Nosotros DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD Eventos MODA

Más Allá de las Palabras / ¡AYÚDANOS SEÑOR!

Jacobo Zarzar Gidi

“Me has dado tantas cosas

mi precioso Jesús.

Me has dado fe, me has dado paz, me has dado amor”.

Nuestra ciudad ha sido bendecida por hombres y mujeres heroicos que continúan sosteniendo a su familia a pesar de la pobreza económica en la cual viven. Ellos luchan todos los días para hacer de sus hijos personas de bien, que conserven y transmitan valores morales a todos y cada uno de sus descendientes, a pesar de que muchas de las veces no traen un solo centavo en la bolsa, y no saben si tendrán dinero para alimentarlos la semana siguiente. Ellos sobreviven porque conservan la esperanza, y sobre todo porque su familia se encuentra cimentada en Jesucristo. Ha sido bendecida nuestra ciudad porque esos padres de familia tienen la gracia de vivir los valores cristianos en casa. Diariamente motivan a sus hijos para que estudien y les marcan el camino para que triunfen en la vida. Tenemos también madres preocupadas por sus hijas que en la actualidad están siendo acechadas por tantos peligros que existen en las calles. Ellas tienen el don de lágrimas que enternece al Señor, y a cambio reciben una buena dosis de fortaleza. Tienen un corazón noble que no se da por vencido, que lucha día y noche para rescatar al amor de sus entrañas de todas las amenazas que a diario las persigue. Están al pendiente del joven que las acompaña y de la hora en que llegan por las noches. Y si un día, esa madre se da cuenta que su hija soltera está embarazada, el mundo se le viene encima, porque piensa que de nada sirvieron tantos sacrificios y tantas recomendaciones. Después de ese inesperado y desagradable momento, ellas vigilan que no vaya a abortar, y no saben si es conveniente que traten al joven como de la familia, porque en esos momentos desconocen si en el futuro le convendrá a su hija casarse con él.

A pesar de todo, ¡Tenemos tanto de qué darte gracias Señor! En los hogares cristianos aún se conservan la fe y el amor. En el atardecer de la vida, cuando los achaques comienzan a aparecer y sufrimos en carne propia las enfermedades que tanto temimos años atrás, de pronto aparecen los nietos como un verde retoño de primavera. Como un viento fresco que cicatriza nuestras heridas. Como un venero de aguas cristalinas que sacia nuestra sed. ¡Bendito seas Señor!

Te pedimos que protejas a nuestros jóvenes. Se aproximan años difíciles con una economía complicada y deprimida. Algunos de ellos sentirán la tentación de caer en el consumo de las drogas y Tú sabes que no se detendrán hasta tocar fondo. Les hará mucho daño, porque no podrán formar una familia normal. Un terrible monstruo de sexo y violencia los atrapará sin misericordia, doblegará su voluntad y los convertirá en esclavos. Eso no es lo que queremos para nuestros hijos. Dios no desea que nos sintamos solos, vacíos o deprimidos. Algunas veces damos demasiadas cosas materiales a nuestros hijos, pero no les proporcionamos lo más importante que es el buen ejemplo. Algunas veces les hablamos de tantas cosas, menos de lo más trascendente que es Jesucristo.

Otro problema que tenemos Señor es el siguiente: En la ciudad donde vivimos estamos padeciendo un suicidio por semana. Son jóvenes que se encontraban en su mejor época y no la valoraron. Se lanzaron tras la felicidad, y al ver que no la encontraban como tantas veces se la imaginaron, cayeron en la depresión con fatales consecuencias. Cuando leemos en el periódico del día siguiente la terrible noticia, nos entristecemos porque no pudimos estar cerca para hacerlos desistir. Ellos sintieron un vacío tan grande, que no soportaron seguir viviendo de esa manera. No tuvieron un proyecto de vida en el cual incluyeran a Dios en su alma. Se desesperaron y buscaron una salida falsa a todas sus angustias y a todos sus temores.

Desde que autorizaron el aborto en el Distrito Federal hace diez meses, se han presentado más de seis mil asesinatos en clínicas médicas con el consentimiento -en la mayoría de los casos, de los progenitores de la madre, a pesar de saber que el embrión humano es un ser vivo. Las autoridades de salubridad están “muy contentas” porque todas las mujeres que abortaron han sobrevivido (con excepción de una que falleció). ¡Perdónanos Señor porque no sabemos lo que estamos haciendo!

Otro problema que tenemos en nuestra comunidad es la influencia nociva que ejercen las películas y sobre todo las telenovelas. Ellas apoyan con mucho éxito las relaciones sexuales prematrimoniales y el adulterio, echando por la borda la gran importancia que tiene el sacramento que instituiste hace dos mil años. De esa manera dejamos de tener a Dios en nuestra vida y vendemos la progenitura Divina por unas cuantas monedas que finalmente nada valdrán.

Las enfermedades, Señor, nos están matando. Por doquier escucho que tal o cual persona tienen cáncer o leucemia. El dolor que sienten en sus últimos días, no se puede aplacar ni siquiera con morfina. La fe de tu pueblo es muy grande, pero también el dolor que padecen. No es que no queramos sufrir por amor a Ti, pero algunas veces se vuelve insoportable. Lo que deseamos es no caer en la desesperación, porque el que sufre con desesperación muy pronto se hunde y puede tomar caminos equivocados.

Uno de los pecados que con mayor frecuencia cometemos -y que te ha de disgustar bastante, es el de “omisión”. Nos negamos a corregir a todo aquél que se encuentra en peligro grave de morir alejado de Dios al no hablarse durante mucho tiempo con su hermano, con sus padres o con sus hijos. Es muy cómodo para nosotros no intervenir en su vida -sobre todo porque al hacerlo llevamos el riesgo de que se nos diga con toda claridad “que no nos metamos en lo que no nos importa”. No demos por sentado que la persona que está junto a nosotros sabe que lo que está haciendo está mal. Recordemos que el santo Cura de Ars, -San Juan Bautista María Vianney, convirtió a 280 mil personas por medio de la corrección.

En la vida no debemos dejar pasar la oportunidad de consolar al afligido, porque son muchos los que en estos momentos están sufriendo por un motivo u otro. No dejemos pasar la oportunidad de perdonar al que nos ha ofendido, porque de esa manera daremos testimonio de ser verdaderos hijos de Dios.

[email protected]

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 336593

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx