
Blancos y morenos bajo el sol
Ser blanco o moreno marca la diferencia para la forma en que nos afectan los rayos del sol. Es importante conocer la manera en que nos influyen de acuerdo a nuestro color de piel, a fin de saber qué medidas tomar para protegernos.
Los rayos solares afectan de manera distinta a cada persona de acuerdo a la tonalidad de de piel. Algunos adquieren un matiz dorado en su tez, el cual puede acentuarse paulatinamente, y en cambio otros se ponen rojos con sólo unos minutos bajo el sol.
La aptitud o capacidad natural de las diferentes pieles para responder a la exposición al Astro Rey depende de sus características individuales, por ejemplo una tez blanca es más propensa a experimentar la aparición de manchas, pecas o inflamación, mientras que una morena suele adquirir un tono más oscuro. Esta es quizá la diferencia más notoria entre la reacción de blancos y morenos cuando se asolean: los primeros enrojecen y pueden sufrir punzantes quemaduras, mientras que los segundos por lo general sólo van ‘ganando color’ (lo que conocemos como bronceado).
¿Cómo puedes saber si eres más susceptible a broncearte o a quemarte? Busca en el siguiente grupo la tonalidad de blanco o moreno que más se asemeje a la descripción de tu propia piel y descúbrelo:
-Albino. No se broncea, sólo se deshidrata y quema aceleradamente, y después se despelleja. Puede presentar graves lesiones.
-Lechoso. Con el adecuado tiempo bajo el sol logra un bronceado muy suave o mínimo. Pero se quema con facilidad y de manera dolorosa (arde), además se ‘pela’.
-Blanco. Es posible que consiga un bronceado medio. Se quema moderadamente.
-Moreno claro. Se broncea aumentando progresivamente de tono en cada exposición solar. Se quema poco (aunque depende del tiempo de exposición solar).
-Mate o moreno: Es de bronceado rápido y profundo, reacciona siempre adoptando una pigmentación oscura. Es muy raro que se queme.
-Oscuro: Alcanza un bronceado profundo y nunca se quema.
LOS EFECTOS DEL SOL EN TU PIEL
Al sol estamos expuestos aunque no lo queramos, pues en algún momento de nuestra rutina cotidiana invariablemente tenemos contacto con sus rayos.
Así, las radiaciones ultravioleta B (UVB) alcanzan la epidermis ocasionando pigmentación indirecta y además son capaces de provocar eritema (inflamación superficial que se aprecia como un enrojecimiento) especialmente en las pieles más desprotegidas por su sensibilidad y menor producción de melanina: las blancas. Por su parte, las radiaciones ultravioleta A (UVA) son las más penetrantes, estamos en contacto con ellas incluso cuando nos encontramos en el interior de un edificio. Llegan a la dermis provocando pigmentación lenta y sin eritema, son cancerígenas y afectan por igual a blancos y morenos.
Explicándolo más a detalle, tenemos que las alteraciones más frecuentes causadas por dichos rayos solares son:
-Quemadura. Mientras más clara sea la piel, más perjuicio sufre, pues como ya mencionamos no cuenta con la melanina suficiente para protegerse de las radiaciones. Esto ocasiona eritema, y a menudo se nota un mayor daño 24 horas después de asolearse.
-Envejecimiento cutáneo. Afecta tanto a pieles blancas como a morenas, pero principalmente al primer grupo, pues mientras más oscuro sea el tono de la tez, más protegido estará del envejecimiento causado por los rayos A y B, si bien no estará exenta de enfrentar deshidratación y adelgazamiento.
-Elastosis o envejecimiento prematuro. Esto se da cuando hay una exposición asidua al sol; nos referimos a personas que acostumbran pasar muchas horas al aire libre. En esos casos, desde temprana edad puede manifestarse un cutis ‘joven-envejecido’, como el que observamos en los trabajadores del campo o en individuos que trabajan en exteriores, independientemente de si son blancos o morenos.
-Alteraciones pigmentarias. La más común es lo que conocemos como pecas o efélides, las cuales se presentan comúnmente en pieles claras.
-Procesos cancerígenos. El cáncer de piel es tiene mayor incidencia en quienes están de forma constante bajo el sol, sin importar si se es blanco o moreno. Se manifiesta principalmente en áreas del cuerpo descubiertas como cabeza, cuello, cara, bordes de las orejas, antebrazos, hombros y espalda.
PROTECCIÓN VISIBLE E INVISIBLE
El Sol, nuestra estrella más cercana, es básicamente la fuente de vida para el planeta; sin él simplemente no existiríamos. No obstante, las acciones de muchos años por parte de la raza humana han ido destruyendo la barrera protectora natural constituida por la capa de ozono. Por ello es necesario aprender a convivir con el Astro Rey. La mejor recomendación para proteger a tu piel de posibles daños es que evites estar mucho tiempo bajo su luz, especialmente entre las 11:00 y las 15:00 horas, que es cuando ‘pega’ de manera más directa.
Cuando salgas de día, camina siempre del lado de la calle en donde esté la sombra y si es posible utiliza una sombrilla o gorra para resguardar tu cara, que es la zona más sensible a los rayos solares.
Asimismo, ten presente que los bloqueadores -o cremas que los contienen- son un recurso fundamental, un aliado indispensable en nuestra época, sin importar la región en la que vivimos pero sobre todo en los sitios en donde la luz del sol es más intensa. Por ello, si aún no tienes un producto de este tipo, compra lo antes posible uno que tenga el factor de protección solar (FPS o bien SPF, por sus siglas en inglés) adecuado a tu tipo de piel. Si no sabes cuál te conviene más puedes consultar a un especialista (dermatólogo).
Todos los tonos de piel son hermosos. Algunos requieren mayor atención que otros, pero cualquiera sin excepción necesita cuidado. Un bronceado ocasional no le cae mal a nadie, pero es básico aprender a delimitar la línea entre adquirir un ligero tostado y un doloroso quemado.
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