arbitraje.
Pero la incredulidad fue mayor cuando Delgadillo anuló el tanto de Kristian Álvarez que suponía el 1-0 a favor del Guadalajara. Si la víctima del defensa tapatío, Darío Verón, fuera tan frágil, ya los reporteros que le solicitan entrevistas en los aeropuertos hubieran sido acusados de vejar al paraguayo.
Pumas se adaptó mejor al choque 10 contra 10 y el empate a cero. Desde el principio del encuentro salió a apretar a su rival. Lo mordió, desesperó y confundió. Chivas no sabía qué hacer con el balón, si jugar al pelotazo o salir con toques cortos. El Chispa puso a los rojiblancos contra la pared con la apertura del marcador.
Mientras, Jorge Vergara, el dueño del chiverío, se paseaba nervioso en su palco. Aún teme que se repita la historia del Clausura 2004, cuando Guadalajara perdió el título a manos de Pumas.
Pero la tragedia chiva se transformó en esperanza cuando a Alejandro Palacios “regaló” el empate. Ahora sólo el Guadalajara tiene que ganar en CU. América ya le mostró el camino en la jornada 17 y El Pikolín arquero, ya les dijo por dónde atacar sin descanso.
Entre ellos quedará otro partido, para el silbante Paul Delgadillo parece que la Liguilla se acabó.