
Silverio Palacios, Jorge Zárate y Mario Zaragoza son actores que en el cine mexicano han estado presentes casi siempre con papeles pequeños.
A Silverio Palacios un día le gritaron que era un actor de mierd... y a Jorge Zárate le exigen dinero, porque creen que es rico por aparecer en los periódicos. A Mario Zaragoza, sus amigos le dicen que ya se le subió por ganar un Ariel y a Gustavo Sánchez Parra lo confunden con Roco, el de La Maldita Vecindad.
Los cuatro son actores que en el cine mexicano han estado presentes casi siempre con papeles pequeños, apuntalando a las producciones.
“Yo aparezco en Fibra Óptica contando 21 pasos y al final, digo mi única línea: ‘Veintiuno’. No digo más”, recuerda divertido Zárate.
El hecho es que este año parece ser el suyo. Ya no son actores de reserva, jugando un poco con el título de la película de Quentin Tarantino (Reservoir dogs, 1992) y que él extrajo de un videoclub donde trabajaba.
Ahora, Palacios está en vías de protagonizar Acorazado; Zárate y Zaragoza ganaron un Ariel por su actuación en Dos Abrazos y La Zona, respectivamente, y Sánchez Parra partió a España para estelarizar Rabia, bajo la producción de Bertha Navarro (El laberinto del fauno).
“¡Ya me toca! Quizá no lo crean, pero llevo un año sin filmar”, exclama Palacios, el mismo de Matando Cabos y Morirse en Domingo. “Estoy a punto de perder mis derechos en la ANDA (Asociación Nacional de Actores). Hago teatro, pero tendría que ser comercial para cotizar, y no es en el que yo trabajo”, añade.
Zaragoza (De la calle) cuenta una anécdota, atrapando la atención de sus colegas: “Una vez hice un comercial y me dijeron que iba a ganar 70 mil pesos. Luego me hablaron para decirme que ya podía pasar por los 30 mil que me iban a dar”.
“Dije: ‘En eso no quedamos’. Ellos contestaron: ‘Se equivocaron al darte tal contrato’. Al final, sólo me pagaron 50 mil. Los acepté, porque si seguía peleando por lo primero me iba a morir de hambre. Parece mucho dinero, pero hay que tomar en cuenta que luego pasamos meses sin trabajar y hay que ahorrar”.
Sánchez Parra coincide con todos en que la carrera actoral retribuye mucho a la formación propia como ser humano, pero no siempre es valorada por la gente.
Él decidió ser actor a los 25 años de edad. Su lanzamiento se dio cuando integró el reparto de “Amores perros”, cuando un desconocido Alejandro González Iñárritu lo descubrió en la escuela.
“Ahora me confunden en la calle con Roco, (vocalista de La Maldita Vecindad). Me preguntan como si fuera él; yo les digo que no, nunca les digo quién soy, así que hasta que se aburren se van”.
El medio actoral es muy unido. Ellos se ayudan cuando a alguien le falta dinero para comer o para pagar la renta. Y las bromas siempre están a la orden del día.
“Un día estábamos en un casting Silverio, Sánchez Parra y yo, y que llega Julio Bracho, se nos queda viendo y dice: ‘Uuuuy, aquí hay reunidos muchos años de cárcel’”, cuenta bromista Zárate.
Dicen que es difícil
vivir del arte
Todos se conocen entre sí desde hace mucho tiempo. Incluso, se han sustituido entre ellos: En la puesta teatral Colorín Colorado, Jorge Zárate participó en la versión presentada en Estados Unidos. Silverio Palacios, en tanto, trabajó en la versión exhibida en México.
Mario Zaragoza y Jorge Zárate compartieron set en la cinta multigalardonada De la Calle. Lo propio hicieron Gustavo Sánchez Parra y Silverio Palacios en la taquillera Matando Cabos.
Llegaron vestidos de negro. Cada quien en su estilo. Zárate y Palacios se encontraron en la recepción:
“¡Creo que esperaban a otros actores, porque nadie nos preguntaba nada! Hasta que vimos a una chica que nos gustó, decidimos preguntarle dónde estaba la sección de espectáculos”, bromeó Zárate, al llegar para la entrevista.
Palacios pasó el tiempo contando su participación en un equipo de futbol, allá, por el estadio Azteca, en donde ya anotó un gol olímpico.
“Ni yo lo creía. Todos me felicitaron. Mis compañeros y el equipo contrario, todos me decían que lo repitiera... y el árbitro se jalaba los cabellos diciendo que no podía, que había que seguir jugando”, narraba divertido.
-¿Por qué actores?, fue la primera pregunta que se les soltó.
“¡Por mi linda cara!”, se apresuró a responder Zárate.
“La verdad es que siendo niño unos vecinos nos invitaron a ver una obra de teatro en su casa. Habían montado un cuadro muy bonito, había como una casita y ahí salían Topo Gigio y otros muñequitos... algo pasó en ese momento en mí.”
A Silverio le pasó algo similar en su natal Colima.
Provincia al fin, dice, se divertían construyendo cajas como escenarios y jugando con sombras.
“Había veces que nos poníamos a representar chistes y había que representar accidentes, como si fueras un gallego, un homosexual y otros más. Yo era de los que aventaba con furor, al punto que terminaba con los brazos todos moreteados.”
-¿Qué puede pasar cuando los reconocen o los invitan a un lugar?
Silverio: ¡Esperan que seas el payaso de la fiesta!
Mario: ¡Lo peor es cuando te lo piden tus amigos!
Jorge: ¡Pero lo peor es cuando lo terminas haciendo!
El Ariel le da ‘categoría’
“Hace una semana me invitaron a una reunión, yo llevaba prisa, iba con mis hijos y les dije: ‘OK, paso sólo un rato y me voy’.
“Lo que respondieron fue: ‘Claro, ya se te subió, ya eres un mam... ya te ganaste un Ariel y ya eres distinto...’. ¡Caray, mi hijo estaba afuera esperándome!”
Por compromisos laborales, Sánchez Parra no acudió a la sesión fotográfica, pero aceptó también ir vestido de negro al aeropuerto antes de viajar a España.
Para él, la pregunta fue si podía vivirse en México como actor. “Sí, pero con mucho esfuerzo. He tenido suerte, pero también doy clases. Se tiene que luchar constantemente para estar aquí”.
Zárate y Zaragoza esperan que el reciente Ariel les ayude a conseguir mejores ofertas laborales aunque, realistas, saben que eso difícilmente pasará por las condiciones económicas.
“En las películas no se por qué existe la idea de que los actores siempre somos sacrificables. De decir, OK, hay que conseguir la grúa, pero hay que rebajarle a los actores. ¡A mí me han llegado a pedir que no cobre unas semanas!”, dice Zárate.