
Un comando secuestró a algunos integrantes de la producción de la cinta Tropa de Élite cuando transportaban armas de utilería. (El Universal)
Cuando el filme Tropa de Élite se encontraba en pleno rodaje, un comando secuestró a algunos integrantes de la producción que estaban en el interior de una camioneta que transportaba las armas de utilería.
El director José Padilha y su equipo tuvieron que parar tres días. Acababan de ser víctimas de la temática que retrataba la película: la violencia en la favelas brasileñas. Padilha toma el auricular desde Río de Janeiro y recuerda esos momentos.
“Nunca filmamos en estudio, todo fue en locaciones y claro que era peligroso, pero era la única forma para que salieran las cosas naturales. Secuestraron a cuatro integrantes de la producción, no sabíamos lo que había pasado... al final jamás recuperamos el vehículo ni las armas”.
Tropa de Élite es la cinta carioca más taquillera en su país: 20 millones de espectadores. Ganó el Oso de Oro en Berlín como Mejor Película y el viernes llega a México. Es un drama situado en la capital brasileña en 1997, que cuenta la historia de Nascimento, capitán de Tropa de Elite de la Policía, quien espera a su primer hijo. El problema es cuando debe enfrentar una misión peligrosa en las favelas (barrios pobres) y el tráfico de drogas, así que busca a un sustituto.
“Nuestro cine siempre había mostrado el punto de vista del traficante, pero jamás el de la policía”, señala Padilha.
“Pero creo que no se logra explicar la violencia sin entender a la policía, que no es un detalle sino uno de los factores más importantes de la cuestión. Entonces hablé con Rodrigo Pimentel (guionista) y comenzamos a escribir la historia”, agrega.
El protagónico recayó en André Ramiro, un hombre que hasta antes de la película no era actor y trabajaba como boletero en un cine.
Para contar esta violencia, Padilha contó con la asesoría de miembros de la policía brasileña. Algunos hasta participaron en secuencias.
“Era importante contar con su ayuda para que los actores supieran cómo comportarse en algunas situaciones, tenía que parecer real”, narra.
También se auxilió de la fotografía de Lula Carvalho y una cámara que se mueve todo el tiempo, sin guardar reposo.
“La propuesta era colocar al espectador desde la realidad de la policía”, explica.