
Sombreros mexicanos, a la reconquista del mercado
La marca mexicana se reinventará y buscará crear nuevos modelos. Entre sus planes está el abrir más sucursales.
Por más de un siglo, la moda del sombrero acompaña al mexicano a través de la tienda Tardan. La empresa que lleva varias décadas en el mercado, se reinventará para mantenerse en el gusto de la población.
“La tendencia actual sobre el uso del sombrero va a la alza y la gente lo compra cada vez más”. Adquirir este artículo es como mandarse a hacer una camisa: se toman medidas y se ajusta a su gusto, con lo que se ofrecen piezas únicas ya que el cortado y prensado es mecánico, mientras que el terminado y vestido del sombrero (colocación de toquilla, tafilete, forro y adornos) es manual”, comentó el director general de la marca, Luc Tardan.
El sombrero también cumple la función de prenda de protección, es decir, cada vez hay más personas que los compran por problemas de cáncer, calvicie o piel susceptible a los rayos solares, eso mantiene vigente a este artículo, pero se vive un resurgimiento como resultado de la moda.
Fieltro, pelo de conejo, algodón, alga marina, son algunos de los materiales económicos que utilizan, sin embargo para quienes gustan del lujo, hay los de castor-liebre de tres mil 700 pesos, de nutria que pueden llegar a seis mil pesos, éstos los compran principalmente los gobernadores.
Tardan puede producir de 150 a 200 sombreros de fieltro a la semana y una parte de sus componentes se importan de Portugal, Bolivia y Ecuador.
Aunque la marca se constituyó en 1880, todo inició en 1847, cuando unos parientes llegaron de los Altos Pirineos de Francia a México y trabajaron en una sombrerería que con el paso del tiempo compraron.
A partir de ahí se dedicaron a importar de Estados Unidos y a finales del porfiriato, se percataron de la alta demanda.
Luego del éxito del negocio, investigaron todas las técnicas de fabricación para montar una fábrica de fieltro.
Parte importante de su época dorada del uso del sombrero terminó en la década de los sesenta, donde las grandes melenas dejaron de lado este producto. Además, se registraron problemas internos en el negocio, así como el cierre de sucursales en diversos puntos del país.
Sobrevivió la que se ubica en Plaza de la Constitución, aunque iniciaron la distribución de los sombreros en tiendas departamentales. En la actualidad, se manejan cerca de cuatro mil artículos entre tallas, colores y modelos que van desde los deportivos como el cazador, boina, guiligan, safari, australiano o bonnet para las damas; hasta los casuales y de vestir como el ferraro, vogue, olímpico o cuba. También hay cachuchas tipo bilbao, de gajos o beatle, sin dejar de lado los texanos o el académico birrete.
En el 2001, la administración cambió de manos y Luc Tardan se hizo cargo del negocio. Inició con una automatización de la empresa; ésta se reordenó, se ampliaron las líneas y se remodeló la tienda.
Precisó que 80 por ciento de la clientela es nacional cautiva y el 20 por ciento restante es turismo internacional.
“Cada mes se vende medio millón de pesos, con lo que se obtiene un crecimiento importante, incluso, se han duplicado las ventas en los últimos años”.
Al cierre de 2007 se alcanzaron 12 millones, 25 por ciento más que 2006 y se prevé que a fines de 2008 se alcance 20 por ciento más”, afirmó.
En este año, se explora la posibilidad de incursionar en diversas plazas del país pero primero concentrarán sus esfuerzos en la tienda que ya operan. “Retomamos los diseños clásicos y actuales que se apegan a las tenencias mundiales”, dijo.