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CONTRALUZ PANDEMONIUM

MARÍA DEL CARMEN MAQUEO GARZA

En esta última semana, en el marco de la Comisión Latinoamericana Sobre Drogas y Democracia (CLDD) celebrada en Río de Janeiro Brasil, se ha planteado la legalización de la marihuana como un modo de restar fuerzas al crimen organizado. Importantes líderes de América Latina se reunieron para plantear lo que denominaron: "Hacia un cambio de paradigma". Algunos de los puntos expuestos con relación al estado actual de cosas en el consumo y tráfico de drogas son el hecho de que Latinoamérica es el principal proveedor de drogas en el mundo, además de que las políticas en contra del narcotráfico que emprende Felipe Calderón están teniendo un elevado costo, principalmente en vidas humanas, contra unos resultados muy pobres. Se propuso de manera seria por parte de los ex mandatarios César Gaviria de Colombia, Fernando Henrique Cardoso de Brasil, y Ernesto Zedillo de México someter a estudio la posibilidad de despenalizar el uso de la marihuana, y revisar las políticas prohibicionistas para el consumo de otras drogas.

A partir de la segunda mitad del siglo veinte el consumo de drogas se convirtió en un problema social; lo que en su momento tuvo de místico para los círculos londinenses de los años cuarentas, y los parisinos de los cincuentas el uso de enervantes, derivó en un asunto de seguridad pública grave. Oriente y occidente han establecido modos muy distintos de sancionar el consumo y tráfico de estupefacientes, recuerdo en 2002 un sonado caso que ocurrió en Singapur cuando a un australiano de origen vietnamita le decomisaron a su ingreso a aquel país dos envoltorios conteniendo heroína, lo que de acuerdo a las leyes de aquel país alcanza la pena de muerte. Intervinieron organismos internacionales en favor del procesado, pero la postura de Singapur fue muy simple: "La pena de muerte no es cuestión de Derechos Humanos", ¿radical? Sí, pero definitivamente efectiva, en Singapur nadie consume drogas. El detenido argumentó que era la primera vez que ingresaba a Singapur con droga, y que lo hacía para pagar una deuda contraída por su hermano gemelo, aún así la pena no fue conmutada.

Pero volviendo a la CLDD, Antanas Mockus ex-alcalde de Bogotá, Colombia expresó y con sobrada razón que identificar el narcotráfico con el crimen no representa una solución. Percibimos el crecimiento de estas organizaciones delictivas como un gran cáncer social que va minando nuestras instituciones, lo que deriva en ingobernabilidad como la que estamos padeciendo en estos últimos dos años en nuestro país.

Se habla de legalizar el consumo personal de marihuana como un modo de restar fuerzas a las redes del narcotráfico; de entrada hay un contrasentido muy claro: Por años hemos pugnado por abolir el consumo de tabaco y alcohol partiendo de la premisa de que el consumo de drogas legales lleva finalmente al consumo de drogas ilegales; el Consejo Nacional Contra las Adicciones ha invertido enormes recursos para identificar y tratar de modificar los factores de riesgo que predisponen a los jóvenes de enseñanza media y media superior al tabaquismo como una puerta de entrada al uso de otro tipo de sustancias adictivas ¿Qué ahora no va a cumplirse el mismo principio, de manera que la libertad para fumar marihuana conduzca al consumo de otro tipo de drogas más peligrosas?

La legalización para el consumo de marihuana se antoja como la solución mágica al problema del narcotráfico, pero ya vencida esta barrera legal ¿no van a trabajar a fondo los cárteles en conducir a los consumidores de marihuana al uso de otras sustancias en las que ellos seguirán obteniendo jugosas ganancias? ¿No es simplemente abrir la puerta hacia un pandemonium?

Hay que recordar algo muy simple: Estamos sentados encima de un hormiguero, y este hormiguero se llama desintegración familiar, la solución de fondo no está en legalizar productos enervantes sino en aplicarse a resolver los problemas socioeconómicos que han llevado a esa pérdida de la familia como institución básica de la sociedad. Claro, lo que actualmente nos pone en grave riesgo son los alcances del crimen organizado, entonces si el poder de los cárteles está en sus arsenales, ¿cuándo se emprenderán medidas globales para el control en la producción, venta y tráfico de armas que llegan a manos de estas organizaciones? ¿Cuándo comenzarán a fiscalizarse los dineros de procedencia inexplicable con que se pagan esos arsenales, o con los que un individuo en el corto plazo comienza a adquirir bienes muebles o inmuebles que un trabajo legal no alcanzaría para comprar, y menos en estos tiempos?...

¡Cuidémonos de soluciones fáciles que se pagan al elevado precio de la historia! ¡Ahora que aún es tiempo!

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