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El best seller contra la calidad

Muchos de los best sellers carecen de propuesta literaria, de ahí que el deseo sobre que los volúmenes más leídos sean los de mayor calidad, la mayoría de las veces no se cumple.

Muchos de los best sellers carecen de propuesta literaria, de ahí que el deseo sobre que los volúmenes más leídos sean los de mayor calidad, la mayoría de las veces no se cumple.

Luis Guillermo Hernández Aranda

“(Los best sellers) Son obras que pueden estar mejor o peor escritas, mejor o peor narradas, pero tienden por lo general a cumplir las reglas del juego y repetir más o menos miméticamente modelos previos”. Enrique Murillo, escritor.

A veces los prejuicios nos impiden acercarnos a un best seller; en automático lo consideramos un mal libro. Autores como Paulo Coelho o Stephenie Meyer inmediatamente son descalificados por quienes acostumbran a leer a José Saramago o a Dostoievski. Algo similar sucede con la música. Cuando la producción era artesanal, y había poco comercio a grandes distancias, predominaba la vida local, en comunidades donde todos se conocían y las opciones eran limitadas. Esta situación, que duró milenios, produjo, sin embargo, un desarrollo humano asombroso. Personas soberanamente libres y creadoras como Sócrates, San Francisco, Leonardo, Bach, vivieron en condiciones que hoy pueden parecer atrasadas. Bach no tenía muchas opciones. Tampoco muchos competidores. Cuando los músicos empezaron a viajar, a grabar, a ser escuchados y vistos en las grandes ciudades, o en aparatos de cualquier lugar, el mundo se enriqueció con tamaña abundancia. Pero también se empobreció, desde otro punto de vista, comenta Gabriel Zaid en su artículo titulado Clásicos y best sellers publicado en marzo de 2005 en la revista Letras Libres.

Ante esta especie de ‘caos’, incontables individuos se preguntan ¿qué leer?, ¿los best sellers -también llamados superventas- son tan malos?

Un primer acercamiento al tema nos podría decir que no todo es blanco y negro. Prueba de ello es que el Quijote y la Biblia son best sellers, pues incuestionablemente han sido y son dos de las obras literarias más vendidas en toda la Historia. Y desde luego, la calidad de su contenido -independientemente de la cuestión religiosa en el segundo caso- está fuera de discusión. Otros grandes vendedores cuyo trabajo es reconocido por su buen nivel literario -cada uno en su particular género- son J. R. R. Tolkien, Agatha Christie, Haruki Murakami y Juan Rulfo.

Plantear esta disyuntiva parece ocioso en un país como México, que tiene un promedio de apenas 0.5 libros leídos al año por persona; con tal panorama pareciera que no podemos darnos el lujo de tener estas ‘crisis existenciales’, sobre todo tomando en cuenta que en incalculables ocasiones los best sellers sirven como entrada a textos de mayor calidad. Un ejemplo reciente lo vimos con las creaciones de Stephenie Meyer: Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer, las cuales fueron devoradas por millones de jóvenes en todo el mundo. Es cierto que la autora nunca ganará un Nobel, como tampoco lo hará Dan Brown con su Código Da Vinci. Sin embargo ambos autores lograron que sus historias fueran gozadas por innumerables individuos que carecían del hábito de leer.

Ante este fenómeno es importante citar al escritor Felipe Garrido: la lectura, antes que un conocimiento, es una experiencia, un gusto, se debe alimentar la afición y luego, si acaso llega, vendrá la erudición. Leer sin que no te suceda nada por dentro, leer sin sentir que se mueven tus pasiones, leer sin sentir miedo, sin sentir alegría, sin reírte a veces, sin que se te escurra una lágrima, es una operación inútil, una operación que no tiene sentido y por lo tanto se rechaza, se deja a un lado, se dedica el tiempo a otras actividades en las que el niño sí encuentra sentido; cuando digo un niño podríamos poner un lector de cualquier edad, pero el sujeto no va a progresar en lo que no tenga un sentido real, un sentido completo para él, afirma en El placer de la lectura.

Y es que en su opinión un lector no nace sino que se hace. Es aquí donde un best seller puede jugar un papel importante, ya que del acto lúdico se puede pasar a la erudición.

LA INFLUENCIA DEL MERCADO

En la actualidad el fenómeno del mercado también importa para que un libro llegue a convertirse en best seller. No es poca la gente que consulta las listas de los textos más vendidos para elegir que leer.

Asimismo, en ocasiones son otras las circunstancias que favorecen que un volumen se convierta en un portento de ventas. Una muestra relativamente reciente se presentó en nuestro país en 2001, cuando el secretario de trabajo en el sexenio de Vicente Fox, Carlos Abascal, se indignó porque su hija estaba leyendo la novela Aura de Carlos Fuentes. Para el político era injustificable que en la escuela, la maestra de literatura hubiera dejado de tarea la lectura de un libro que contenía el siguiente párrafo: Felipe cae sobre el cuerpo desnudo de Aura, sobre sus brazos abiertos, extendidos de un extremo al otro de la cama, igual que el Cristo Negro que cuelga del muro de su faldón de seda escarlata, sus rodillas abiertas, su costado herido, su Corona de brezos montada sobre la peluca negra, enmarañada, entreverada con lentejuela de plata. Aura se abrirá como un altar. Murmuras el nombre de Aura al oído de Aura. Sientes los brazos llenos de la mujer contra tu espalda. Escuchas su voz tibia en tu oreja: ¿Me querrás siempre? La indignación de Abascal atrajo la atención hacia esta novela que fue publicada por primera vez en 1962, y que gracias al escándalo tuvo que reimprimirse, ya que surgieron numerosos interesados en comprarla.

Por otro lado tenemos el empuje del mundo cinematográfico. No es nuevo que los libros sean llevados a la pantalla grande -con mayor o menor justicia para el texto original-, pero mientras que antes era más frecuente que las personas leyeran primero el volumen y después vieran la película, ahora es habitual que suceda a la inversa. De esa forma los filmes motivan que el público acuda a las librerías. Un buen ejemplo es la cinta Entrevista con el vampiro (Interview with the Vampire. The Vampire Chronicles, Neil Jordan, 1994), la cual provocó que Anne Rice, autora de la saga novelística de la que se extrajo el argumento para la cinta, se convirtiera en una escritora de culto.

También es gracias al cine que incontables espectadores han descubierto a autores que son considerados clásicos, pero que las grandes masas ignoran. Una prueba de ello es la película Capote (Bennett Miller, 2005), que incitó a la audiencia a buscar la obra del periodista Truman Capote, en especial su novela A sangre fría, original de 1966.

DE BOCA EN BOCA

Muchos de los best sellers carecen de propuesta literaria, de ahí que el deseo que plantea Gabriel Zaid sobre que los volúmenes más leídos sean los de mayor calidad, la mayoría de las veces no se cumple. Hay tensiones inevitables entre estas formas de selección -escribió en el ya citado artículo-, porque sus criterios y resultados son distintos. Las tres son criticadas. Ninguna es infalible. Sería ideal que coincidieran: que los clásicos fuesen también los libros preferidos por el gran público y los libros de texto. Llega a suceder. La Iliada y la Odisea fueron poemas populares antes de que Pisístrato (el tirano populista) los impusiera como libros de texto (criticados por Platón) y se volvieran, finalmente, clásicos occidentales. El Quijote fue un best seller antes de volverse un clásico. En la práctica, hasta los peores libros de texto y los peores best sellers sirven, cuando menos, para tener algo en común y hablar de lo mismo. Pero los clásicos tienen una importancia incomparable. Han subido el nivel de la especie humana, despertando una conversación que se enriquece a lo largo de los siglos, en las circunstancias más diversas. Son el genoma de la vida culta, que, a partir de lo mismo, florece en muy distintas plenitudes personales y sociales.

Pero sin duda que alguien recomiende un libro es la mejor promoción que puede recibir un texto, más allá del top ten de los más vendidos. Si usted desea contagiar a otras personas su interés por un autor en particular, no dude en compartirle su entusiasmo. Quizá esta acción no convierta a sus volúmenes favoritos en best sellers, pero en definitiva ayudará a que más gente se acerque a la lectura.

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