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Muerte gestacional

Perder un bebé en el vientre: un dolor silencioso

Rosy enfrentó una de las experiencias más difíciles para cualquier madre: perder a un hijo en el vientre

ILUSTRACIÓN: JOSÉ DÍAZ

ILUSTRACIÓN: JOSÉ DÍAZ

GUADALUPE MIRANDA

Nueve semanas bastaron para enamorarse de un bebé que no pudo abrazar y del que solo se imagina cómo pudo ser su rostro, sus manos, sus pies o simplemente su olor.

De él solo queda una prueba: un positivo que quedó para siempre y ahora forma parte de un dije que lleva siempre junto a su corazón. Esta es la historia de Rosa Guadalupe Salina, quien hace un año vivió una de las experiencias más difíciles que una madre puede sufrir: perder a un hijo en su vientre.

En el marco del Día Internacional de la Muerte Gestacional, Neonatal y de Infancia Temprana, establecido en 1988 en Estados Unidos, Rosy (como la llaman sus seres queridos) recuerda aquellos momentos difíciles y aquel dolor que ahora le ha servido para ayudar a otras mujeres que como ella, han enfrentado la pérdida de un bebé.

Frente a una taza de café, Rosy recuerda que fue en 2020, justo nueve años después de su primer hijo, que de forma sorpresiva llegó un nuevo embarazo.

"Mi primer hijo también fue un hijo muy deseado porque nos tardamos dos años para poder encargarlo.

Nos habían dicho que no podíamos tener hijos… fue una situación muy complicada. Me embarazo y después de nueve años me embarazo de mi segundo bebé… sí lo buscábamos porque en realidad nosotros de los 12 años que tenemos de casados nunca hemos estado en tratamientos formales de fertilidad, siempre esperamos si se daba o no el embarazo de forma natural", compartió.

"Fue una sorpresototota", recordó Rosy con una cara de emoción al recordar aquel día, pues su pareja y ella se había hecho a la idea de que solo se quedarían con un hijo.

Sin embargo, todo cambió cuando después de varios días de retraso en su menstruación. "Empecé con lo que no tuve en mi primer embarazo... tenía muchos síntomas como sueño, náuseas, olores fuertes y más", dijo Rosy, quien se vio en la necesidad de hacerse por lo menos cuatro pruebas de embarazo para estar completamente segura de que estaba embarazada.

Dado que su esposo estaba fuera de la ciudad en ese momento, tomó el teléfono para comunicarle la noticia, pero por la mala señal la llamada se cortó y no pudo contarle la noticia, por lo que decidió esperar hasta que llegara a casa. De una forma original le dio la noticia. "Mi hijo estaba súper contento… lloró como por dos horas de felicidad pues desde que tenía dos años había pedido un hermanito".

De inmediato, la noticia al interior de la familia. Días después, Rosy acudió al médico para saber si todo estaba bien, y así lo era. "Tenía unas cuantas semanas y todo se veía muy bien", lo que la animó a tomar clases de yoga para prepararse emocionalmente.

Los planes comenzaron, pero algunas semanas después, entre la novena y décima semana de gestación, Rosy presentó desechos y llamó a su ginecólogo, quien le explicó que dentro de los primeros meses podía ser normal, aunque le sugirió practicarse una prueba cuantitativa para determinar cuántas semanas de embarazo tenía.

Recuerda que esa prueba se la practicó un sábado de septiembre, pero conforme pasaban las horas las molestias eran cada vez mayores. Para la madrugada del domingo fue al baño y de pronto salió el embrión.

En ese momento Rosy se derrumbó. "Fue una situación compleja… me quedé en shock".

Momentos más tarde su madre entró para tomar el embrión y arrojarlo por el inodoro... para después disculparse con su hija luego de que le gritara "mamá, ¿que hiciste?".

Al día siguiente, el médico le confirmó que ya no había nada en su vientre. "Muy consciente me dio explicaciones de que esto pasa, de que no me sintiera culpable de lo sucedido", después le explicó el proceso que viviría su cuerpo.

Comunicarle la noticia a su hijo no fue fácil; cuatro días después decidieron informarle que su hermano ya no estaba. Fue un golpe duro, "se enojó mucho con Dios", Rosy únicamente lo abrazó para llorar hasta que sus cuerpos se rindieran y cayeran en un sueño profundo.

TANTAS PREGUNTAS

Rosy comentó que aquel sábado en el que comenzaron sus molestias, en determinado momento sintió un hueco en el estómago, "yo creo que cuando se detuvo su corazón fue cuando yo sentí eso y comencé a llorar mucho".

En su proceso, las preguntas comenzaron a girar por su cabeza. "Hablé con mis papás y les pregunté que por qué pasaba eso si yo no era mala persona, si nosotros queríamos tener tantos hijos… cuando cuento mi historia fue como haber sostenido un vaso para después dejarlo caer y quebrarse en mil pedazos… yo así me sentí por muchos meses".

Un mes después de la pérdida del bebé, decidió junto a su esposo darle el adiós a su hijo y sobre todo darle las gracias por haberlos elegidos como papás.

"Para poder aceptar esa parte le pedía que se manifestara, que me hiciera ver que su alma había estado unida con la mía, que me diera una señal. Comencé a caminar y vi una mariposa y dije: si eres el alma de mi bebé ven y párate conmigo, entonces va y se me para en mi mano, para después pasarse a la otra. Después le di las gracias por esa manifestación, por ese regalo", con ello aceptó la partida de su bebé, a quien nombró Ángel Tiago.

Ahora, al no contar con recuerdos materiales que les pudieran hacer recordar su existencia, su esposo tomó una de las cuatro pruebas de embarazo y la colocó en un dije en forma de corazón, el cual a diario le recuerda que aunque de forma breve, su pequeño hijo vivió en su cuerpo y por unas semanas fueron una sola persona.

Rosy compartió que desde lo sucedido y desde sus creencias, ha podido establecer una comunicación con ese ser por medio de las mariposas, hecho que le da paz y tranquilidad, cuando los pensamientos de que aquí estaría, cumpliría tantos meses y todo lo que no pudo ser.

DOLOR SILENCIOSO

A raíz de su pérdida, Rosy cataloga el hecho como un "dolor silencioso" y enfrentarse con comentarios como "estaba super chiquito, lo bueno es que no lo conociste, no lo amamantaste, pero es igual de doloroso, por el hecho de no haberlo conocido o simplemente no haberlo olido".

Ahora, su trabajo como tanatóloga ha estado enfocado a mujeres que tuvieron una pérdida desde jóvenes y que vivieron su duelo prácticamente en secreto. De aquellos casos donde después de años, 10, 20 hasta 30 años, siguen añorando a esos bebés que no lograron nacer.

BEBÉS ESTRELLAS

A esos bebés que no lograron nacer se les conoce como "bebés estrellas". Aquellos que lograron vivir en el vientre materno por un corto periodo pero que nunca llegaron a este mundo debido a complicaciones que, a menudo, nunca se logran determinar.

Son aquellos que su madre nunca los pudo abrazar, besar o simplemente conocer, pero siempre vivirán en sus recuerdos, pero sobre todo en sus corazones.

DÍA MUNDIAL

En 1988 se estableció el 15 de octubre como el Día Internacional de la Muerte Gestacional, Neonatal y de Infancia Temprana.

A pesar de que esta conmemoración no está oficialmente legislada en muchos países, incluyendo México, familias y organizaciones de todo el mundo se reúnen como homenaje a esas personitas que solo vivieron en el vientre de sus madres.

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