
El viernes la SCT explicó la velocidad, altura, grados de inclinación y circunstancias en que presuntamente cayó el LearJet 45 de Segob. (Agencia Reforma)
Advierten pilotos que normas y reglamentos actuales son leyes caducas.
Las autoridades son corresponsables del accidente del avión LearJet 45 en el que perdieron la vida el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y otros funcionarios federales, coincidieron pilotos.
El caso evidencia vicios y debilidades en la Ley de Aviación Civil, toda vez que los inspectores de Aeronáutica Civil certificaron a los pilotos del vuelo, señalan los pilotos consultados.
“Habría que analizar los criterios para otorgar certificaciones. Las normas y reglamentos actuales son leyes caducas”, comentó uno de los pilotos que prefirió no ser identificado.
El viernes 14 de noviembre Luis Téllez, secretario de Comunicaciones y Transportes informó: “Ambos contaban con licencia vigente para volar. Sin embargo, la investigación revela presuntas deficiencias en el proceso de capacitación y certificación de ambos para operar el LearJet 45. Se está investigando por el grupo de Factores Humanos la obtención de sus certificados de capacidad, especialmente en el manejo del LearJet 45”.
Aunado, otro de los pilotos comentó que es necesario analizar la actuación del controlador de tránsito aéreo, ya que era su obligación informar al piloto que tenía un avión Boeing 767 adelante.
Explicó que en Estados Unidos, a raíz de que en los años ochenta hubo un alto índice de accidentes e incidentes por turbulencia de estela ocasionada por aviones tipo B767 y B757 se determinó que por norma los controladores tienen la obligación de informar a los aviones que tienen adelante esos modelos de aeronaves, independientemente de indicar la separación que deben manejar.
“Es (el LearJet 45) como una mosca detrás de un ventilador”, expresó.
Se identificó que los aviones B767 y B757 generan una turbulencia particularmente más intensa, que puede llevar a la pérdida de control de las aeronaves que vienen detrás. “La FAA (Administración Federal de Aviación, de EUA) determinó que de manera obligatoria cualquier aeronave que siguiera a un avión de estas características “heavy”, debía ser alertado: precaución, usted tiene a un B757 o un B767 adelante”. Esto permite a las tripulaciones prever posibles desviaciones de la ruta, producto de la turbulencia.
Leonardo Sánchez, vocero de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) comentó que rara vez los pilotos ven determinados puntos, como una refinería o una ciudad, todos los vuelos van bajo las reglas de instrumentos. “Con esto no necesitas tener ningún punto que reconocer desde el aire para saber si vas bien o mal sobre la ruta, la reglamentación en plan de vuelo por instrumentos es clara”. Esto porque Téllez destacó la falta de orientación de los pilotos al no saber si sobrevolaban Morelia o Querétaro o si veían la refinería de Tula o de Salamanca.
También llama su atención el que, de acuerdo con la versión estenográfica de la grabación en la cabina proporcionada por la autoridad, en algunos momentos los pilotos no llamaron a las cosas por su nombre, por ejemplo, en algún momento les piden reducir la velocidad, y uno de los pilotos comenta: “le ponemos un puntito?”, Sánchez se pregunta: ¿a qué parte se refieren? “Si bien como piloto puedo intuirlo, no estamos acostumbrados a conducir los vuelos de esa forma, el hábito es llamar a cada cosa del avión por su nombre para no generar algún tipo de duda”.
En otro momento uno de ellos pregunta: ¿le levanto la nariz?, “intuyo cuál era la maniobra, pero no es un lenguaje al que estemos acostumbrados”. Para el vocero de ASPA, este lenguaje aeronáutico genera interrogantes, por lo que señaló que es necesario esperar los siguientes pasos de la investigación, en particular lo que se refiere a los factores aeronáuticos, ya que se sigue recabando la información al respecto, como sus adiestramientos y certificaciones.