
Debido a su larga trayectoria, Café Tacvba es una de las bandas más cotizadas. (El Universal)
Grupos mexicanos se cotizan caro por tocada.
Claro que no es lo mismo el Foro Sol, el Palacio de los Deportes, el Auditorio o el Metropolitan; fiestas particulares, cumpleaños, tardeadas, discotecas, antros y hasta hoyos fonkis, porque, según el sapo -el lugar, la audiencia calculada y el ‘raider’ (la transportación, viáticos y lo que piden los angelitos en el camerino)- es la pedrada, y más tratándose de las tarifas de nuestro rock que cotiza en pesos y, sólo en contados casos, en dólares.
Desde luego que nuestros rockstars no piden para nada, ni mucho menos, lo que, por ejemplo, acostumbran por concierto privado, sus “satánicas ancianidades” The Rolling Stones, que no tiran polilla si no se les depositan 3.5 millones de libras (unos 71 millones de pesos). Ni tampoco le llegan -bueno ni todos nuestros grupos juntos en un Vive Latino- a lo que se pepenan en pesos mexicanos Elton John, Robbie Williams o la siempre etílica Amy Winehouse: 20 millones 346 mil 991 pesos, promedio, por actuación, digamos íntima; ni los ya abaratados 5 millones 88 mil 824 pesos que pide Sting, según Imogen Edward-Jones en su libro “Pop Babilón”, por cantar hora y media.
Aquí en el Distrito Federal, las agencias de representación y ventas de conciertos, sin los tamaños de, por ejemplo, Ocesa o, para que suene con más caché, los “booking talent” establecidos y hasta los de generación espontánea, mandan cotizaciones y presupuestos (a negociar) de los artistas que manejan (o con los que tienen conexiones) para que se animen a tenerlos como exclusivos, aparte de “en concierto”, en bodas, 15 años, bautizos o simplemente para presumir “¡Soy tan chido, que mira a quién contraté para que amenice!”.
A Juan Alberto Vázquez, del Black Horse de la Condesa, el año pasado le habló una chava de una de estas agencias y le ofreció una serie de grupos a negociar. Luego de formalizar en bonito papel membretado, la lista de nombres y precios andaba en el rango de los 10 mil pesos -todo pagado- hasta los 550 mil el banderazo de, ¡increíble! Sin Bandera (y suponemos que eso no ha variado mucho, por como anda ahora el país de lana).
Descontando a “Luismi”, “Juanga” y “Chente” que, bajita la mano cobran mínimo 250 mil (pero ¡dólares!) y que nadie los va a hacer pasar como rockeros; hay desde los baratitos, bien pagados, los sobrevaluados y hasta los de atraco en despoblado.
Si la tocada es local -según el expediente X de “Quién es quién cotizando” que le mandaron a Juan Alberto Vázquez-, no hay que pagar de más, pero si es en el interior, hay que sumar, luego de un cierto número de kilómetros, avión (primera clase y clase turista) o pactar autobús o camioneta Van, gastos de hospedaje en hoteles de, mínimo, cuatro estrellas, y comidas para la tropa (secres y técnicos), además de leer con detalle las letras chiquitas.
Así las cosas, están disponibles con aproximaciones en pesos y centavos, estira y afloja: Yucatán a Go Go y La Parranda Magna (10 mil), María Daniela y su Sonido Lasser (12 mil), Six Million Dollar Weirdo (15 mil), Las Ultrasónicas de la querida Ali Gua Gua (18 mil), Royal Club (15 mil). Los Muñecos de Tex Tex y Las Víctimas del Dr. Cerebro se llevan 30 grandes por tocada y por 35 mil el batallón skatoso completo de Sekta Core se alinea por la derecha. Por la misma cantidad, Real de 14 -en la era de José Cruz- le metía sabroso al blues.
Sabedores de que el metal rifa, Fórceps y La Cuca van si les pagan 60 mil, más 12 boletos de avión (clase turista), una Van para 15 personas, siete habitaciones dobles y una sencilla en hotel de cuatro estrellas, exceso de equipaje, propinas e impuestos.
La Maldita Vecindad cuesta 130 mil pesos, todo incluido. Los recién firmados por EMI Televisa, Jaguares, se afirma que andan en 280 mil más boletos de avión LA -sitio de la tocada- LA y uno a Playa del Carmen, donde vive El Chato (los que mueven el billete dicen que hasta por un tostón de tres ceros, rugen). Un poco más que ellos, cerca de los 300 mil cobra Café Tacvba. Maná, parece que anda arribita.
Belanova, que sigue en el candelero, anda por el cuarto de millón, mientras que Zoé factura 130 mil.
Pero está la otra cara de la moneda la de muchos grupos nuevos, algunos con cierto nombre y otros prácticamente desconocidos, que pagan por tocar o son obligados a comprar los boletos de su propia tocada.
En tiempos de Tony Méndez, de Kerigma, en Rockotitlán, el monto era de 200 entradas que tenían que vender a amigos o familiares.
Hoy, en algunos concursos de nuevas bandas amañados, la cifra sube o: “¡chín, que lástima, con las posibilidades que tenían de ganar!”.
250 mil dólares es lo que cobran (bajita la mano), Luismi, Juanga y Chente.
12 mil pesos pagan los empresarios al contratar a María Daniela y su Sonido Lasser.
30 mil pesos por tocada, se ganan Las Víctimas del Dr. Cerebro.
130 mil pesos cobra La Maldita Vecindad.
280 mil más boletos de avión, es lo que se cotizan los Jaguares.
300 mil “morlacos” reciben los de Café Tacvba.