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Mexicanos en Alaska, una opción rentable

Travesía
 El viaje del Distrito Federal a Seattle cuesta entre 600 y 900 dólares, dependiendo de la temporada.
El vuelo es de doce horas.

 De Seattle viajan a Alaska en barco de la compañía, pero cuando no hay se van en avión. El pasaje
cuesta 800 dólares y son seis horas de vuelo. En barco el viaje dura seis días.

 Para entenderse entre los trabajadores se emplea el inglés, pues hay gente de todo el mundo: vietnamitas, tailandenses, chinos, noruegos, japoneses, samoas, rusos, africanos y, por supuesto, mexicanos.

  Trabajan sin prestaciones como seguro médico o pago de vacaciones.

 Cuando un trabajador se accidenta le pagan 20 dólares por día de incapacidad.

 La isla solamente cuenta con un banco, dos supermercados y un museo.

 El atractivo es que aún hay decenas de bunkers, 'sobrevivientes' de la Segunda Guerra Mundial.

 El principal atractivo es ir a observar, en entre agosto ´y septiembre, cuando el salmón sube a contracorriente los ríos, para ir a desovar.

Travesía  El viaje del Distrito Federal a Seattle cuesta entre 600 y 900 dólares, dependiendo de la temporada. El vuelo es de doce horas.  De Seattle viajan a Alaska en barco de la compañía, pero cuando no hay se van en avión. El pasaje cuesta 800 dólares y son seis horas de vuelo. En barco el viaje dura seis días.  Para entenderse entre los trabajadores se emplea el inglés, pues hay gente de todo el mundo: vietnamitas, tailandenses, chinos, noruegos, japoneses, samoas, rusos, africanos y, por supuesto, mexicanos.  Trabajan sin prestaciones como seguro médico o pago de vacaciones.  Cuando un trabajador se accidenta le pagan 20 dólares por día de incapacidad.  La isla solamente cuenta con un banco, dos supermercados y un museo.  El atractivo es que aún hay decenas de bunkers, 'sobrevivientes' de la Segunda Guerra Mundial.  El principal atractivo es ir a observar, en entre agosto ´y septiembre, cuando el salmón sube a contracorriente los ríos, para ir a desovar.

El Universal

Pescadores mexicanos regresan a su tierra cada tres meses trayendo consigo casi medio

millón de pesos.

Desde hace tres lustros años empezaron a irse; hoy son unos quince queretanos, la mayoría de Huimilpan, que trabajan en la remota isla de Duch Harbor, en el territorio de Alaska que es la parte habitada del continente Americano ubicada más al Norte del mismo.

Cada temporada de pesca se van hasta aquella zona a la que tardan en llegar siete días. Allá trabajan durante periodos de tres meses los siete días a la semana, y catorce horas y media al día. Cuando hay buena pesca, dicen, llegan a obtener, diariamente, hasta 500 dólares.

Cada tres meses regresan a su tierra trayendo consigo casi medio millón de pesos. Son pescadores de “Pollok” un pez muy apreciado por japoneses, coreanos y estadounidenses con el que se elabora el Surimi y otros manjares asiáticos. José Guadalupe Saavedra, dicen, fue el primero que se “enganchó” con la compañía American Seafoot Company, que tiene su sede en Seattle. Después de tres años de saber nada de él, regresó a Huimilpan para decirles que era buen trabajo, buena paga y no tan mal ambiente, así que uno a uno empezó a irse a Alaska.

Efraín Martínez Saavedra platica que después de J. Guadalupe se fue Rubén; siguieron Héctor y Eleazar “y ellos ya fueron llevando a otros y así se la han llevado”.

Héctor Morales Sosa dice que él decidió irse hasta Alaska “porque de momento fue la primera opción y una de las mejores opciones que se me presentaba a mí”. Tiene 45 años, cuatro hijos y doce años allá, y aún cuando en sus planes estaba “retirarse” a esa edad, “van saliendo planes. Gracias a Dios ya tengo casa, pero me gustaría poner un negocio que ya me haga no irme”. Héctor es mecánico especialista en máquinas “fileteadoras”; las que de manera automática cortan los peces. Cada uno de los seis barcos de la compañía en que trabajan tiene tres de estos mecánicos; él es el único mexicano que ha logrado ese puesto. Los otros dos son de nacionalidad polaca.

“Yo me especialicé en las máquinas que son las que hacen el filete. Antes trabajaba echándoles pescado (a las máquinas) y me fui interesando un poco en la mecánica, y fue cuando empecé como asistente y ahorita tiene ya como año y medio que estoy como mecánico”.

Obtiene ingresos por 80 mil dólares por medio año de trabajo, mientras que quienes laboran como pescadores obtienen unos 40 mil dólares en el mismo lapso.

Dejan hielo y trabajo

En las compañías pescadoras que trabajan en aquel territorio hay miles de empleados; cada barco ocupa entre 100 y 120 y son, por lo menos una centena de barcos que diariamente cruzan el Océano de Berig con la meta de “levantar” unas cinco mil toneladas de pescado.

“Llenamos un viaje y por decir, nos quedan cuatro viajes. Entonces vamos, descargamos y a regresar. Un viaje lo hacemos, con descarga y todo, en unos quince días. En esos quince días pescamos unas cinco mil toneladas, de las que salen mil 400 o mil 500 de producto. La descargamos y ya que tenemos el barco vacío, regresamos a pesar hasta que cumplimos la cuota que nos autorizó el Gobierno”.

Los hermanos Efraín y Eleazar Martínez Saavedra son procesadores de pescado, aunque laboran en barcos diferentes.

Diariamente, al igual que el resto de la tripulación, de lunes a domingo trabajan entre catorce y 16 horas al día; cubren temporadas de hasta 90 días en altamar, sin tocar tierra ni tener contacto siquiera con la población de la isla. Mucho menos con Querétaro.

“Sale uno a descargar y se avienta uno treinta horas descargando y te vas unas cuatro horas de descanso, para hablar por teléfono, salir a la tienda y vénganse de volada porque si no ‘ay se quedan”, dice Efraín.

— ¿No extrañan Huimilpan?

“Sí, claro, porque ahí está uno… nada más llega ahí a dormir y a oír música y ya se queda uno bien ‘agüitado’ porque como uno no habla casi por teléfono casi seguido no sabe uno cómo estarán acá ni nada”, comenta Eleazar. Sin embargo, han logrado que en el barco se instalen teléfonos y ahora sí pueden llamar hasta Huimilpan. La llamada les cuesta casi a dólar por minuto, aunque siempre es más barato hablar desde tierra.

No obstante la lejanía, lo pesado del trabajo y el tiempo que pasan sin saber de sus familias, Héctor, Efraín y Eleazar están dispuestos a seguir, pues solamente así —dicen— obtendrán el dinero suficiente para ya no tener que salir de su tierra.

Llegaron a Querétaro los últimos días de abril y ya están a punto de regresar a Alaska, en donde la temporada de pesca inicia el 20 de junio y termina a inicios de octubre, periodo en el que habrán de regresar a su tierra. Y a pesar de las condiciones en que viven allá, los tres ya tienen planes para incorporarse a la primera temporada de pesca de 2009, que inicia el 5 de enero. Además, afirman, han hecho muchas amistades con tailandeses, vietnamitas, noruegos así como con polacos, samoas, africanos y estadounidenses. Pero también con michoacanos, jaliscienses y guanajuatenses, “de los que hay muchos por allá” dicen.

“En cada barco vamos entre 100 y 120 personas de unas diez nacionalidades; sabemos que estamos en el mar, en el Océano de Berig, pero que como son aguas frías, no está tan expuesto a huracanes o a todo esto; sí llegan tormentas muy fuertes, pero afortunadamente no nos ha pasado nada. Pero claro está, ya estando dentro del mar, también sabemos que somos una basurita”, reflexiona Héctor.

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